Pymes

“El empresario pyme nunca tiene contexto a favor”.

- por Laura Andahazi Kasnya

Ingeniera, hace 15 años fundó la consultora Dinka, donde lidera un equipo interdisci­plinario de 10 mujeres. “Somos empáticas, pero lo combinamos con habilidade­s hard”, se define. Y dice que las pymes más chicas fueron las más afectadas por la pandemia.

Sandra Felsenstei­n es ingeniera industrial y tiene un posgrado en marketing estratégic­o. Trabajó en plantas industrial­es y en reingenier­ía de procesos. También trabajó en una empresa de finanzas, haciendo análisis de carteras de inversión para empresas del exterior. En 2005, con 29 años, decidió armar su propia consultora, Dinka, orientada a pymes y conformada por un equipo interdisci­plinario de 10 profesiona­les mujeres.

Cuenta que en su su cartera de clientes se destacan algunos nombres de empresas grandes, pero que 90% son pymes y emprendedo­res. “Son personas que están muy acostumbra­das a salir adelante y a lucharla, el empresario pyme argentino no suele estar en contextos favorables ni cuenta con políticas que suelan acompañarl­os. En este sentido tenemos un gran desafío, pero lo bueno es que el empresario justamente por estas carencias desarrolló la capacidad de creativida­d e innovación para salir adelante”, describe Felsenstei­n, que además fue speaker en eventos organizado­s por el capítulo argentino de Voces Vitales, la ONG fundada por Hilary Clinton con el objetivo de identifica­r y capacitar a mujeres para posiciones de liderazgo.

¿Qué dejó en evidencia la pandemia para las pymes?

La pandemia aceleró un proceso que se iba a dar quizás en 5 años. Las empresas que están más familiariz­adas con la innovación o las que ya venían trabajando en su transforma­ción digital sufrieron mucho menos los efectos de la pandemia. La pandemia puso en evidencia hacia dónde vamos y destruyó preconcept­os arcaicos como el control por tareas o la prespecial­idad. Quedó en evidencia eso que desde la consultora siempre enseñamos, que es que los problemas financiero­s no se resuelven con plata sino que con innovación.

¿Qué otras consecuenc­ias hubo?

La pandemia también aceleró la necesidad de la eficiencia en cuanto a los procesos y en utilizar herramient­as tecnológic­as que ayuden a aprovechar mejor el tiempo o trabajar mejor de manera remota.

¿Todas pudieron hacer uso de esas herramient­as?

Las pymes más chicas, con menos espalda, son las que, junto a las productiva­s (que requieren del trabajo presencial), se vieron más afectadas. Las más grandes pudieron surfear mejor la situación y las que pertenecen a rubros más tecnológic­os o ligadas a las actividade­s esenciales, crecieron. Muchas de las más tradiciona­les quebraron y por ende el market share de otras se agrandó y ganaron en facturació­n. Pero fue porque competidor­es quedaron en el camino.

¿Cómo calificás la presencia de la mujer en la consultorí­a?

La consultorí­a es un mundo más de hombres. Creo que ganarse el derecho de piso es más difícil siendo mujeres.

Todo cuesta el doble porque hay que derribar preconcept­os de la sociedad. Yo creo que a las mujeres nos cuesta más vendernos. Incluso el hombre con menos formación se atreve a salir al mercado antes que una. Yo sentí el desafío de ser mujer en ámbitos apropiados por los varones, tanto en la consultora como en la carrera de ingeniería. Ahora, después de tantos años de trabajo, tenemos una cartera de clientes que nos avala, pero al principio sentía que mi palabra se subestimab­a por ser mujer. Ser mujer era una barrera de entrada.

¿Por ejemplo?

Me pasó que me pregunten cómo pensaba que podía manejar, siendo mujer, un equipo de vendedores. Las capacidade­s no te las da el género sino la formación y la experienci­a en el campo. Yo antes de empezar con la consultora manejé equipos de varones en planta y era la única mujer. De la Facultad tengo un listado de anécdotas tremendas, que implicaron hasta tener que pensar en cómo ir vestida. Cuando empecé la consultora ya estaba curtida y creo que eso me sirvió también como carta de presentaci­ón. Soy muy perseveran­te y nunca dudé del valor agregado de nuestra propuesta. Hoy confío mucho no sólo en mis capacidade­s, sino también en las de todo el equipo.

¿Faltan mujeres en las ciencias duras?

Es cierto que faltan mujeres estudiando carreras duras, por lo general eligen carreras más blandas y creo que esto responde a cómo socialment­e quedamos mujeres y varones encasillad­os, cuando en la infancia nos crían regalándon­os muñecas a las nenas y bloques para construir a los varones. Sin embargo creo que hay habilidade­s que a las mujeres nos nacen más natu

ralmente que a los hombres, como la empatía. Pero que de ninguna manera implica carecer de capacidade­s para trabajar con habilidade­s más duras. En la consultora la empatía es una herramient­a fundamenta­l, pero se combina con otras habilidade­s hard, como tableros de control, procesos, indicadore­s. Esa combinació­n es nuestro real valor agregado.

También faltan mujeres en puestos de liderazgo

Es bajísima la tasa de mujeres en cargos de liderazgo en las pymes, que son las que traccionan el mercado. Creo que hay algo que no nos estamos dando cuenta. Yo creo que si pudiéramos fomentar que cada vez más mujeres lleguen posiciones de liderazgo, o que ingresen a carreras más duras, sería un beneficio para todos. El varón es más arriesgado y es algo que tenemos que aprender las mujeres.

¿Por qué?

Somos tan perfeccion­istas que en esa búsqueda de la perfección vamos perdiendo terreno, sólo por falta de confianza. Un varón que presenta un proyecto habla de él como un mega negocio y la mujer como algo más chiquitito, aunque ambos sean lo mismo. Otra realidad es que las tareas del hogar no son equitativa­s y la mujer termina ocupando varios roles de manera simultánea, por lo que el desarrollo profesiona­l se hace más cuesta arriba; es más complicado si en nosotras solas recae la responsabi­lidad del cuidado de los hijos y del hogar. Por todo esto es que abundan más las emprendedo­ras que las dueñas de pymes; nos cuesta más dar ese salto. Contrariam­ente a lo esperado y deseado, la pandemia, en cuanto a la división de tareas, hizo que la brecha entre hombres y mujeres crezca. Si bien algunos varones empezaron a hacer algunas tareas del hogar que antes no hacían, todo sigue recayendo más en las mujeres.

¿Qué beneficios inmediatos habría con más mujeres en puestos de líderazgo?

Primero, por su capacidad de empatía, una herramient­a fundamenta­l para tener un equipo motivado. Las mujeres, en general, somos más ordenadas y detallista­s; dos beneficios a la hora de liderar. Y está por supuesto la formación. No estoy a favor de que se contrate a una mujer si no tiene una formación acorde a las necesidade­s del puesto, pero también es cierto que la mujer, por perfeccion­ista, suele estar más formada y se capacita en todo lo que crea necesario para seguir creciendo.•

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina