COMIDA Y POLÍTICA EN NUESTRAS MESAS
Señor Director: En una sociedad desafectada de los partidos políticos y de sus representantes, las elecciones municipales venideras probablemente seguirán enrostrando la alicaída participación ciudadana que ha perseguido al país durante los últimos años.
Ciertamente, la reticencia que a muchas personas les impide manifestar predilección en las urnas por cualquier candidato a la Presidencia, Parlamento o alcaldía, ha sido facilitada por parlamentarios que se resistieron varios lustros, de modo pertinaz y con posible cálculo, a la inscripción automática y al voto voluntario, haciendo ahora lo mismo respecto del voto obligatorio, a pesar de toda la evidencia que la política comparada suministra (o quizás en razón de ella).
¿ Es posible sacar algún provecho formativo de este panorama para nuestros hijos e hijas?
Claro que sí. Pero para ello es preciso, en primer lugar, que más de alguna familia abandone esa especie de imperativo que prácticamente prohíbe discutir de política en la mesa. Escenarios electorales como los que estamos viviendo en estas semanas proporcionan temporadas que permiten a las familias recuperar la política como proceso deliberativo en torno al bien común: son periodos que permiten educar en el respeto irrestricto por las opiniones de los otros, en la argumentación racional y fundamentada, en la búsqueda activa del diálogo y de los acuerdos, en la comprensión del papel que cada ciudadano puede jugar en la sociedad, en la función y alcance del Estado, en la relevancia de las políticas públicas, etcétera. Además, y en relación a la situación actual de descrédito de las instituciones políticas, son periodos que permiten conversar respecto de cuáles podrían ser las vías (si es que las hubiere) para modificar dicha situación, considerando los efectos que tales instituciones tienen sobre cada miembro de la sociedad.
Madres y padres pueden aprovechar estas temporadas para propiciar conversaciones políticas a la hora de almorzar o en la sobremesa, sin miedo de atragantarse o perder el apetito, pues los asuntos de la política son caldo de cultivo para desarrollar valores, despertar la conciencia, fortalecer la identidad. Horacio Salgado Fernández Director de Psicología Universidad San Sebastián