AVE MARIAH
M“Ave cantora suprema” es el nombre que los medios le dieron a esta neoyorquina en los noventas. Su voz reptaba como barítono en el subsuelo con la misma facilidad con la que flotaba en la estratosfera y sus composiciones rompieron, uno tras otro, todos los récords de la industria. En medio de una década dominada por el plástico y los sintetizadores, ese talento la elevó a Mariah Carey a estatus de superestrella, un papel que hasta hoy sabe llevar como nadie y que veremos en Chile el 30 de octubre.
—Es una leyenda del pop. ¿Hay alguna artista femenina que crea esté haciendo las cosas bien? ¿Alguien que esté dominando la industria en este momento?
—Hay algunas…
—¿Y quiénes son?
—Son mujeres encantadoras, pero hoy no es su día (ríe).
La entrevista es suya y, obvio, no se habla de nadie más.
Han pasado 26 años desde que hipnotizó al mundo con sus melismas y su rango vocal con Vision of Love, su sencillo debut, y ocho desde su último éxito comercial (la canción Touch my Body) pero Mariah Carey (46) no ha dejado de ser la diva autosuficiente —un personaje que ella reconoce explotar— que el mundo adora.
Con apenas 20 años, Carey lanzó su disco homónimo de la mano de Sony Music en 1990. Un montón de cabello rizado, una voz de cinco octavas que podía romper cristales y una serie de baladas escritas por ella misma fueron su presentación.
El álbum fue el primero de una carrera de éxitos comerciales sin precedentes.
Se convirtió en la primera artista en tener —al menos— un éxito número uno en cada año de los ’90, acumulando 14 esa década. Entre ellos, además de su debut, destacan la inspiracional Hero, su versión de I’ll Be There (original de los Jackson 5) y una canción inédita hoy convertida en