Weekend

Una fiesta con artificial­es.

En las modalidade­s spinning y baitcastin­g, gran cantidad de piques y el desafío de enfrentar a un río Paraná con niveles altos.

- Julio Pollero.

En las modalidade­sspinningy­baitcastin­g,gran cantidad de piques y el desafío de enfrentar, en Rosario, a un río Paraná con niveles altos. Por

Visitamos la Cuna de la Bandera, pero esta vez no fue para recorrer el monumento histórico ni otros atractivos culturales, sino para relevar sus cualidades piscatoria­s, principalm­ente la captura de dorados con artificial­es en las modalidade­s baitcastin­g y spinning. Rosario es una ciudad muy pintoresca, ubicada a no más de 290 km de la Capital Federal y con un óptimo acceso mediante una autovía que nos deposita rápidament­e en su casco urbano. Por su parte, el delta rosarino es realmente muy amplio y con muchos sectores óptimos para practicar la pesca de dorados al golpe con artificial­es. En este momento el río Paraná está bastante crecido, por lo que a los ya tradiciona­les sectores de buen rendimient­o se suman varios minipesque­ros que se llenaron de doraditos de todos los tamaños, divirtiend­o de una manera muy amena a los aficionado­s que los visitan.

En el recorrido hacia los pesqueros vamos a encontrar correderas, desagües de campos, árboles semisumerg­idos, raigones, lagunas y algunas pequeñas barrancas que aún recorren sectores del río. Y entre otros detalles que saltan a la vista, a muchos de los pesqueros clásicos los vamos a notar desfigurad­os debido a la crecida del Paraná, cambiando fisonomías y apariencia­s de los lugares que recorríamo­s de otras maneras. A favor del momento que se está atravesand­o en cuanto a la altura de las aguas, puede decirse que se generan varios minipesque­ros con el solo choque de la correntada en puntas de islas, árboles o construcci­ones abandonada­s. Debemos tener mucha precaución en el momento de la navegación y

observar atentament­e por dónde pasamos con la embarcació­n: las trampas naturales están a la orden del día. Por ese motivo recomendam­os contratar algún guía o baqueano que conozca mucho el sitio elegido para los intentos.

Preparando los equipos

Con mis compañeros de turno nos juntamos para saber qué debíamos llevar en cuanto a equipos. Fue fundamenta­l consultarl­o a Pablo Costa Gonta, nuestro guía para este relevamien­to, quien nos indicó paso a paso lo que íbamos a hacer y los elementos imprescind­ibles para no fracasar en la salida. Para pescar en baitcastin­g optamos por cañas de entre 14 y 17 libras de potencia (1 l ibra: 453, 592 gramos), en largos desde 1,80 a 2 metros. Los reeles del tipo “huevito” o de bajo perfil, cargados con hilo multifilam­ento de 40 libras. Para la prácticas en spinning elegimos cañas un poquito más largas, pero no superiores a los 2,10 m. En este caso los reeles serían frontales medianos, con buen registro de freno y cargados con el mismo tipo de multi que los anteriores. A todo el conjunto de cañas y reeles sumamos varias cajas de señuelos con diferentes modelos para cubrir todas las profundida­des, líderes de acero, pinzas para cambiar anillas y triples en caso de ser necesario, anteojos, gorras con viseras y unas ganas tremendas de pescar.

Junto a mi amigo Gustavo Miroglio emprendimo­s el viaje en una mañana fría y de mucha niebla, por lo que debimos t ra nsit a r con sumo cuidado, tota l tenía mos un d ía entero por delante. Llegamos muy tempranito a la guardería Tifón, donde Pablo ya nos esperaba con su embarcació­n lista en una de las cómodas amarras del lugar. Muy rápidament­e cargamos nuestros petates y comen za mos con la navegación, que según el guía nos llevaría más de una hora. L a idea era probar en dirección a la ciudad de Victoria, para en el regreso ir tocando todos los pesqueros

posibles hasta el puerto rosarino. Durante el traslado íbamos armando diferentes equipos y selecciona­ndo los señuelos que pensábamos podían rendir.

Luego de cruzar lo que pare- cía un gran desborde, entramos a un ancho arroyo que en su parte central marcaba una hermosa corredera que se perdía en un campo inundado. Arribamos con el menor ruido posible, mientras Pablo bajaba el motor eléctrico de proa para ir acomodando la embarcació­n de manera tal que pudiéramos pescar cómodos y recorrer lugares sin producir sonidos evitables. Hicimos unos

pocos lances y el primer juvenil de dorado dio sus muestras de gran cazador tomando un Bomber Model A de color blanco. El guía nos indicaba dónde debíamos tirar y junto a Gustavo tratábamos de responder de la mejor manera, colocando los artificial­es bien cerca de los palos o cayendo fuera de la correntada para enfrentarl­a de forma transversa­l con los artificial­es.

A toda orquesta

Luego de algunos piques más nos movimos a otros pesqueros. Así llegamos a una costa con verdes camalotale­s, donde se marcaba claramente un cambio de agua. Como sabíamos que los piques se produciría­n en el corte de agua, tirábamos unos cuantos metros dentro de la franja más clara, atentos a la navegación del señuelo. Muchas veces los dorados lo seguían hasta atacarlo casi pegado a la embarcació­n, haciendo más difícil la clavada. De esta manera pudimos tener varios piques, logrando desanzuela­r unos cuantos doradillos sobre la lancha.

Prácticame­nte en el momento del retorno dimos con un arroyito donde extrañamen­te pinchamos casi en su desembocad­ura y sacamos dos rayas enormes que hicieron muy complicado su acercamien­to, pero se pudo. Tocamos un par de boquitas de arroyos pescando con Fat Free Shad y DT 10 con muy buenos resultados. Ningún porte extraordin­ario pero buena cantidad.

Nos habíamos quedado con las ganas de probar en algunos pesqueros no tradiciona­les que habíamos visto durante la navegación, por lo que cerca del mediodía volvimos y no nos defraudaro­n: a todos les pudimos sacar algunos pescaditos, que muchas veces golpeaban el señuelo pero no concretaba­n.

Cierre a puro pique

Siempre retornando hacia el puerto, pescamos nuevamente a lg unos desbordes con co - rrentada donde enganchamo­s varias veces los señuelos en los raigones y pastos, sin obtener respuestas positivas. Improvisam­os un almuerzo a bordo, acomodamos un poco las ideas y ya estábamos listos para encarar la última parte del relevamien­to. El guía nos anticipó que íbamos a intentar en diferentes salidas de agua y que en cada una sacaríamos tres o cuatro pescados. No se equivocó en nada. El señuelo Shallow original (o con algunas variantes en sus paletas) fue la vedette junto a los Rattling y los X-rap de 10 cm.

La pesca terminó a toda orquesta, con un festival de piques. No tuvimos suerte con los grandes dorados que pueden salir allí, pero la diversión está asegurada si utilizamos equipos livianos y logramos tener piques en lugares inusuales donde un tiro preciso lo puede estimular. Rosario, bandera y dorados.

 ??  ?? La conjunción de una buena caña y el señuelo Bomber Fat Free Shad fueron letales a la hora de dar con los mejores piques.
La conjunción de una buena caña y el señuelo Bomber Fat Free Shad fueron letales a la hora de dar con los mejores piques.
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 ??  ?? En aguas sin correntada es más difícil concretar la clavada. Recogiendo lentamente obtuvimos una mayor cantidad de respuetas.
En aguas sin correntada es más difícil concretar la clavada. Recogiendo lentamente obtuvimos una mayor cantidad de respuetas.
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 ??  ?? Una raya que superó los 25 kilos también se atrevió al engaño.
Una raya que superó los 25 kilos también se atrevió al engaño.
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 ??  ?? Golpeando las costas con la lancha a la deriva. Un popurrí de señuelos que pudieron engañar a los doradillos del lugar. En la marina a punto de salir, con mucha ilusión. Y otro de los peleadores, aunque apenas superaba los 2 kilos de peso.
Golpeando las costas con la lancha a la deriva. Un popurrí de señuelos que pudieron engañar a los doradillos del lugar. En la marina a punto de salir, con mucha ilusión. Y otro de los peleadores, aunque apenas superaba los 2 kilos de peso.
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