‘el Péndulo’: nacimiento y evolución
Conocí a Marcial Souto en la Segunda convención de ciencia ficción y divulgación científica que se hizo en Mar del Plata en 1968. Un encuentro muy ambicioso, al que habían invitado a periodistas científicos, incluso a aficionados a los ovnis. Ahí estaba Souto, con Paco Porrúa, a punto de viajar a EE.UU. Yo había publicado mi libro El sentido de la ciencia ficción, él lo había leído. Cuando volví a verlo se había radicado en Buenos Aires; hizo un primer intento de editar una revista de ciencia ficción y fantasía, que sostuvo Poldy Bird, luego otra revista que se llamó Entropía y de la que salió un solo número, como corresponde a su nombre, y finalmente me habló de lo que pensaba hacer con El Péndulo. Souto se había acercado a Andrés Cascioli, que estaba abierto a distintos proyectos. El sueño de Cascioli era hacer una gran revista de historietas con algún artículo, y Marcial quería editar una revista de cuentos y de críticas con alguna historieta. Negociaron, la cosa empezó a salir como un suplemento de humor bastante distinto a cómo fue después, tomó forma como varios suplementos y luego ya la revista El Péndulo.
La evolución de El Péndulo fue totalmente inesperada. Fuimos tirando de la cuerda a ver hasta dónde nos permitía Cascioli y nos toleraba el público. Mi experiencia es que empecé con notas ilustradas porque en La Urraca decían que la gente, como estábamos en plena dictadura, había perdido la costumbre de leer y entonces cada texto tenía que aparecer con varias ilustraciones. Empezamos así, después fuimos estirando los textos y finalmente terminé poniendo notas al pie de página, como si fueran trabajos eruditos. La gente los toleraba perfectamente. Al público no hay que subestimarlo.
En el primer número de El Péndulo empecé a escribir sobre Cordwainer Smith, un autor que tuvo un momento de culto en EE.UU. y hoy está olvidado. El Péndulo era el único lugar donde se podía publicar algo tan raro como eso. La revista fue un milagro. Sigo recibiendo mensajes y conociendo gente que la leía y me dice que le marcó una etapa de la vida.
Marcial es un soñador. Tiene sueños que a veces consigue llevar a la práctica. Es un gran traductor y tiene muy buen gusto. A veces los editores quieren alguien que traduzca rápido y él se toma su tiempo, pero lo hace a la perfección. Una vez Elvio Gandolfo me dijo: “El Gallego es loco y nosotros lo seguimos”. Fue una buena definición de El Péndulo.