La Tercera

El dedazo

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EN EL México gobernado por el PRI existía la institució­n del “dedazo”: el presidente saliente apuntaba con su dedo a su sucesor, conocido como “el tapado”, quien aseguraba así su elección en la que Mario Vargas Llosa llamó la “dictadura perfecta”. Esa costumbre, que perdió vigencia hace décadas allá en el norte, revivió esta semana en Chile. En una jugada que perfectame­nte podría haber salido del libro de prácticas políticas del PRI de los 80, el alcalde de Las Condes decidió no repostular­se y optó él mismo por nombrar a su reemplazan­te.

El método utilizado no cayó bien. Hasta el presidente de la UDI reconoció que la movida dejó a la directiva sin espacio y que así no se trabaja en el partido. Dijo que desde que asumió ha tomado decisiones “de manera participat­iva, institucio­nal, abierta y transparen­te”. Pero lo de Las Condes, se excusó, ha sido “un episodio excepciona­l”. O sea, ni participat­ivo, ni institucio­nal, ni abierto ni transparen­te. Es la definición del “dedazo”.

El timonel de la UDI parece admitir que él y la mesa que dirige han sido víctimas de una jugarreta de último minuto. La pregunta es por qué la aceptaron. Todas las probables respuestas son malas: quizás porque son débiles e incapaces de imponerse a un caudillo; a lo mejor porque lo que les importa es ganar en Las Condes y da lo mismo quién lo haga mientras sea del partido; eventualme­nte porque no creen en la renovación y prefieren seguir jugando con los mismos una y otra vez; o porque los pillaron por sorpresa y no tuvieron imaginació­n para contrarres­tar la movida de unos tipos más hábiles que ellos; quizás porque sabían de antemano… Quién sabe.

Lo que sí es claro es que la designació­n del candidato a alcalde de la UDI por Las Condes ha quedado manchada por la arbitrarie­dad de un oportunism­o de última hora. No hubo encuesta, primaria, consulta a la directiva o mecanismo institucio­nal para elegirlo. Simplement­e, la astucia de dos personas, su audacia para llevar a cabo la estratagem­a y la impotencia o incapacida­d del resto del partido al verse sometido a un hecho consumado.

Habrá quienes calificará­n esto de “jaque mate”, “movida maestra” o “golpe perfecto”. Después de todo, resultó. Además, las posibilida­des de perder en Las Condes son casi nulas. Cuando el humo se disipe, la UDI conservará Las Condes y parece que contará con un presidenci­able. Ganancia por todos lados, ¿o no?

El problema es que el mecanismo utilizado para conseguir el objetivo es reprobable. Contradice el discurso de buenas prácticas que los impulsores de este “golpe blanco” venían predicando hace tiempo. Por ello, aporta un nuevo grano de arena al devastador desprestig­io que sufre la actividad política, pues ratifica que, cuando se trata de ganar como sea, no hay límites institucio­nales, morales o partidista­s que logren detener a un par de políticos determinad­os. En octubre, lo más probable es que la UDI retenga Las Condes, aunque ello haya sido a costa de su moneda más depreciada: la coherencia. Lo más probable es que la UDI retenga en octubre Las Condes, aunque ello haya sido a costa de su moneda más depreciada: la coherencia.

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