Pedaleando bajo el agua.
Por sexto año consecutivo se realizó su cruce a bordo de bicicletas. Participaron más de 1.300 personas. Un cruce único en el mundo.
Por sexto año consecutivo se realizó el cruce del túnel subfluvial a bordo de bicicletas. Participaron más de 1.300 personas. Un cruce único en el mundo.
Atodos los argentinos nos es común el término túnel subfluvial, pero tal vez por eso no comprendemos la magnitud de la obra. Inaugurado en 1969, los 2.500 m de túnel “Raúl Uranga – Carlos Sylvestre Begnis” apoyado en el fondo del río Paraná, unen a las provincias de Entre Ríos y Santa Fe, y diariamente cruzan por él más de 10.000 vehículos.
Ahora, ¿qué tiene que ver esto con las bicis? Nada más y nada menos que es el ¿único? o uno de los pocos túneles subfluviales del mundo que se puede cruzar en bici. Una vez por año y tras un trabajo fenomenal de Médanos Bikes, en conjunto con los municipios de Santa Fe y Paraná, se organiza en noviembre el Cruce del Túnel.
En 2012, y para agasajar al túnel en sus aniversario, ciclistas de ambas ciudades partieron de una punta y de la otra para encontrarse en el medio. Y a partir del año siguiente se comenzó a organizar el evento partiendo de Paraná para almorzar en Santa Fe y retornar a la capital de Entre Ríos.
En 2016 “El Cruce” explotó y superó las 1.000 bicis. Por eso el llamado de Aldo Villalba –de Médanos Bikes– para invitar a revista Weekend a realizarlo no tuvo muchas vueltas... Mi sí fácil me traicionó al instante.
La fecha de la convocatoria en Paraná –el finde largo de noviembre– no podía ser más perfecta: sol, calor... y cientos de ciclistas pedaleando por todos lados. Ya el día anterior la organización convocó a una pedaleada masiva por la costanera del río.
En marcha
El domingo amaneció glorioso. De a dos, de a tres o en multitud las caravanas se fueron engrosando a medida que nos acercábamos al Club Náutico Paraná. El gran estacionamiento se colmó de autos, camionetas y hasta micros que descolgaban bicis de todos lados. Los que no habían retirado su kit de placa porta número y remera lo hacían en el momento. El panorama era multicolor, la alegría desbordaba y los ciclistas se reencontraban con compañeros de antiguas pedaleadas.
Al acercarse la hora se dieron las instrucciones y describió el trayecto. Pitazo de largada y tranquilamente la caravana enfiló hacia el túnel subfluvial. La sensación de ir bajando e internándose en él era emocionante... y ruidosa. Muchos bikers ya iban preparados (algunos habían realizado dos o tres cruces) con cornetas, pitos, y hasta equipos de música atados con precintos a la bici.
Con Rodrigo habíamos pedaleado en muchos eventos pero jamás en semejante clima de alegría. El cuarteto santafesino iba como piña. Y para sumar más,