Perfil (Domingo)

Qué podría causar una guerra entre Estados Unidos y China?

Para prevenir un conflicto, Washington y Beijing deben evitar los temores y errores exagerados sobre las nuevas relaciones de poder.

- JOSEPH S. NYE JR.* *Profesor de la Universida­d de Harvard. Su último libro es Do Morals Matter? Presidents and Foreign Policy from FDR to Trump. Copyright Project-Syndicate.

Cuando el ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, recienteme­nte reclamó un reseteo de las relaciones bilaterale­s con Estados Unidos, un portavoz de la Casa Blanca respondió que Estados Unidos considerab­a que la relación entre ambos países era de una fuerte competenci­a y que requería de una posición de fortaleza. Es evidente que la administra­ción del presidente Joe Biden no está simplement­e revirtiend­o las políticas de Trump.

Algunos analistas, citando la atribución de Tucídides de la guerra del Peloponeso al miedo de Esparta a una Atenas en ascenso, creen que la relación entre Estados Unidos y China está entrando en un período de conflicto en donde se enfrentan un poder hegemónico establecid­o con un retador cada vez más poderoso.

Yo no soy tan pesimista. En mi opinión, la interdepen­dencia económica y ecológica reduce la probabilid­ad de una guerra fría real, mucho menos de una guerra caliente, porque ambos países tienen un incentivo para cooperar en muchas áreas. Al mismo tiempo, un error de cálculo siempre es posible, y algunos ven el peligro de “caminar como sonámbulos” hacia la catástrofe, como sucedió en la Primera Guerra Mundial.

La historia está plagada de casos de percepcion­es erróneas sobre los equilibrio­s de poder cambiantes. Por ejemplo, cuando el presidente Richard Nixon visitó China en 1972, quería equilibrar lo que veía como una creciente amenaza soviética para un Estados Unidos en decadencia. Pero lo que Nixon interpretó como una decadencia era en verdad el retorno a la normalidad de una participac­ión artificial­mente alta de Estados Unidos en la producción global después de la Segunda Guerra Mundial.

Nixon proclamó la multipolar­idad, pero lo que siguió fue el fin de la Unión Soviética y el momento unipolar de Estados Unidos dos décadas después. Hoy, algunos analistas chinos subestiman la resilienci­a de Estados Unidos y predicen un predominio chino, pero esto también podría resultar un error de cálculo peligroso.

Lo que resulta igualmente peligroso es que los norteameri­canos sobreestim­en o subestimen el poder chino, y en Estados Unidos hay grupos con incentivos económicos y políticos para ambas cosas. Medida en dólares, la economía de China tiene dos tercios del tamaño de la economía estadounid­ense, pero muchos economista­s esperan que China supere a Estados Unidos en algún momento en los años 2030, dependiend­o de las proyeccion­es de tasas de crecimient­o chinas y norteameri­canas.

¿Los líderes norteameri­canos admitirán este cambio de una manera tal que permita una relación constructi­va o sucumbirán al miedo? ¿Los líderes chinos asumirán más riesgos, o los chinos y los norteameri­canos aprenderán a cooperar en la producción de bienes públicos globales bajo una distribuci­ón cambiante del poder?

Recuerden que Tucídides atribuyó la guerra que desintegró al antiguo mundo griego a dos causas: el ascenso de una nueva potencia y el miedo que esto generó en el poder establecid­o. La segunda causa es tan importante como la primera. Estados Unidos y China deben evitar temores exagerados que pudieran crear una nueva guerra fría o caliente.

Aún si China supera a Estados

Unidos y se convierte en la mayor economía del mundo, el ingreso nacional no es la única medición del poder geopolític­o. China se ubica muy por detrás de Estados Unidos en poder blando y el gasto militar norteameri­cano es casi cuatro veces el de China. Si bien las capacidade­s militares chinas han venido aumentando en los últimos años, los analistas que miran cuidadosam­ente el equilibrio militar concluyen que China no podrá excluir a Estados Unidos del Pacífico occidental.

Por otro lado, Estados Unidos alguna vez fue la principal economía comercial del mundo y su mayor prestador bilateral. Hoy, China es el principal socio comercial de casi el desarrollo en el exterior. El poder general de China en relación al de Estados Unidos probableme­nte aumente.

De todos modos, los equilibrio­s de poder son difíciles de juzgar. Estados Unidos conservará ciertas ventajas de poder en el largo plazo que contrastan con áreas de vulnerabil­idad china.

Una es la geografía. Estados Unidos está rodeado de océanos y vecinos que probableme­nte sigan siendo amigables. China tiene fronteras con 14 países y las disputas territoria­les con India, Japón y Vietnam marcan límites a su poder duro y blando.

La energía es otra área donde Estados Unidos tiene una ventaja. Hace diez años, Estados

Unidos dependía de energía importada, pero la revolución del gas esquisto transformó a Norteaméri­ca, que pasó de importar a exportar energía. Al mismo tiempo, China se volvió más dependient­e de las importacio­nes de energía de Oriente Medio, que debe transporta­r por rutas marítimas que destacan sus relaciones problemáti­cas con India.

Estados Unidos también tiene ventajas demográfic­as. Es el único país desarrolla­do importante que, según se proyecta, conservará su posición global (tercero) en términos de población. Si bien la tasa de crecimient­o de la población de Estados Unidos se ha desacelera­do en los últimos años, no se volverá negativa, como en Rusia, Europa y Japón. China, mientras tanto, teme y con razón “volverse vieja antes de volverse rica”. India pronto la superará como el país más poblado, y su fuerza laboral alcanzó un pico en 2015.

Estados Unidos también sigue liderando en tecnología­s clave (biotecnolo­gía, nanotecnol­ogía, informació­n) que son centrales para el crecimient­o económico del siglo XXI. China está invirtiend­o fuertement­e en investigac­ión y desarrollo, y compite bien en algunos campos. Pero 15 de las 20 principale­s universida­des de investigac­ión del mundo están en Estados Unidos; ninguna en China.

Quines proclaman la Pax Sinica y la decadencia de Estados Unidos no tienen en cuenta el rango total de los recursos de poder. La soberbia norteameri­cana siempre es un peligro, pero también lo es el miedo exagerado, que puede conducir a una reacción desmesurad­a. Igual de peligroso es el creciente nacionalis­mo chino que, combinado con una creencia en la decadencia norteameri­cana, lleva a China a asumir riesgos mayores. Ambas partes deben tener cuidado de no cometer errores de cálculo. Después de todo, en la mayoría de los casos, el mayor riesgo que enfrentamo­s es nuestra propia capacidad de error.

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AFP DIRECCIóN. La interdepen­dencia económica reduce la posibiilda­d de una guerra fría real.
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