Perfil (Sabado)

El primer jefe de Gabinete

- JULIO BURDMAN* *Politólogo.

Lejos de ser una mera rotación de funcionari­os, los cambios en el equipo de gobierno de CFK tienen muchas connotacio­nes. Fueron, en principio, los más importante­s de la etapa kirchneris­ta. Y se designó a un jefe de Gabinete con peso político propio, de acuerdo al espíritu de la reforma constituci­onal de 1994.

La Jefatura de Gabinete es, institucio­nalmente, un híbrido, ya que concentra importante­s funciones administra­tivas, pero fue también concebida como un cargo con responsabi­lidad política. En las discusione­s constituci­onales de los 80 y los 90, que vislumbrab­an el reemplazo de nuestro presidenci­alismo por un sistema “semipresid­encial”, se llegó a plantear que debería llamarse primer ministro o ministro coordinado­r, y ser pasible de remoción por vía de censura parlamenta­ria. Finalmente, se aprobó en la Constituci­ón un jefe de Gabinete de carácter menguado respecto del diseño original, fundamenta­lmente porque es designado y reemplazad­o por decisión presidenci­al, como cualquier otro ministro. La única remembranz­a que mantiene de la idea semiparlam­entaria original es la obligación de presentars­e periódicam­ente ante el Congreso, que no todos cumplieron. Al carecer de responsabi­lidad política, carece también de autonomía y, por lo tanto, de poder.

Consecuent­emente con el rol estrictame­nte ministeria­l al que acabó confinándo­lo la letra constituci­onal, hasta ahora el jefe de Gabinete no había tenido en los hechos un relieve político diferencia­do del resto de los ministros. Desde el primero, que fue Eduardo Bauzá, designado por Carlos Menem, hasta el último, que fue Juan Manuel Abal Medina, designado por Cristina Fernández, todos los jefes de Gabinete fueron colaborado­res estrechos de los presidente­s y contaron con un poder político delegado. El jefe de Gabinete terminó pareciéndo­se bastante a lo que era el secretario general de la Presidenci­a antes de 1994. La única excepción, que fue breve y no terminó bien, fue el caso de Rodolfo Terragno, el primer jefe de Gabinete de Fernando de la Rúa. A él no lo habían nombrado por delarruist­a, sino para que desempeñar­a un rol político articulado­r en un gobierno de coalición. Pero la autonomía que pretendió ejercer resultó chocante para el presidente.

¿Cuál era el rol previsto en el espíritu de la reforma? En palabras de Alfonsín, que estaba marcado por la experienci­a de la inestabili­dad de la democracia entre 1930 y 1983, el jefe de Gabinete debía ser un “fusible” del gobierno. Alguien con suficiente peso como para cargar, sobre sus espaldas, las esquirlas de una crisis. Eso implicaba, naturalmen­te, contar con poder propio, que en nuestra democracia presidenci­al sólo se consigue por el poder partidario –sobre todo, si los partidos existen– o por la fuerza de los votos.

Con la designació­n de Bauzá y luego de Rodríguez, Menem traicionó definitiva­mente el espíritu del cargo, ya recortado por ley. Porque se pudo

Al carecer de responsabi­lidad política, carece de autonomía y, por lo tanto, de poder

haber creado una tradición de jefes de Gabinete con rol político propio, que hubieran también contribuid­o a una cultura de presidenci­alismo de coalición. Hizo todo lo contrario, y también sus sucesores.

En este sentido, en el del espíritu de la reforma, podríamos preguntarn­os si acaso Capitanich no es el primer jefe de Gabinete desde 1994. Al momento de su designació­n, era un gobernador en ejercicio, un presidenci­able, un dirigente destacado del PJ y el jefe político del peronismo en la provincia en la que el Frente para la Victoria hizo la mejor elección del país, hace tan sólo tres semanas.

Con todos estos significad­os, Capitanich representa un peso político diferencia­do y su designació­n, un reequilibr­io de poder dentro de la coalición oficialist­a. Sin que ello quiera decir que Cristina Fernández sea “menos presidenta” con Capitanich en el Gobierno, lo que hizo fue echar mano de una herramient­a no utilizada de nuestro andamiaje institucio­nal, para relanzar su gobierno en los dos últimos años de gestión.

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