A un siglo del rescate del piloto Pardo
Mañana se cumplirán 100 años desde que el marino sorteara el sinuoso mar del sur y salvara a 22 hombres de morir en la Antártica.
Cuando Ernest Shackleton comenzó a reclutar la tripulación para su Expedición Imperial Transantártica, que buscaba ser la primera en cruzar la Antártica a pie, fue riguroso en advertir sobre las potenciales consecuencias del viaje: “Se buscan hombres para viaje peligroso”, comenzaba la nota de reclutamiento publicada en los diarios londinenses.
El aventurero inglés intuía que su expedición podía terminar en fracaso. Y así fue. Tras partir de las islas Georgias del Sur, en el Atlántico Sur, su barco, el Endurance zozobró poco antes de iniciar su travesía a pie. La embarcación quedó atrapada en el hielo, y la tripulación, varada en la Antártica.
Shackleton y sus expedicionarios se refugiaron en la isla Elefante a la espera de un rescate que nunca se fraguó.
Sin víveres y desesperanzados, Shackleton decidió navegar rumbo a las islas Georgias del Sur en un bote salvavidas rescatado antes del hundimiento del Endurance, mientras el grueso de su tripulación aguardaría en la isla.
Tras 22 días de penoso viaje en el pequeño bote, el explorador llegó al enclave ballenero, donde organizó rápidamente el rescate de sus marineros. Pero ni un ballenero británico, ni el barco que más tarde le asignó el gobierno uruguayo lograron su cometido. Ninguno fue capaz de sortear la banquisa de hielo.
Así, Shackleton arribó a Punta Arenas, donde tras fracasar en el rescate con una goleta llamada Emma, organizó el viaje con el piloto Pardo, que finalmente logró su objetivo.
Según la historiadora y autora del libro El Piloto Luis Pardo Villalón, Consuelo León Wöppke, más allá del arrojo del marino chileno, su profundo conocimiento de los mares del sur permitió su exitoso rescate. “Llevaba años navegando en la zona, reabasteciendo faros y balizas. También fue importante la experiencia de mar acumulada en Punta Arenas por sus loberos, balleneros y marinos”, dice.
Diminuta gratitud
León Wöppke explica que la gratitud de Shackleton hacia Pardo nunca fue muy explícita. “Agradeció a Pardo y a nuestro país, pero sólo en forma muy discreta, en sus primeras declaraciones en Punta Arenas, y más escuetamente en una breve frase en su libro. Tenía muy claro que debía formarse la imagen de una persona que se la jugaba a fondo por sus compañeros, y que más que mirar los escasos resultados de su expedición, debía guiar al público hacia la mirada de jefe heroico que podría llegar a dar la vida por salvar a sus compañeros y, por supuesto, los testimonios materiales de su odisea en la Antártica”, dice.
La historiadora añade que, como súbdito británico, Shackleton entendía que no era bien visto que a un modesto piloto 2º de una pequeña república latinoamericana le cupiera el honor de haber rescatado con vida a todos los miembros de la expedición. “El Imperio británico tenía una brillante tradición y experiencia antártica, y resultaba del todo inconveniente que, para mantenerla, hubiese tenido que depender de una modesta embarcación tripulada y comandada por un piloto mercante chileno”.b
5 de diciembre 1914