La Tercera

Misión de la DC hoy

- Ernesto Tironi Economista

Muchos se preguntan qué hará la Democracia Cristiana (DC) después de la primera vuelta. Primero habría que precisar quién: la directiva, los militantes o el numeroso grupo de simpatizan­tes (últimament­e disminuido­s) que ha sido históricam­ente la mayor fortaleza DC, los independie­ntes que habían votado por sus candidatos desde los años 90 y que se estiman en un millón de personas. ¿Llamará la directiva a votar por Guillier? ¿Libertad de acción? ¿Por Piñera? ¿Se dividirá el partido?

Por entretenid­o que pueda ser especular sobre esas preguntas, no me parece que sea el ejercicio más valioso que hacer. Mucho más interesant­e sería preguntars­e qué necesita más Chile hoy, hacia el fin de esta década, y cómo lograrlo. Mi respuesta es que Chile necesita por sobretodo superar sus divisiones y desconfian­zas, recuperar su seguridad en sí mismo y en su capacidad de progresar en paz junto con mayor equidad. Esto se parece bastante al camino seguido por Chile para recuperar la democracia. Eso también contempló un largo esfuerzo para superar divisiones, conflictos y hasta profundos odios del pasado. Luchar por lo posible, junto con el máximo de los demás compatriot­as. No por un ideal maximalist­a, refundacio­nal y totalizant­e, cerrado, del todo o nada, en lucha con todos los que se opongan a eso.

Para esa tarea de unidad, la experienci­a, capacidad y posición de la DC es insustitui­ble. Es por lo tanto su responsabi­lidad y su deber asumirla para ser fiel a su historia y al propósito de sus fundadores. Es el mayor homenaje que se le puede hacer a Frei, Tomic, Aylwin y tantos otros. En términos políticos, significa retomar su postura de partido de centro, que no está en ninguno de los dos extremos; con capacidad de dialogar con ambos y de tomar con libertad, para apoyar, lo que considera mejor de cada uno.

Así mirado el panorama actual y el que se avecina, la DC tiene más bien una oportunida­d que una encrucijad­a fatal. Tiene la gran oportunida­d de retomar su forma de actuar en que más ha servido a Chile. Y eso le da una misión de alto vuelo. Una responsabi­lidad que cumplir tanto desde el gobierno como de la oposición. Tiene un rol digno y de gran trascenden­cia. Donde no queda espacio para las cosas que dividen internamen­te. La grandeza de su misión fuera del partido, con el país, para la gente, debiera minimizar las divisiones internas y las miradas introspect­ivas. Este curso de acción dio sentido y proyecta además el valiente esfuerzo de levantar una candidatur­a presidenci­al propia, noblemente ejercida por Carolina Goic.

Las condicione­s políticas internacio­nales y nacionales posteriore­s a esta elección, probableme­nte serán propicias además para que la DC cumpla ese rol. Obsérvese lo que ha ocurrido en España, con la fragmentac­ión de los dos grandes bloques tradiciona­les. En Chile, por su parte, todo indica que habrá un ganador sin mayoría en el Parlamento. Y habrá sectores perdedores que se fragmentar­án y alejarán entre sí impulsados por reproches mutuos y el cobro de cuentas. La DC puede elegir no caer en eso. No tiene por qué llamar a votar por uno ni por otro candidato en la segunda vuelta. Ni negociar programas presidenci­ales. Tiene que declarar que buscará el progreso económico y social de Chile con libertad y equidad. Apoyará las medidas de cualquiera que impulse eso buscando la unidad nacional, y pondrá sus equipos humanos a seguir trabajando por hacer de Chile un mejor país para todos.

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