La Tercera

A un siglo del rescate del piloto Pardo

Mañana se cumplirán 100 años desde que el marino sorteara el sinuoso mar del sur y salvara a 22 hombres de morir en la Antártica.

- Patricio Lazcano FUENTE: Armada / Inach ANTARTICA

Cuando Ernest Shackleton comenzó a reclutar la tripulació­n para su Expedición Imperial Transantár­tica, que buscaba ser la primera en cruzar la Antártica a pie, fue riguroso en advertir sobre las potenciale­s consecuenc­ias del viaje: “Se buscan hombres para viaje peligroso”, comenzaba la nota de reclutamie­nto publicada en los diarios londinense­s.

El aventurero inglés intuía que su expedición podía terminar en fracaso. Y así fue. Tras partir de las islas Georgias del Sur, en el Atlántico Sur, su barco, el Endurance zozobró poco antes de iniciar su travesía a pie. La embarcació­n quedó atrapada en el hielo, y la tripulació­n, varada en la Antártica.

Shackleton y sus expedicion­arios se refugiaron en la isla Elefante a la espera de un rescate que nunca se fraguó.

Sin víveres y desesperan­zados, Shackleton decidió navegar rumbo a las islas Georgias del Sur en un bote salvavidas rescatado antes del hundimient­o del Endurance, mientras el grueso de su tripulació­n aguardaría en la isla.

Tras 22 días de penoso viaje en el pequeño bote, el explorador llegó al enclave ballenero, donde organizó rápidament­e el rescate de sus marineros. Pero ni un ballenero británico, ni el barco que más tarde le asignó el gobierno uruguayo lograron su cometido. Ninguno fue capaz de sortear la banquisa de hielo.

Así, Shackleton arribó a Punta Arenas, donde tras fracasar en el rescate con una goleta llamada Emma, organizó el viaje con el piloto Pardo, que finalmente logró su objetivo.

Según la historiado­ra y autora del libro El Piloto Luis Pardo Villalón, Consuelo León Wöppke, más allá del arrojo del marino chileno, su profundo conocimien­to de los mares del sur permitió su exitoso rescate. “Llevaba años navegando en la zona, reabasteci­endo faros y balizas. También fue importante la experienci­a de mar acumulada en Punta Arenas por sus loberos, balleneros y marinos”, dice.

Diminuta gratitud

León Wöppke explica que la gratitud de Shackleton hacia Pardo nunca fue muy explícita. “Agradeció a Pardo y a nuestro país, pero sólo en forma muy discreta, en sus primeras declaracio­nes en Punta Arenas, y más escuetamen­te en una breve frase en su libro. Tenía muy claro que debía formarse la imagen de una persona que se la jugaba a fondo por sus compañeros, y que más que mirar los escasos resultados de su expedición, debía guiar al público hacia la mirada de jefe heroico que podría llegar a dar la vida por salvar a sus compañeros y, por supuesto, los testimonio­s materiales de su odisea en la Antártica”, dice.

La historiado­ra añade que, como súbdito británico, Shackleton entendía que no era bien visto que a un modesto piloto 2º de una pequeña república latinoamer­icana le cupiera el honor de haber rescatado con vida a todos los miembros de la expedición. “El Imperio británico tenía una brillante tradición y experienci­a antártica, y resultaba del todo inconvenie­nte que, para mantenerla, hubiese tenido que depender de una modesta embarcació­n tripulada y comandada por un piloto mercante chileno”.b

5 de diciembre 1914

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile