El cine súper como alteración humanista
PANTERA NEGRA Título original: Black Panther Dirección: Ryan Coogler Guión: Ryan Coogler y Joe Robert Cole Intérpretes: Chadwick Boseman, Michael B. Jordan, Lupita Nyong’o, Angela Basset y Martin Freeman. Origen: Estados Unidos (2018) Duración: 134’
La visión más miope, que define a la crítica argentina, va a hablar de El rey León, de cómo la imaginario de varias tribus africanas que inspira el diseño de producción y vestuario es más una caricatura que una real influencia y de cómo ponerse serios es una mala fórmula para una película Marvel. Claro que Thor 3 es la fiesta bronceada de autoconciencia que el cine de superhéroes necesita, pero lo cierto es que el mundo necesita más una película como Pantera negra. El retruco a esa idea es simple: ¿una película que vale millones, cuyos reales mandamases son CEO’s de Disney, que inunda cines locales y los agobia, por qué debería ser importante? ¿Por qué esas ínfulas y esa idea tan ONU de creer que una película por tener en su equipo, actores y detrás de escenas, más nombres de color que cualquier otro tanque de los últimos cincuenta años importa en nuestro país?
Los superhéroes son un núcleo de pasaje del sinsentido y de nuestros días. Y no son absurdos porque usan calzas y tienen superpoderes (al fin y al cabo, Pantera negra es rey, heredero, pelea contra el crimen y así la lista de responsabilidades civiles wagnerianas), lo son porque la idea de poder por sobre el Estado vistiendo calzas sí es absurda. Aquí, Pantera negra es rey, entonces se debate, con sentido y no porque infla a la trama de adultez, sobre las responsabilidades de una ciudad, su africana y oculta Wakanda, que puede inundar al mundo de tecnología y buenas mentes (de ambos sexos, sin que eso sea gesto, sino real lectura del mundo). Hay un villano, pero es atendible (aunque se lo desdibuje en la bruta- lidad), hay responsabilidades pero se cuestionan y la película tropieza cuando la acción es estandarizada (esas peleas que se ven todas iguales). Pantera negra es más importante que el Batman de Nolan, porque cree en el mundo, en uno mejor, y lo hace desde hablarnos a todos y cada uno de nosotros. Es la primera maravilla humanista con del mundo Disney/Marvel. El superpoder aquí son los demás (hay traje cool, eso sí). Bienvenido “coolmanismo”.