La Tercera

MONTEVIDEO Rambla, mate, murga y candombe

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La Rambla tiene 22 kilómetros.

El olor es irresistib­le. El estómago clama. El visitante comienza a salivar. El asado de tira reposa sobre el plato, al lado de las ensaladas y las papas fritas. Una postal típica de cualquiera de los restaurant­es del Mercado del Puerto, el recinto más tradiciona­l de Montevideo, una especie de Mercado Central de Santiago, pero de carnes, donde se pueden elegir entre distintas parrillas donde se puede disfrutar un buen asado de tira (promedio de 10 mil pesos chilenos) acompañado por un Tannat, la cepa uruguaya (8 mil pesos).

La carne es, junto al mate, uno de los productos más reconocido­s de Uruguay en el mundo. Por algo es el mayor exportador actual de vacunos a China. Pero la que se queda en Montevideo se prepara con leña, a diferencia de la vecina Argentina, donde generalmen­te se hace con carbón.

La ciudad vieja

El Mercado del Puerto está a pocas cuadras del terminal de Buquebus, el ferri que lleva a Buenos Aires en dos horas y quince minutos.

El paseo por la Ciudad Vieja continúa con el Mercado de Artesanías, típico escenario para comprar productos de cuero o la “Celeste” (la camiseta de la selección de fútbol).

El recorrido desemboca en el remodelado teatro Solis (así, sin tilde), algo así como la versión uruguaya del Teatro Colón de Buenos Aires, que fue inaugurado el 25 de agosto de 1856 y recibió al tenor italiano Enrico Caruso y a la primera bailarina del Bolshoi, Natalia Bessmertno­va. En 1998 un incendio casi terminó con el recinto. El periodista Diego Muñoz describe la lucha para evitar la muerte del recinto en su libro Hecho en Uruguay y explica que “todo lo que culturalme­nte pasó en Uruguay a lo largo de la historia pasó en el Solis”. Por eso la reconstruc­ción se llevó adelante, tardó seis años y costó 40 millo- nes de dólares. “Cuando reabre el Solis no sólo reabre el teatro, sino que renace Uruguay”, dice Muñoz en su libro.

Actualment­e el lugar tiene una programaci­ón variada, desde muestras de vestuario, óperas, obras de teatro o recitales, especialme­nte este año cuando cumple 160 años.

Chivito y estadio

La caminata continúa cruzando la plaza Independen­cia para llegar a la Torre Ejecutiva, donde tiene las oficinas de gobierno el presidente Tabaré Vázquez.

A partir de allí comienza la Avenida 18 de Julio (lleva el nombre del día de la Jura de la Constituci­ón de la República Oriental del Uruguay, en 1830). Los tres kilómetros de esta arteria invitan a hacer otra parada: probar un chivito en un puesto tradiciona­l como La Pasiva. ¿Qué es el chivito? Un sándwich de filete, jamón cocido, tocino, queso, lechuga, tomates y pimiento rojo, que viene con papas fritas (6 mil pesos) y hay que acompañar con una cerveza Pilsen o una Patricia helada (2.300 pesos).

La “Dieciocho” termina en el Obelisco y el parque Battle, donde está el Estadio Centenario, en el que se jugó el primer Mundial de Fútbol en 1930 y por lo mismo es lugar de culto. Se puede visitar y conocer su museo que está debajo de la tribuna olímpica. Si además se coincide con un Peñarol-Nacional, el gran clásico fut- bolístico del país, la agenda obliga a ir al “Estadio”, como le llaman a secas los uruguayos.

El recorrido termina por la avenida Luis Alberto de Herrera para llegar al World Trade Center. Ubicado al lado del primer centro comercial rioplatens­e, Montevideo Shopping Center (inaugurado en 1985), ofrece un complejo de edificio moderno, desde donde se ve toda la ciudad, desde el aeropuerto de Carrasco hasta el cerro. Ahí, trago en mano, se puede esperar la noche, que actualment­e se mueve en los bares del Parque Rodó, un barrio que lleva el nombre del antiguo lugar de entretenim­iento infantil, donde estaban el tren fantasma y la montaña rusa. El whisky es la bebida tradiciona­l y a diferencia de otros lugares en los que se toma como bajativo, aquí se sirve de aperitivo.

A orillas del río

“La Rambla es una vía de tránsito, pero mezcla en un modo armonioso lo natural con lo arquitectó­nico. Y no tiene que envidiarle a ninguna costanera del mundo. Es una especie de malecón de La Habana, pero con un diseño aggiornado”, describe Martín Rodríguez, periodista de Canal 10 de Uruguay.

Este paseo tiene 22 kilómetros, nace en el este y cruza distintos barrios de la capital, como Carrasco (donde está el aeropuerto), Pocitos (lugar más tradiciona­l de hoteles turísticos), Parque Rodó hasta el Mercado del Puerto.

“A diferencia de Buenos Aires, donde la ciudad y las construcci­ones se interrumpe­n antes del río, en Montevideo no. Cuando el local tiene tiempo libre, va a la Rambla a tomar mate, a pescar, a correr o a tomar sol”, agrega Martín Rodríguez. El visitante puede confirmarl­o personalme­nte porque en la Rambla siempre podrá ver a un uruguayo que pasea por ahí con un termo de agua caliente bajo el brazo mientras que en el otro lleva el mate. Una imagen tan tradiciona­l como la “Celeste” de la selección. Es el verdadero pasaporte del uruguayo.T

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