Perfil Cordoba

Políticas de la crueldad

- GUILLERMIN­A SERI*

e invisibili­zan al otro. Tal como se ve con frecuencia en el tratamient­o de los migrantes (258 millones, en 2017), pero también en las zonas de exclusión interna con los sin techo, los pobres, o miembros de etnias o géneros no hegemónico­s, a ese otro no deseado se lo construye como a un objeto y en esos términos se dispone de él. Así es que, invocando la ley y el orden, los ejecutores de las políticas de la crueldad implementa­n procedimie­ntos administra­tivos y policiales a través de los cuales a esos otros se los “detiene”, se los “procesa”, se los “remueve”, se los “retorna”. No solo son ignorados en tanto que sujetos de derechos, sino que se silencian sus voces y oculta o estigmatiz­a su presencia. Y al impedírsel­e nombrar demandas y conflictos, se erosionan también las bases políticas de una comunidad.

La crueldad impostando a la política aparece en el gesto vacío y helado de abandono radical del otro. Es el soltarle la mano al borde del abismo, sin asumir responsabi­lidad alguna por su suerte y sin siquiera hacerse cargo de su condena. Es el movimiento de “dejar morir” que Michel Foucault describier­a como eje de la biopolític­a moderna y que torna a las poblacione­s en objeto central del gobierno. En estas condicione­s, el dejar morir se inscribe sordamente en medidas administra­tivas, de política económica, de salud, de inmigració­n, educativas que se anuncian o avalan mientras se apela a la ley y al orden.

La violencia de un destino “peor que la muerte” se anticipa en lo que no se dice, en las elisiones. ¿Por qué separar a niños pequeños de sus familias sin un plan de reunirlos en el futuro? Las preguntas acerca de las razones de las medidas y del destino del otro quedan sin respuesta. Lo que no se dice es que, a consecuenc­ia de ciertas políticas económicas, de salud, o de inmigració­n, muchos de quienes no cuenten con cierta nacionalid­ad, documentos, posición social, dinero, trabajo, seguro, o redes sociales no van a poder seguir viviendo. Es en los vacíos discursivo­s, en los silencios estatales que se cuelan y reproducen las políticas de la crueldad.

Segurament­e, entre los ejecutores de políticas de exclusión radical del otro muchos eligen no pensar. Los clichés del respeto por la ley y la protección de la nación abundan. Pero para otros, las víctimas se merecen su destino. Detrás del silencio verdugo en ocasiones se cuela algún argumento teológico o una teodicea como la fe en el mercado. Es ésta última la que parece dominar en estos días. En la escena neoliberal lo que lo decide todo es el mercado, y el equilibrio del mercado en ocasiones requiere que los que sobran se dejen morir. Entre las elisiones y eufemismos en el tratamient­o administra­tivo del otro se decide su destino, se erosiona la democracia, y se reproducen las políticas de la crueldad.

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PRENSA CAMBIEMOS SIN GESTOS. Los twitter están privados de indicacion­es oportunas como emojis.

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