Weekend

Acá juegan los grandes.

La localidad correntina es un pesquero estrella que ofrece increíbles surubíes y dorados, tanto en cantidad como en calidad, además de una excelente variada.

- Por Julio Pollero.

La localidad de Esquina, Corrientes, es un pesquero estrella que ofrece increíbles surubíes y dorados, tanto en cantidad como en calidad, además de una excelente variada.

Mientras seguía la fuerte baja en el caudal del río Paraná, la ciudad correntina de Esquina continuaba con una marcada alza en cuanto al nivel de pesca deportiva. Con una fisonomía natural que no se correspond­e con la que estamos acostumbra­do a ver, las costas de los principale­s ríos mostraban barrancas muy altas y pronun-

ciadas, con bancos de arena que parecían médanos, y arroyos casi secos, donde solo corría un hilo de agua o prácticame­nte nada. Era imposible ingresar a ciertas lagunas interiores, que ya no tenían la ayuda del caudal que lleva y trae las crecidas del río.

Por comentario­s y muchas anécdotas de amigos pescadores y guías de la zona, sabíamos que la pesca estaba en un buen momento con capturas de grandes surubíes, algunos muy buenos dorados y toda la variada que puede regalarnos la zona. Nuestra idea era enfocarnos en señuelos y utilizar las modalidade­s spinning y baitcastin­g, aun sabiendo que para dar con los grandes surubíes íbamos a tener que emplear la técnica del trolling. Mediante algunas char- las telefónica­s y encuentros, quedamos junto al Dr. Christian Langer y al guía rosarino, Luciano Davicino, en formar un lindo grupo para visitar las instalacio­nes de Río Lodge, propiedad del guía Matías Pavoni, especialis­ta en la pesca con todo tipo de carnadas artificial­es y gran conocedor de la zona.

Para calentar la muñeca

Las charlas con el guía consistier­on generalmen­te sobre qué tipo de señuelos estaban dando los mejores piques. Y si bien conocemos cuáles son los tres o cuatro señuelos que funcionan siempre, nunca está de más llevar varias cajas con distintas alternativ­as para luego selecciona­r la más apropiada para la situación.

Los equipos a utilizar eran cañas de bait y spinning de 1,80 a 2,10 m de largo con una potencia máxima de 17 lb (1 lb = 453,592 g), reeles frontales medianos para spinning cargados con hilo multifilam­ento de 30 lb, y reeles de bajo perfil cargados con multifilam­ento de 40 lb, como siempre recomendam­os, que posean un buen registro de freno. Una vez acordados los días en que íbamos a realizar la nota, nos pusimos de acuerdo para llegar al mismo momento, ya que mis compañeros venían desde Córdoba y Rosario, mientras que quien escribe lo haría desde Buenos Aires.

Llegamos un día realmente muy feo, lloviznaba, hacía mucho frío y el viento del cuadrante sur se hacía sentir en las cabañas. Sinceramen­te no daban ganas de prepararse, pero ya estábamos ahí y el guía nos arengaba diciéndono­s que no seamos miedosos (obviamente utilizó otro término), que el viento se llevaría la tormenta y que bajo un día muy pero muy gris, haríamos igualmente una buena pesca.

Llegamos a la bajada de las embarcacio­nes y cargamos todo sobre la cómoda lancha del guía. Mientras viajábamos por los arroyos interiores, armamos los equipos y charlamos con Matías sobre las estructura­s en las que íbamos a realizar nuestra pesca. Desorienta­do, pero a la vez muy firme en sus conviccion­es, él detuvo la marcha en un pozón sobre el Inga, lugar que no mar-

caba nada extraordin­ario, pero que a la postre nos daría grandes satisfacci­ones con una rica y diversa variada que picaría en distintos señuelos, que siempre trabajaron sobre el fondo.

Con la chanza de hacer una competenci­a entre los cuatro, comenzamos a pescar surubíes, pico pato, dorados, rayas, morenas y todo tipo de bagres. Como para calentar la muñeca.

Salimos de ahí y pasamos a pescar sobre el río principal y en algunas entradas de los ríos menores, siempre tras los dorados; aunque al final no nos fue bien. Levantamos todo y navegamos en busca de los bancos de arena para ver si la actividad mejoraba con menos cantidad de agua. Se dieron algunos piques, pero nada significat­ivo.

Tras otra conversaci­ón más, llegamos a la conclusión de que se estaban dando buenos ejem-

plares de surubíes mediante el trolling, modalidad que a veces es resistida, pero no por eso deja de ser efectiva. Con la idea de comprobar la veracidad de los dichos, armamos un par de equipos con robustos señuelos de profundida­d y nos dirigimos hacia los veriles de los bancos.

Jugar con Messi y Maradona

La conclusión y el resultado fue muy positiva, en la primera pasada pinchamos un surubí de unos 8 kg, pero más tarde una tremenda llevada nos hizo levantar las cañas a todos y contemplar la pelea de un hermoso surubí que rondaba los 25 kg.

El día no aclaraba y el frío se hacía sentir cada vez más. Como sabíamos que nos quedaba otro día completo de pesca, decidimos volver a las cabañas y preparar todo para la siguiente jornada.

Durante la cena, el guía Pavoni estaba muy preocupado porque pensaba que los dorados habían ganado la pelea, se sentía derrotado, cosa que nosotros magnificam­os solo para llevarle la contra. Decidido a realizar otro intento en busca de los tigres del río, nos fuimos a dormir. Nuevamente con un día muy oscuro, nublado y frío, navegamos hacia los nuevos pesqueros en el interior del delta, que nos llevaron a unos bañados muy bajos y sin actividad aparente.

Comenzaron los casteos con señuelos del tipo glidding y otros de subsuperfi­cie. Un par de tiros y a

cobrar, primer dorado a bordo para luego ser liberado sin daños. Durante un largo trayecto de lagunas y bañados obtuvimos varios piques de dorados de todos los tamaños, ninguno superior a los 4 kg, pero todos muy divertidos y peleadores. Seguimos el derrotero de los arroyos interiores en la búsqueda de diferentes estructura­s. Una sucesión de palos y árboles sumergidos nos dieron una excelente opción para intentar a la pasada.

Christian fue el primero que probó sobre unos troncos gruesos, en los que golpeaba una correntada no muy fuerte. Se pasó un poquito con el tiro, pero al momento de pasar el señuelo por el lugar indicado un hermoso dorado se prendió del artificial.

Seguíamos con la deriva descendent­e cuando llegó el turno de Luciano, que embocó el artificial entre dos troncos en forma de orqueta y pinchó el mejor dorado de la jornada. Luego de esta captura fuimos hacia la zona de las barrancas para volver a intentar con señuelos tipo bananitas. Los resultados fueron variados; por momentos había una buena sucesión de piques y luego se cortaba por un rato.

Sin mucho para agregar, y después de haber leído algunas de las líneas del texto, no hace falta decir que pescar en Esquina es como jugar al fútbol con Maradona y Messi. Lujos y placeres que solo nos puede regalar una de las zonas estrella del Paraná Medio.

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En la misma zona de bancos pudimos dar con las dos especies a la vez. Los señuelos oscuros fueron una buena opción. Con equipos livianos es muy divertido. Doblete de dorados en zona de profundida­d. La lancha contaba con motor eléctrico auxiliar.
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Arriba: Langer, Davicino y Pavoni con otro tremendo surubí de los veriles. Der.: el salto de un gran dorado en plena pelea. Izq.: otro de los mayores placeres de esta práctica, la devolución de la pieza. En ese caso, un hermoso surubí.
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Raptor Gliding NG Mojarra Bomber Windcheate­r Voraz Banana

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