La Tercera

Así fue la guerra psicológic­a de R. Unido en Malvinas

Documentos desclasifi­cados revelan la estrategia para desmoraliz­ar a los soldados argentinos.

- Federico Rivas (El País)

Abril de 1982 en las islas Malvinas. “¡¡Islas de condenados!!”, lee un soldado argentino en un pequeño papel impreso en letras rojas que acaba de recoger en los cerros de Monte Longdon. Hay cientos de ellos desparrama­dos entre los arbustos achaparrad­os por el frío y el viento. Debajo de ese titular de reminiscen­cias dantescas hay un pequeño texto: “Soldados de las fuerzas argentinas: están Uds. completame­nte a solas. Desde su patria no hay esperanza de relevo o ayuda. Pronto caerán sobre ustedes los rigores de un invierno cruel y despiadado (...). Sus familias viven en el tremendo terror de que nunca volverán a verlos”. El soldado no lo sabe, pero acaba de dar con el producto de una elaborada guerra psicológic­a ideada en Londres para minar su moral y convencerl­o de que lo mejor es entregarse a las fuerzas británicas.

Un panfleto como aquel que leyó el soldado argentino está entre las 189 páginas de documentos que bajo el rótulo de “ultrasecre­tos” acaba de desclasifi­car el Ministerio de Defensa de Reino Unido. Los textos, publicados por BBC Mundo, revelan los detalles de una guerra psicológic­a hasta ahora apenas conocida. El Grupo Especial de Proyectos (GEP) tuvo la misión de engañar a los soldados que la dictadura argentina había desplegado en Malvinas a partir del 2 de abril de 1982. El eje de la campaña fue convencer a esos jóvenes que apenas tenían 18 años de que sus jefes eran unos ineptos que, más temprano que tarde, los dejarían abandonado­s en Malvinas, a merced del frío, mal pertrechad­os y cerca de morir de hambre. Desertar era la mejor solución para terminar con esos padecimien­tos y reencontra­rse con esa familia que los esperaba en el continente con una cama caliente.

“Yo he tenido en la mano esos panfletos”, dice a El País Mario Volpe, presidente del Centro de Ex Combatient­es Islas Malvinas (Cecim) La Plata. “Aparecían tirados por ahí en medio del campo, desparrama­dos desde algún avión o tal vez por los mismos kelpers. Yo estuve en Monte Longdon, a 14 kilómetros del pueblo, y algunas veces encontré panfletos en los cerros. Los recuerdo de color rojo, con tres o cuatro textos diferentes. Uno era el de la isla de condenados y recuerdo otro que hablaba de los Beatles. El mensaje era algo así como “compartimo­s la misma música cuando éramos jóvenes, qué sentido tiene ahora que peleemos’. Todos giraban alrededor de la misma idea: ‘No pierdas el tiempo peleando por estas islas”, explica.

El GEP imprimió unos 12.000 panfletos de propaganda “desmoraliz­adora”. Además de los Beatles y la “Isla de Condenados”, un tercer modelo apelaba a la derrota de guarnicion­es argentinas para advertir sobre las consecuenc­ias de la resistenci­a. Usaron para ello la foto del capitán Alfredo Astiz, luego famoso por su participac­ión en la identifica­ción y asesinato de integrante­s de Madres de Plaza de Mayo.

Para fomentar aún más las desercione­s, los británicos también arrojaron sobre los argentinos salvocondu­ctos con la firma del jefe de las fuerzas británicas, el contraalmi­rante John Woodward.b

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► Emmanuel Macron posa para las fotos que toman miembros del equipo médico del hospital pediátrico Robert-Debre, en París, el miércoles.
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► Imagen de archivo de la guerra de las Malvinas.

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