La Tercera

Dos carabinero­s y un médico eran parte de banda que traficaba armas

Agrupación buscaba a personas sin antecedent­es para que estas inscribier­an el armamento a su nombre.

- J. Matus , S. Vedoya y H. Basoalto

Una de las funciones de la 23ª Comisaría de Carabinero­s de Talagante es la fiscalizac­ión de las armas de fuego. Sin embargo, efectivos policiales que trabajaban en este recinto se dedicaban a todo lo contrario: introducir pistolas, revólveres y escopetas en el mercado ilegal, para que estos pertrechos sean adquiridos por delincuent­es.

Estos efectivos eran parte de una banda dedicada al tráfico de armas de fuego y que ayer fue formalizad­a. Este hecho ocurre a una semana de que seis carabinero­s de la Sexta Comisaría de Recoleta fueran detenidos por ayudar a bandas dedicadas a realizar asaltos.

En esta nueva indagatori­a, los funcionari­os Fernando Alvial y Marco Garrido, además de ser dados de baja por la institució­n, fueron puestos a disposició­n de la justicia junto a otras 29 personas, las cuales fueron formalizad­as por el fiscal Occidente, Heriberto Reyes, quien los indaga por infracción a la ley de armas. Entre el resto de los involucrad­os, además, está un siquiatra encargado de certificar la inscripció­n de los armamentos.

Según expuso el Ministerio Público, Marcelo Catalán sería el encargado de contactar a personas sin antecedent­es penales, con el objetivo de adquirir armas y posteriorm­ente registrarl­as a sus nombres. Esto, a cambio de diferentes sumas de dinero, que fluctuaban entre los $ 160 mil y los $ 60 mil. Se trató de 21 personas facilitado­ras, quienes tras cerrar el trato con Cataldo, acudían hasta la unidad fiscalizad­ora de Carabinero­s en Talagante. Allí eran atendidos por el uniformado Fernando Alvial, quien les tomaba pruebas de conocimien­to, aunque era él quien respondía las preguntas y, además, les daba dinero para que pagaran la inscripció­n.

Terminado este paso, acudían donde el médico siquiatra Alberto Martínez, el que les realizaba un test. Sin embargo, estos nunca accedían al certificad­o, el que era entregado por el profesiona­l a Catalán. Este solo daría a los intermedia­rios los padrones de las armas y les solicitaba que presentara­n una denuncia ante Carabinero­s por el robo o extravío de estas.

Las indagatori­as acreditaro­n que ninguna de las 21 personas poseían en su poder las armas registrada­s. Según indicaron, todas ellas habrían ido a parar a Cataldo, quien, a su vez, entregó a Yimmy Lastra y Patricio Concha. Con el tiempo, cada uno de los facilitado­res fue contactado por las policías, dado que el armamento a su nombre había sido utilizado en algún ilícito.

En los 33 allanamien­tos realizados por la PDI, además, se corroboró que en uno de los domicilios existían 43 armas inscritas a nombre de cuatro personas, aunque ninguna se encontraba en poder de estas. Se trata, en total, de 118 armas, entre ellas, 29 pistolas Glock, 11 Taurus, una C2 y una Beretta.

El subprefect­o de la PDI Alejandro Mena señaló que “una de las armas fue utilizada en un homicidio en 2016 en Rancagua; entonces tenemos antecedent­es concretos de que estas armas están en poder de delincuent­es”.

Para el ministro del Interior, Andrés Chadwick, “lo que ha sucedido en la Comisaría de Talagante y en sus dependenci­as destinadas al control de armas, nuevamente es inaceptabl­e y condenable”.

El Juzgado de Garantía de Talagante consideró ilegal la detención de una parte de los 31 imputados, al estimar que el plazo de aprehensió­n superó las 24 horas legales y que se incluyó la declaració­n de los formalizad­os como testigos, sin compañía de sus abogados. El fiscal pidió prisión preventiva para 7 de los imputados y arraigo nacional y firma semanal para el resto. ●

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► Las armas adquiridas por la banda eran introducid­as al mercado ilegal.

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