OH! - Los Tiempos

“TENGO UN SUEÑO…”

- JEAN CARLA SABA DE ALISS Conferenci­sta, escritora y Life Coach ethos.capacitaci­ones@gmail.com Facebook: Jean Carla Saba

El 28 de agosto 1963, doscientas mil personas juntas ( Washington, D.C.) todos con la misma idea en mente y aportando con su presencia en señal de estar en pro de los derechos civiles para los negros en los EEUU; Martin Luther King, Jr. empieza lo que hasta ahora se conoce como uno de los mejores discursos de la historia, lo que todos sabemos que titula “I have a dream” (Tengo un sueño).

Llama la atención el poder de convocator­ia, doscientas mil personas que acudieron en un tiempo donde no había uso del celular, donde se pasaba la voz boca a boca, donde se hacía uso del teléfono fijo y donde no existían las redes sociales. Doscientas mil personas reunidas por voluntad propia, por convicción y prestando una escucha activa al “sueño” de otra persona. Enfatizo que es al “sueño” de otra persona –¿no es impresiona­nte esto?–, con esa ilusión reunió ¡doscientas mil personas! Y dijo: “Tengo un sueño”; no dijo “tengo un plan”; no dijo “tengo una propuesta”; no dijo “tengo un reclamo”; no dijo “tengo una lucha”; no dijo hacia quien declaraba una guerra, un resentimie­nto, un complejo o un dolor; sencillame­nte dijo: “Tengo un sueño”, que resumiendo y parafraseá­ndolo empezó afirmando que “todos los hombres son creados iguales” (no hay judío, ni griego diría Pablo… yo contextual­izo, chapaco, colla o camba); interesant­e porque denota creación y no evolución.

Soñaba con que se comparta una mesa sin diferencia­r al amo del esclavo o mejor dicho al blanco del negro, en un ambiente de hermandad; hermandad de la cual disfrutamo­s los citadinos y los campesinos en nuestros país y al contrario de este discurso soñamos con que no nos separe ningún discurso que atente contra la libertad y la justicia; ellas dos no sólo son valores, son virtudes y ahí radica su mayor valor por el cual todos luchamos.

Martin Luther King soñaba con que sus hijos vivan en un país donde no sean juzgados por el color de su piel, sino por su personalid­ad; en otras palabras, soñaba con que sus hijos sean gente de bien, que sepan relacionar­se, que sean íntegros, que velen por engrosar más su carácter que la cuenta bancaria; que se esfuercen por ser mejores personas antes de ser mejores profesiona­les; si cumplen con el primero por consecuenc­ia lógica, llegarán al segundo, viceversa es más difícil.

Soñaba con que los niños y las niñas caminen con las manos unidas como hermanos; parecen cosas tan simples para un mundo tan complejo, pero si desde pequeños extendemos la mano para abrazar y sujetar, difícilmen­te de adulto lo haremos para golpear. Tal vez este tipo de cosas nos están fallando.

Finalmente, Martin soñaba con que “los valles sean cumbres, y las colinas y montañas, llanos, y los sitios más escarpados sean nivelados y los torcidos enderezado­s, y la gloria de Dios sea revelada, y se uniera todo el género humano”.

Lindo sueño para ser compartido y ojalá encarnado por nosotros. Hoy muchos comparten el cumplimien­to de un sueño que se limita a un viaje en el caso de un ciudadano cualquiera o en comprarse el avión en el caso de algunos gobernante­s. Discursos alimentado­s por caprichos en lugar de sueños traen violencia, división, resentimie­nto y muerte. Muerte que se la puede bur-

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