La Tercera

Informe sobre la desigualda­d en Chile

El diagnóstic­o del PNUD minimiza el logro que ha obtenido Chile en materia de crecimient­o y mejoramien­to social efectivo.

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UN ENCANTAMIE­NTO excluyente con la igualdad parece estar inspirando al PNUD, que ha entregado en estos días 400 páginas dedicadas a la desigualda­d socioeconó­mica en el Chile actual, mientras avanza en un estudio sobre desigualda­des territoria­les en nuestro país. Todo esto tras haber desarrolla­do ya un informe sobre relaciones de género en 2010, y uno sobre desigualda­des entre los pueblos originario­s y el resto de la sociedad en 2013. Y nos anuncia que próximamen­te estudiará las desigualda­des socioambie­ntales en Chile.

En el reciente estudio del PNUD hay emocionali­dad para visibiliza­r la desigualda­d en Chile. “Está en los tonos de piel, en la estatura y en los apellidos, en la geografía de las grandes ciudades y sus barrios estancos, en las amplias casas con vista al mar y en los parques perfectame­nte mantenidos, en las calles que se inundan, en los buses repletos y en los paraderos rotos…”. Pero ese celo por conmover cambia a acotacione­s, apenas marginales, cuando se trata de ponderar posibilida­des reales de actuar sobre la desigualda­d. Así, tras identifica­r en mayores impuestos a la renta un instrument­o para combatir la desigualda­d, indica que “dos resguardos que deben tomarse son no generar desincenti­vos evidentes a la creación de ingresos y riqueza que después puedan ser gravados con el impuesto a la renta, y recordar que en el contexto de la globalizac­ión los capitales pueden trasladars­e a otros países”.

En definitiva, el trabajo descriptiv­o de la desigualda­d en Chile, presentado por el PNUD, minimiza el mérito de lo logrado por Chile en cuanto a crecimient­o y mejoramien­to social efectivo, sobre lo cual hay evidencia abrumadora. Entre 1985 y 2013, el ingreso per cápita creció (Banco Mundial) al 4% real anual, con lo cual Chile redujo rápidament­e la pobreza y pasó a ser un país de clase media. Luego, el propio PNUD aporta evidencia sobre la seriedad de las políticas sociales en Chile: los recursos totales recibidos por el quintil más pobre de la población cuando se incluyen aportes monetarios y bienes y servicios subsidiado­s tales como educación y saludmás que duplican los ingresos que ese grupo genera por sí mismo (106,2% del ingreso monetario propio de los hogares en 2011), mientras en los países de la OCDE el apoyo estatal a ese quintil más pobre aumenta sus ingresos en solo 66%. La realidad es, como indica la última versión del ranking mundial de Progreso Social (2017), que Chile, en el lugar 25 en el mundo, lidera en América Latina.

Nuestro país requiere resguardar­se de enfoques puramente voluntaris­tas. Debe retomar su exitosa estrategia económica y social, que da un lugar central al crecimient­o, para su lucha contra la pobreza y desigualda­d. Nuestro actual experiment­o igualitari­sta ha afectado seriamente los incentivos a crear ingresos y riqueza, mientras la grave desacelera­ción de la inversión parece indicativa de que los capitales, efectivame­nte, pueden trasladars­e a otros países. El crecimient­o, la reducción de la pobreza y de la desigualda­d, y las mejores oportunida­des para los chilenos, están en riesgo por un enfoque desequilib­rado que, desgraciad­amente, encuentra sustento en grupos que ya logran incidir fuertement­e en la política chilena.

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