Odebrecht, el gigante que pasó del Lava Jato al fantasma del default
Odebrecht era una de las constructoras más grandes de América Latina hasta que el juez federal de Curitiba, Sérgio Moro, posó su lupa sobre ella y la hizo caer, de un solo golpe, a la lona. El magistrado la incluyó en el Lava Jato y arrestó a su ex presidente, Marcelo Odebrecht, hoy en prisión domiciliaria. Le contó hasta diez. Y la noqueó en todo el continente. Ahora, la empresa bahiana enfrenta una situación financiera compleja, con 23 mil millones de dólares de deuda en circulación, que agigantan el riesgo de su quiebra.
Según Folha de S. Paulo, Odebrecht pidió a sus bancos acreedores un crédito adicional de mil millones de dólares para refinanciar su deuda. Bradesco, Itaú, Banco do Brasil y el Santander quieren evitar su default, pero solo aceptarían darle 300 millones. Además, sugirieron que efectúe una reestructuración completa con sus tenedores de bonos en el exterior, opción que la constructora descartó, porque implicaría el cierre del grifo financiero en los mercados internacionales. “Odebrecht SA, informa que está en constante diálogo con bancos con los cuales tiene relación, a fin de encontrar con determinación, pragmatismo y compromiso, soluciones a sus cuestiones financieras”, informó la empresa en un comunicado, al que accedió PERFIL. La empresa salió a calmar a los mercados, al sostener que tiene “activos comprobadamente sostenibles y un flujo de caja compatible con sus obligaciones”. Pero el reloj le juega en contra. En 2018 tendrá que pagar 370 millones de dólares en vencimientos de deuda. Con su reputación internacional seriamente dañada por el Lava Jato, decenas de países la excluyeron de licitaciones públicas. Ante la dificultad de obtener nuevos negocios, Odebrecht apuesta a la venta de activos para mantener el barco a flote hasta que pase la tormenta.
A través de esa vía, embolsó 2.320 millones de dólares, indispensables para cumplir con sus obligaciones. Además, reestructuró dos deudas, Atvos y Ocyan, por 3.400 y 5 mil millones de dólares, respectivamente.
Si bien los vencimientos de este año no representan una cifra elevada para el gigante brasileño, su flujo de caja sería bajo, ya que en 2016 gastó 274 millones de dólares que tenía líquidos para hacer frente a sus obligaciones. Los datos de 2017 aún no fueron divulgados.
“Para obtener el nuevo préstamo, Odebrecht argumenta que hay espacio para más endeudamiento por la valorización de las acciones de Braskem”, publicó la periodista Raquel Landim en Folha de S. Paulo. Su porción en la petroquímica fue dada en garantía a las instituciones bancarias a mediados de 2016, cuando valía cerca de 2.900 millones de dólares. Hoy, sus papeles treparon a casi 4.500 millones. “Los bancos argumentan que en aquella época ya inyectaron mucho dinero en el grupo para salvarlo, tras la prisión de su antiguo presidente y heredero, Marcelo Odebrecht”, agregó el diario paulista.
La compañía negó que quiera vender esas acciones, las únicas que tuvieron un buen rendimiento en 2017.