Cuando encontrar trabajo no es fácil
De larga trayectoria, la actriz catalana vino a presentar el film Expansivas. Habla bien de nuestro país y, al referirse al paso del tiempo,cree que a cierta edad, por pánico a perder la juventud, las cirugías son un autocastigo.
No cualquiera tiene el currículum de Assumpta Serna: trabajó como actriz en más de cien películas –con directores como Carlos Saura, Pilar Miró, Pedro Almodóvar y María Luisa Bemberg– y cerca de medio centenar de series televisivas, es parte –junto con Tom Hanks– del comité ejecutivo de la Academia de Hollywood y también tiene un vínculo muy fluido con Sagai, la ONG que se encarga desde hace unos años de recaudar y distribuir los derechos intelectuales de actores y bailarines en Argentina. En la sede de esa fundación que hoy preside Jorge Marrale dictó hasta hace poco un curso de actuación, con la colaboración de su marido, el también actor y guionista escocés Scott Cleverdon, aprovechando una estadía obligada por su participación en Expansivas, un thriller argentino de corte feminista en el que comparte elenco con Martina Juncadella y la cantante Sara Hebe.
En esa película, dirigida por Ramiro García Bogliano, Serna encarna a la equilibrada tía española de dos jóvenes con una furiosa sed de venganza desatada por algunos intrincados asuntos familiares del pasado. “Mi personaje intenta contener esa ansiedad por la justicia por mano propia de esas dos jovencitas –revela–. Se va armando de a poco una gran película de acción, pero la novedad es que todos los personajes son muy sólidos y están bien construidos. Muchas veces, en las películas de acción los personajes no tienen mucha carne. No es el caso de Expansivas, y eso me decidió a hacerla”.
Para la experimentada actriz, “Expansivas no es una película con una sola verdad, sino una que elige mostrar distintos puntos de vista. Y eso a mí me interesa especialmente –remarca–. Toca temas de mucha actualidad sobre los que no hay un consenso establecido”. Destaca, además, que haya dos protagónicos interpretados por actrices jóvenes: “Cuando yo empecé en esta profesión eso era bastante excepcional –afirma–. Hoy, de todos modos, hay un problema distinto: no es fácil que una actriz tenga muchas ofertas de trabajo después de los 45 años. Hay un pánico enorme a la pérdida de la ju- ventud. Y entonces llegan las cirugías, que para mí son una forma de autocastigo. Todas las cirugías se notan, y también limitan los papeles que se pueden asumir. Las arrugas son bonitas, expresan lo que has hecho en la vida. El cuerpo se transforma, como debe transformarse lo que cada uno proyecta hacia los demás”.
Cuando piensa en las razones que la llevaron a elegir su carrera, iniciada a fines de los 70, Assumpta pone el foco en el interés permanente por la conexión con los demás: “Me gusta contactar con las personas para contarles historias. Contar historias es una buena manera de entendernos a nosotros mismos y de entender a la sociedad en la que vivimos. La de actriz es una profesión de mucha entrega: lo haces para que los demás vibren, se emocionen, tengan una relación relevante con aquello que les cuentas”. Y entre esas conexiones, una muy importante es la que estableció con la Argentina, un país con el que tiene un vínculo fuerte y de larga data: “En estos últimos años, Sagai se ha portado muy bien conmigo –sostiene–. Ojalá tuviéramos en España algo así. Es un tema que conozco porque he presidido la entidad dedicada a proteger los derechos de propiedad intelectual de los actores en mi país. Pero mi relación con la Argentina arrancó hace años, con el trabajo que hice con grandes cineastas como Oscar Barney Finn ( Momentos robados) y María Luisa Bemberg ( Yo, la peor de todas, donde Serna interpretó a Sor Juana Inés de la Cruz). Tengo muchos amigos argentinos y muchos recuerdos bonitos de este país”.