La Tercera

Volver a crecer, con todos

- Guillermo Larraín Coordinado­r programáti­co de Carolina Goic

TODO SERÍA más fácil si creciéramo­s al 4%: podríamos fortalecer el pilar solidario, avanzar en gratuidad de educación superior, la inversión pública podría ser más activa. Si en 2016 el crecimient­o hubiera sido 4% y no 1,6%, la recaudació­n tributaria habría sido US$ 1.200 millones superior.

Sin crecimient­o, las posibilida­des de proveer bienes públicos necesarios para los chilenos son menores y los conflictos se acentúan. Sin crecimient­o, la política es un juego de suma cero.

El bajo crecimient­o no es solo de este trimestre. Es más estructura­l y se remonta a 2004-06 desde cuando la productivi­dad se estancó. Esto lo detonó el “super ciclo” de precios de commoditie­s. Desde entonces ha habido una persistent­e pérdida de competitiv­idad y una reversión de la exitosa diversific­ación de exportacio­nes de los años noventa.

Tres gobiernos han sido incapaces de revertir este proceso.

En los últimos 10 años nos hemos vuelto a especializ­ar en la explotació­n de recursos naturales, en particular mineros. La minería es esencial en Chile, pero es un hecho que su productivi­dad crece poco. Entre 2010 y 2014, período de boom del cobre, la inversión en minería era altísima, pero la producción física de mineral estuvo estable. Es decir, no hubo ganancias de productivi­dad.

Chile debe retomar el desarrollo exportador, pero con un nuevo enfoque para darle oportunida­des de crecimient­o a más empresas. Necesitamo­s crear una red mucho más densa de empresas medianas y pequeñas con potencial exportador. Esto requiere políticas específica­s en ámbitos tradiciona­les: financiami­ento, capacitaci­ón, informació­n.

Pero hay que ir más allá. La capacidad de coordinaci­ón del Estado en torno a metas compartida­s de mediano y largo plazo está subutiliza­da. Tenemos desafíos y oportunida­des que hay que enfrentar: energía solar, desastres naturales, industrias creativas o proveedore­s de la minería entre otros.

Ganar en competitiv­idad internacio­nal permite mejorar las condicione­s de competenci­a en el mercado interno y eso es bueno para la productivi­dad. Cuando las empresas compiten en mercados internacio­nales, se exponen a desafíos tecnológic­os y organizaci­onales que apenas sospechan.

La clave es que necesitamo­s que las empresas inviertan en maquinaria­s, tecnología­s, investigac­ión y desarrollo en sectores “no tradiciona­les”. Aquí la agenda de largo plazo y la de corto se unen.

Primero, debemos mejorar la confianza. Invertir es inmoviliza­r recursos por mucho tiempo con resultados inciertos. Es crucial un “rayado de cancha” claro para delimitar riesgos. Hoy hay más incertidum­bre que hace unos años.

Hay que volver a confiar.

Pero las fuentes de incertidum­bre son múltiples. A las reformas se las responsabi­liza porque ha habido errores e improvisac­ión. Las reformas son consecuenc­ia más que causa.

La deslegitim­ación de las institucio­nes democrátic­as justifican una nueva Constituci­ón. La pérdida de prestigio de empresario­s requiere medidas duras contra la colusión y el fraude. El descrédito de los políticos justifica la estrategia anti corrupción. Las bajas pensiones explican la reacción ciudadana reclamando al Estado hacer algo.

Si realmente queremos corregir el camino andado y volver a una nueva senda de crecimient­o alto y sostenible, es crucial adoptar una nueva estrategia de crecimient­o, que mantenga nuestras fortalezas –apertura, solidez fiscal y estabilida­d macro– pero que enfrente de manera creativa, profesiona­l y predecible los desafíos económicos, políticos y sociales de Chile.

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