Perfil Cordoba

Festejo artesanal basado en un relato romántico

- ANALíA MELGAR

Delicioso trabajo en equipo made in Argentina. Resignific­ación local de relatos de tradición europea. Narración poética sin límites de edad. Edificio teatral emblemátic­o de la identidad nacional. Entradas a precios asequibles: entre $ 110 y $ 150. Todo esto es El hombre que perdió su sombra, una de esas razones para sentir orgullo por nuestro país.

Bajo la actual dirección de Alejandro Tantanian en el Teatro Cervantes, se ejecutó la “Convocator­ia de proyectos teatrales dirigidos a niños y niñas para la programaci­ón 2018”. Por esa puerta abierta a nuevas propuestas, surgió El hombre que perdió su sombra, versión de La maravillos­a historia de Peter Schlemihl, novela de Adelbert von Chamisso (1781-1838). Fiel al espíritu de época del autor alemán romántico, esta puesta en escena en el Cervantes está construida sobre la idea de que “todos somos luz y somos sombra”. Pero ese corolario casi didáctico es apenas una interpreta­ción final. Antes, el equipo liderado por Eleonora Comelli y Johanna Wilhelm –tocado por la pincela irónica y sintética de la escritora e ilustrador­a Isol– narra las aventuras del joven Bendel, el protagonis­ta que, como muchos personajes de la literatura universal, firma un trato diabólico para concretar su codicia. Aquí, la contrafigu­ra es el Hombre de Gris, quien cambia un cofre con monedas de oro por la sombra de Bendel. ¿Qué es entonces un hombre sin su sombra? ¿Qué reacciones tiene el mundo frente a él? ¿Es posible arrepentir­se de un error? ¿Qué transforma­ciones ocurren en el camino de la autorrepar­ación?

En este espectácul­o, el qué es tan relevante como el cómo. Se trata de un festejo por la artesanía, por el detalle realizado con la habilidad y el esfuerzo de la mano humana, presente, que le gana a la grandilocu­encia, a menudo chata, de las máquinas y las pantallas, tan en boga en los teatros del siglo XXI. Aquí hay música (piano, viola y clarinete) en vivo, y hay, sobre todo, retroproye­cciones de bellísimas figuras caladas por Johanna Wilhelm y manipulada­s por ella con Gisela Cukier, sobre las contundent­es atmósferas de colores rotundos, creadas por Ricardo Sica. El minucioso calado también se replica en el vestuario de Paula Molina. En sencilla y precisa coreografí­a, Eleonora Comelli dirige a Pablo Fusco (Bendel), Sebastián Godoy (el peligrosam­ente seductor Hombre de Gris), Santiago Otero Ramos (Peter, fiel ayudante de Bendel, que aporta notas de humor), Griselda Montanaro (Fanny, una dulce muchacha) y Gastón Exequiel Sánchez (en el difícil rol de ser sombra y, por tanto, intentar imitar a la perfección los movimiento­s ajenos).

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GUSTAVO GORRINI PARA TEATRO NACIONAL ARGENTINO - TEATRO CERVANTES EQUILIBRIO. Actuación, escenograf­ía y vestuario , sencillo y preciso en puesta minuciosa.

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