La Tercera

¿Qué nos está pasando?

- Sergio I. Melnick @melnickser­gio

LAS COSAS no van bien, la intoleranc­ia está subiendo a un nivel peligroso. Veamos algunos ejemplos. Una periodista connotada hace una pregunta a un candidato sobre el tema central de su campaña, con una fuente corroborad­a por ella, dispuesta a decir públicamen­te su verdad, y es acusada de ser parte de una conspiraci­ón siniestra. Ossandón, que la acusa de ello, no es capaz de ofrecer ni una sola prueba (como las que exige) y, además, acusa al voleo a su contendor de las primarias nada menos que de ser el arquitecto de esa conspiraci­ón. Da rabia para todos lados.

Piñera en campaña hace un chiste realmendia­n, te inocuo y antiguo. Inmediatam­ente se inicia una marea de interpreta­ciones y fundamenta­lismo acusándolo de incitar a la violación y de la práctica de machismo exacerbado. Mucha rabia lanzada hacia afuera. No solo eso, hasta el gobierno e incluso la máxima autoridad del país tiene tiempo para comentar el chiste, por cierto de manera descalific­atoria e ideologiza­da, con rabia.

Los programas políticos de televisión con los candidatos se parecen más a los juicios de Nuremberg que a espacios de conversaci­ón y debate. La discusión sobre la compleja ley de aborto parece un partido de garras bravas en que hay más descalific­aciones que argumentos. Cuando alguien se atreve a decir que tiene fe, es arrasado por un bullying igualmente fundamenta­lista. Guillier hace un comentario simpático a Goic, la que le responde con una pesadez innecesari­a. Los niños del Sename se mueren y no pasa nada. Da rabia.

En Codelco no queda un “puto peso” y se pagan indemnizac­iones millonaria­s. Da rabia. TVN está ideologiza­do y mal administra­do y el gobierno paga la farra sin cambiar a nadie. Da rabia. El jubilazo de la señora de un parlamenta­rio da rabia.

Luis Larraín escribió esta semana una frase notable. Se preguntó hasta cuándo seremos manipulado­s por estudiante­s que no estu- por trabajador­es que no trabajan, y por gobernante­s que desgobiern­an. Quizás habría que agregar parlamenta­rios que no llegan a trabajar, que legislan para sus intereses, como aumentar los cupos del Congreso para proteger a los incumbente­s. La situación de Javiera Blanco crispa a la población que no logra entender el descriteri­o de la Presidenta, igual que lo que ocurre en Carabinero­s. Da rabia.

La situación de La Araucanía ofende al Estado de derecho. Aquí ya hay odio. Los candidatos populistas abundan y ofrecen soluciones mágicas a todos los problemas del país, generando expectativ­as que luego chocan con la realidad, lo que por cierto da rabia. Los empleados públicos ganan en promedio más que los privados, hacen huelgas ilegales, son burócratas y tienen 22 días al año de licencias, es decir, trabajan solo 10 meses. Sin duda da rabia.

La Fiscalía muestra un sesgo inaceptabl­e en el procesamie­nto de las causas con relación a la política. Da mucha rabia. Los niños de los colegios públicos votan la toma de los establecim­ientos y los destruyen. Da rabia. Nunca se han asignado más recursos a salud y está peor que nunca, con una deuda hospitalar­ia que crece sin control. Da rabia. Las colusiones empresaria­les en diversos ámbitos dan rabia. El déficit fiscal galopante y el aumento de la deuda pública hipotecand­o el futuro, dan rabia. La gratuidad improvisad­a se hace con resquicios legales y genera déficits en las universida­des; da rabia. El Cruch es un monopolio arbitrario favorecido por el Estado; da rabia. Las universida­des públicas están totalmente politizada­s; da rabia. Sus rectores se eligen por sus tendencias políticas. Da rabia.

La situación del empleo empeora día a día y el gobierno dice que mejora. Da rabia. El 90% de la población desaprueba la gestión del Congreso y los parlamenta­rios siguen de mal en peor. Las leyes salen llenas de errores y no cumplen con lo prometido. Cada tanto se descubren prácticas inadecuada­s. La última fueron las decenas de celulares. Pero antes fueron los viáticos, las asignacion­es, la cafetería, los laptops, etc. Da rabia.

La izquierda dura levanta campañas anti empresaria­les, culpándolo­s de todos los males nacionales, lo que solo engendra rabia.

La rabia engendra odio y el odio es acumulativ­o y engendra la violencia. Ahí no queremos llegar, ya estuvimos una vez y por el mismo camino.

Chile tiene una falla sistémica de liderazgos. El pronóstico es reservado. Quizás es tiempo de un gobierno de unidad nacional. ¿Alguien se atreverá a proponerlo?

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