La Tercera

Una vegana radical sobre la nieve

Con tan solo 17 años, Antonia Yáñez, es la mayor representa­nte del snowboard de Chile. Sus notables desempeños en el circuito europeo la tienen a un paso de clasificar a los Juegos Olímpicos de invierno en Corea del Sur.

- Ignacio Alarcón

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Combinar las palabras Pichilemu y deporte nos llevaría indudablem­ente a pensar en surf. Pero esta lógica no funciona en el caso de Antonia Yáñez, que con sólo 17 años es la máxima exponente del snowboard del país. La solidez con la que se desliza sobre la tabla es implacable, como imaginar a una surfista sobre una permanente ola perfecta.

“Tengo que ser un poco más adulta de lo que a veces me gustaría ser”, cuenta sentada sobre su tabla en el Snowpark de Valle Nevado. Y expresa justamente lo que ha vivido sobre todo en el último tiempo; un circuito europeo que la obliga a asentarse durante meses en Laax, Suiza, pero donde al mismo tiempo ha obtenido logros importante­s: un cuarto lugar en el Mundial Junior de República Checa, un séptimo lugar en los Juegos de la Juventud en Lillehamme­r y un octavo lugar en el Campeonato Mundial Adulto en Sierra Nevada. Estos desempeños la tienen a un paso de la clasificac­ión para los JJ.OO. de Pyeongchan­g 2018, en Corea del Sur. El cupo lo espera conseguir en enero, en Laax. “Ha sido mi mejor año”, afirma.

“Me gusta toda la nieve, me da libertad. Puedo tener una vida distinta. Me permite viajar, conocer gente y otros lugares”, dice la Anto, como le llaman sus cercanos. Este amor nació en Pucón y Villarrica, donde su padre trabajaba y conseguía un acceso a la nieve para su familia. “Yo sólo me subía a la tabla y la pasaba bien. Pero después me empezó a gustar más y empezó a hacerse más profesiona­l”, relata.

Es la única mujer en el Team Chile de Snowboard, cuestión que le complica: “A veces me siento sola. Como que me hace falta una compañera”. La snowboardi­sta procura una mayor participac­ión de su género: “Me gustaría que en el futuro las mujeres se motivaran más con este deporte. Muchas me han dicho: ‘queremos ser como tú’”. Aunque su enfoque no sólo está en las mujeres, sino en una abertura social: “En Chile limitamos mucho a los que vienen a la nieve. Es un deporte caro y acá es el doble. Tengo un plan de ir a lugares donde la gente ni se imaginaría la opción de subir a la nieve. Traerlos acá, darles equipo y enseñarles. Porque quizás otro talento está por ahí, en algún lugar donde no está la oportunida­d”.

“Quizás a mis 17 podría estar haciendo otra cosa. Es harto sacrificio, pero tengo mis momentos de descanso”, reflexiona. Su tiempo libre trata de vivirlo acorde a su edad: “Estoy con mis amigas en Pichilemu. Escucho de todo: rock, electrónic­a, trap y reguetón, que me motiva para andar en snowboard. Soy profesiona­l en todo lo que hago, pero también disfruto con mis amigas. Salgo, trato de ser niña, de equivocarm­e, de pasarlo bien”, relata.

Antonia desmitific­a la idea de la falta de proteínas por el no consumo de carnes. Para ella el veganismo es una forma de vida. “El veganismo me define como persona. Soy muy activista. Lo hago por ética, porque estoy en contra del maltrato animal y de la industria”. Sobre el mito de una alimentaci­ón precaria, dice: “En nutrición he estado

“Si le hiciéramos a los perros lo que a los chanchos y las vacas, estarían todos los que comen presos”.

ANTONIA YÁÑEZ SNOWBOARD

mucho mejor. Me siento más fuerte y mi snowboard ha mejorado mucho desde que soy vegana. Se pueden sacar mejores proteínas que las de la carne, de las verduras, de hamburgues­as que me preparo yo misma”, detalla.

“En Chile sólo nos preocupamo­s de perros y gatos. Si le hiciéramos a los perros lo que le hacemos a los chanchos y vacas, estarían todos los que comen presos. Quiero crear conciencia, porque la gente no sabe cómo llegó el trozo de carne a sus platos”, reflexiona.

El prejuicio

Los prejuicios que mezclan una posición socioeconó­mica con el deporte blanco tienen agotada a Antonia: “Hago snowboard y al tiro me clasifican como parte de una élite. La gente sin conocerme dice: ‘Ésta tiene plata, es hija de papi y le pagan todo’. Pero no saben todo el esfuerzo que hay detrás. Nunca he sido millonaria ni he estado cerca de tener demasiada plata. La gente juzga mucho sin conocer. En Pichilemu mis amigas nunca se imaginaron que iban a ir a la nieve. Pero yo las traigo, les entrego equipo”, cuenta antes de suspirar.

Y cierra: “Chile es un país que tiene mucho potencial para muchas cosas, pero socialment­e no estamos preparados. Me gustaría impulsar cambios sociales”. ●

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