Perfil Cordoba

‘el Péndulo’: nacimiento y evolución

- PABLO CAPANNA

Conocí a Marcial Souto en la Segunda convención de ciencia ficción y divulgació­n científica que se hizo en Mar del Plata en 1968. Un encuentro muy ambicioso, al que habían invitado a periodista­s científico­s, incluso a aficionado­s a los ovnis. Ahí estaba Souto, con Paco Porrúa, a punto de viajar a EE.UU. Yo había publicado mi libro El sentido de la ciencia ficción, él lo había leído. Cuando volví a verlo se había radicado en Buenos Aires; hizo un primer intento de editar una revista de ciencia ficción y fantasía, que sostuvo Poldy Bird, luego otra revista que se llamó Entropía y de la que salió un solo número, como correspond­e a su nombre, y finalmente me habló de lo que pensaba hacer con El Péndulo. Souto se había acercado a Andrés Cascioli, que estaba abierto a distintos proyectos. El sueño de Cascioli era hacer una gran revista de historieta­s con algún artículo, y Marcial quería editar una revista de cuentos y de críticas con alguna historieta. Negociaron, la cosa empezó a salir como un suplemento de humor bastante distinto a cómo fue después, tomó forma como varios suplemento­s y luego ya la revista El Péndulo.

La evolución de El Péndulo fue totalmente inesperada. Fuimos tirando de la cuerda a ver hasta dónde nos permitía Cascioli y nos toleraba el público. Mi experienci­a es que empecé con notas ilustradas porque en La Urraca decían que la gente, como estábamos en plena dictadura, había perdido la costumbre de leer y entonces cada texto tenía que aparecer con varias ilustracio­nes. Empezamos así, después fuimos estirando los textos y finalmente terminé poniendo notas al pie de página, como si fueran trabajos eruditos. La gente los toleraba perfectame­nte. Al público no hay que subestimar­lo.

En el primer número de El Péndulo empecé a escribir sobre Cordwainer Smith, un autor que tuvo un momento de culto en EE.UU. y hoy está olvidado. El Péndulo era el único lugar donde se podía publicar algo tan raro como eso. La revista fue un milagro. Sigo recibiendo mensajes y conociendo gente que la leía y me dice que le marcó una etapa de la vida.

Marcial es un soñador. Tiene sueños que a veces consigue llevar a la práctica. Es un gran traductor y tiene muy buen gusto. A veces los editores quieren alguien que traduzca rápido y él se toma su tiempo, pero lo hace a la perfección. Una vez Elvio Gandolfo me dijo: “El Gallego es loco y nosotros lo seguimos”. Fue una buena definición de El Péndulo.

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