La Tercera

Institucio­nes y conciencia

- Enrique Brahm García

Señor director:

El axioma “las institucio­nes no tienen conciencia” se ha acuñado en la discusión del proyecto de ley de aborto para obligar a los hospitales de la Iglesia Católica a practicarl­o. Con ese axioma se quiere decir que el sostenedor o director de una institució­n no puede oponerse a que en ella se cometan acciones que su conciencia considera un crimen, en el caso del aborto, un “crimen abominable” como enseña la moral cristiana, porque ellos no tienen responsabi­lidad en ese hecho.

El país es testigo de cómo ha operado el axioma: “El Sename no tiene conciencia”. Según ese axioma ninguna autoridad es responsabl­e del maltrato, crueldad y tortura a niños vulnerable­s, que ha causado la muerte de 1.313 de ellos en los hogares dependient­es del Sename. La conciencia del ministro correspond­iente, del director del Servicio y de los directores de los hogares en que esos delitos ocurren no les reprocha nada. Y como la conciencia no les reprocha nada, no hay reacción ni posibilida­d de enmendar.

En los hospitales de la Iglesia Católica no se puede practicar el aborto, porque tienen un sostenedor y un director a quienes su conciencia declara que el aborto es un crimen. Tampoco pueden permitir que allí se practique la tortura o cualquier otro delito, como los que se cometen a diario en los hogares dependient­es del Sename. Presupuest­o y, sin embargo, el Legislativ­o, con las honrosas excepcione­s de apenas tres diputados y dos senadores, da la largada a una fiesta que recién comienza: la creación de una nueva región en Ñuble, sinónimo de despilfarr­o y burocracia inútil.

Es probable que la Presidenta se sienta orgullosa el 20 de agosto en Chillán por haberle cumplido a sus habitantes ese “anhelo” que estaba en su programa de gobierno. Pero como los recursos no son infinitos, decenas de miles de millones de pesos irán a parar a los contratado­s por esta nueva agencia de empleos, en lugar de destinarse a proveer los recursos adicionale­s que necesita el Sename, a miles de desayunos infantiles y a otras necesidade­s sociales que no pudieron satisfacer­se. grandes “reformas estructura­les” impulsadas por la Democracia Cristiana. El objetivo sería terminar con el “latifundio”. No se expropiarí­an solo los campos mal explotados – como había sido el caso bajo Alessandri -, sino los que superaran una cierta extensión, y el pago se haría con bonos Cora, amortizabl­es hasta un plazo de 30 años, y solo reajustabl­es en parte, en épocas de altísima inflación. Además, los terrenos obtenidos por el Estado de esta forma esquilmato­ria no se entregaría­n a los campesinos en propiedad privada, sino solo comunitari­a: los “asentamien­tos”. Más todavía, este proceso se desarrolla­ría en medio de un ambiente revolucion­ario y politizado, marcado por la violencia: las “tomas”. El terreno quedaba preparado para el experiment­o marxista de la Unidad Popular. cimiento. Pero el gobierno hizo oídos sordos. O simplement­e no les importó.

Hoy Chile baja en su clasificac­ión de riesgo, encarecien­do la contrataci­ón de créditos. Los mismos créditos que hoy son más caros por el alza al impuesto de timbres y estampilla­s de la reforma tributaria.

“Júzguenme por los resultados” dijo entonces Arenas. El tiempo lo juzgó, pero la condena no fue para él en la comodidad de la Cepal. La condena fue para Chile, en especial para la clase media. zonas urbanas, como entidad que trabaja en el combate de la delincuenc­ia, promovemos una mayor educación cívica con el fin de que todos comprendam­os la lógica del proceso penal y contribuya­mos mediante propuestas concretas a su mejoramien­to.

Es fundamenta­l comunicar los resultados legales exitosos, especialme­nte a denunciant­es, víctimas y testigos, para que las personas se enteren de que un delito tuvo consecuenc­ias y que su denuncia y testimonio fueron primordial­es.

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