¿Nos hemos vuelto los chilenos más respetuosos del otro? Efectivamente, la irrupción de la diversidad ha hecho surgir un mayor respeto.
de su propia identidad.
Como gran parte de estas dinámicas culturales, este fenómeno llegó a Chile con retraso. Si bien ya en los 90 existían leyes contra la discriminación arbitraria, la disputa por el lenguaje -y las identidades asociadas al mismo- no aparece hasta entrado este siglo y surge asociada a los movimientos por la diversidad sexual. Pero como toda disputa cultural, es un proceso complejo. Algunos, como Lemebel, por ejemplo, reivindicaban el uso del término “loca”, ya que la palabra “gay” hace referencia a una posición de clase y no sólo de sexualidad. Una disputa similar se dará con la construcción de otros términos, como son la relación entre lo negro y lo afrodescendiente.
La presencia de más inmigrantes ha llevado a una discusión sobre cómo llamar a aquellos que son diferentes y nuevos en nuestro mundo. Igualmente, está la disputa por el inmigrante que entra irregularmente, el indocumentado y el ilegal, disputa en la cual ni siquiera los expertos en el tema se ponen de acuerdo.
“¿Qué hay detrás de un nombre?”, se preguntaba Shakespeare en Romeo y Julieta en torno a la idea de que a algo por mucho que se le cambie el nombre no deja de ser lo que es. Luego se respondía: “Lo que llamamos una rosa por cualquier otro nombre olería tan dulce”. Aquí falló este autor. El lenguaje crea realidades y las sociedades mejoran cuando reconocen que las identidades que son creadas por el lenguaje pueden construir o dañar. Chile va por un lento, pero buen camino. El rechazo a quienes ocupan términos que denigran a las mujeres, homosexuales o migrantes, entre otros, hace de Chile un país mejor, que va aprendiendo de sus errores y pone al otro en una condición de igual.
Pero esta es una lucha que no ha terminado. La malentendida corrección política y el anonimato de internet, entre otros espacios, permiten aún que se usen términos como “feminazis”, “inmigrantes ilegales” o se traten de adueñar de consignas como #niunamenos con el objetivo de recuperar espacios de poder y de discriminación, escudándose en el ya clásico “pero si era sólo un chiste”.
*Doctor en Sociología y director del Observatorio de Desigualdades UDP.