Perfil (Domingo)

Ni freaks ni ñoños: una misa comiquera

- LEANDRO CERUTI

el Sr. López comienza a asomarse, de perfil, detrás de un marco imaginario. Altuna resuelve así una nueva dedicatori­a y su destinatar­io, mientras tanto, le cuenta que en el micro que lo trajo de Retiro se notaba que casi todos viajaban a “la Crack”. La ciudad de los pibes sin calma vuelve a celebrar otra misa comiquera. El Crack Bang Boom se transformó, en sólo seis años, en la convención de cultura cómic más importante del país. Se celebra en Rosario y aunque es probable que Buenos Aires eventualme­nte reúna más gente en esporádica­s BA Comic, o la reciente Comicópoli­s (en Tecnópolis), la Crack goza del prestigio y la chapa que tiene Cannes entre los festivales de cine del mundo. “¿Te acordás de los recitales de los Redondos, que la gente se movía de todos lados para ir a verlos? Bueno, éste es el recital ricotero de la h istor ieta”, dice Luciano Saracino, guionista porteño invitado este año al evento, pero asistente a cada una de las ediciones. Casi cuarenta mil personas pulularon entre Wolverines aficionado­s, Mujeres Maravilla que tomaban cortados en el bar, pequeños ejércitos de Soldados Imperiales o miles de muñequitos que miraban al Paraná correr furioso, detrás del plástico que los envuelve. “La Crack es una familia. Acá uno viene y siente amor. El amor a la historieta no tiene límites y quien la ama, la ama en cualquier idioma y en cualquier estilo”, dice Eduardo Santillán Marcus, del comité organizado­r. La convención logró posicionar­se al punto de contar con ediciones especialme­nte hechas para ello, autores que toman su fecha como un deadline para llegar con su nueva publicació­n e incluso a partir de este año ostenta su propio galardón, el Premio Trillo. “Intentamos generar un canon propio, que involucre todas las patas, autores nuevos y consagrado­s. El premio es eso, autores votados por sus pares”, agrega Juan Angel Szama, otro de los organizado­res. ¿Habla este entorno de un bienestar de la historieta en la Argentina o atrae como un desfile de freaks caracteriz­ados, por los que los niños mueren y sus padres acompañan? Para Horacio Altuna hubo tiempos mejores: “Hay más dificultad­es ahora que antes. En la actualidad no hay revistas de historieta­s, salvo Fierro. En España pasa más o menos lo mismo. Desapareci­eron hace quince años o más, no sé bien por qué”. “Para mí es todo lo contrario. Hace veinte años era un páramo, estaban cerrando todas las editoriale­s, las que quedaban, Columba por ejemplo... Hace diez años, o un poco más, empezó un movimiento independie­nte de publicacio­nes que creció gradualmen­te y ahora tenemos un montón de editoriale­s y libros publicados. Es más saludable lo que sucede acá que lo que pasa en España, en ese sentido”, reflexiona Carlos Aon, otro de los invitados, autor entre otras de El dormilón y la serie Gayolas, publicada en Fierro. Saracino agrega: “Lo que dice A ltuna es razonable teniendo en cuenta que Horacio es de una generación de grandes autores que vivieron un momento donde vieron la historieta en la calle, en todos los kioscos de revistas, en las vidrieras. Hoy en día desapareci­eron las revistas, entre comillas. Ha mutado la industria, ganó la librería. Lo que antes estaba en los kioscos de revistas ahora busquémosl­o en las librerías. Si es mejor o peor, no lo sé. Nosotros somos autores de la generación nueva y estamos viviendo un momento que realmente lo vivimos con un optimismo fascinante. No publicamos en El Tony porque El Tony no está más. Publicamos en editoriale­s y salimos en libros. El mundo cambió”. Gerardo Baró es dibujante. Publicó sus trabajos en editoriale­s de Argentina, México, España, Estados Unidos, Colombia y Puerto Rico. Piensa que “si bien desapareci­ó la revista de historieta­s, está mucho más presente dentro de espacios donde antes no la había, como revistas de otro tipo que la incluyen, Barcelona, La Cosa cuando estaba, por ejemplo”. “Las revistas de mujeres son otro caso. Antes sólo Maitena publicaba en alguna, ahora casi todas tienen su espacio de historieta”, agrega Szama, pero considera que lo más importante está aún por ser conquistad­o: “Si me preguntan si veo teatro y digo que no, me miran como un marciano. Si alguien dice que no lee historieta no le pasa eso. No puede ser que no se naturalice la historieta cuando es como el teatro o como cualquier otro consumo cultural. No somos unos freaks, no somos unos ñoños. Este es un arte con ciento y pico de años de historia, respetémos­lo. Es la base de prácticame­nte todas las artes secuencial­es que vinieron, como el cine, sin ir más lejos. Necesitamo­s más espacio en las librerías, que la historieta que esté en las vidrieras no sea solamente la de Maitena, Mafalda y Gaturro”. Saracino concluye: “Somos el hermanito de la pieza de arriba, el del altillo. Que está en la casa de la cultura, de la literatura, pero siempre ahí. Entonces el próximo espacio a ganar creo que es la escalera. Y de ahí, empezar a tumbar habitacion­es”.

Rosario celebró la sexta edición de Crack Bang Boom, la convención de mayor trayectori­a en el universo del cómic argentino. Guionistas y dibujantes debatieron junto a los organizado­res acerca de cuál es hoy la salud de la historieta en la Argentina, mientras desfilaban personajes que parecían haber cobrado vida fuera de las viñetas. La historieta es la base de prácticame­nte todas las artes secuencial­es

 ??  ?? REUNION. Casi cuarenta mil personas acudieron y compartier­on espacio entre Wolverines aficionado­s, Mujeres Maravilla de todos los sexos y verosímile­s Soldados Imperiales.
REUNION. Casi cuarenta mil personas acudieron y compartier­on espacio entre Wolverines aficionado­s, Mujeres Maravilla de todos los sexos y verosímile­s Soldados Imperiales.
 ??  ??
 ??  ?? PASADO, PRESENTE.
Hace veinte años el panorama era más desalentad­or que ahora.
PASADO, PRESENTE. Hace veinte años el panorama era más desalentad­or que ahora.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina