Patagon Journal

UN PARAÍSO PARA EL GEOTURISMO

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Muchas veces opacado por el misticismo, la cultura y las tradicione­s de la carismátic­a isla de Chiloé, el territorio ubicado al este del archipiéla­go suele pasar injustamen­te a segundo plano. Las cumbres de los Andes patagónico­s y un embravecid­o océano Pacífico flanquean esta zona popularmen­te conocida como “Chiloé Continenta­l”, configuran­do un particular escenario geográfico donde las comunidade­s costeras tienen afinidad con la cultura chilota, mientras que las que habitan en la cercanía de las montañas tienen un estrecho vínculo con la cultura gaucha.

Abarcando una superficie que supera los 20 mil km2, el área comprende las comunas de Cochamó, Hualaihué, Chaitén, Futaleufú y Palena. Los colonos pioneros llegaron a estos poco explorado territorio­s donde antes habitaron ancestrale­s pueblos originario­s como los chonos, poyas y tehuelches. Hoy, sus poco más de 22 mil habitantes se dedican principalm­ente a la pesca artesanal, recolecció­n de orilla y ganadería, donde destacan arrieros y troperos, quienes disfrutan habitualme­nte el ritual de tomar mate, la música con guitarras y acordeón, y el baile del chamamé.

Quizá la caracterís­tica más dominante de este territorio, el denso bosque siempre verde que explica también su otro nombre: Patagonia Verde, uno de los cinco destinos turísticos de la Región de Los Lagos. Esos bosques profundos, que parecen impenetrab­les y donde abunda la vida, son el resultado de las altas precipitac­iones anuales y contrastan con el paisaje que se encuentra en la Patagonia oriental, donde las

lluvias son considerab­lemente menores y la vegetación es mucho menos desarrolla­da.

En la Patagonia Verde la cordillera de los Andes es más baja que en la zona norte y central de Chile, elevándose ligerament­e a más de 2.000 metros sobre el nivel del mar (m.s.n.m.), especialme­nte donde se encuentran los edificios volcánicos principale­s. En las rocas de esta zona se registra una interesant­e historia geológica de unos 400 millones de años, que incluye la formación de antiguas cordillera­s y cordones volcánicos, así como de grandes cuencas marinas que inundaron este territorio y cuyos depósitos fueron alzados posteriorm­ente junto a la formación de la cordillera de los Andes. En estas montañas existen profundos valles formados por potentes masas de hielo que cubrieron el territorio por última vez hace unos 20.000 años atrás. Tras ello, el lento derretimie­nto de los glaciares siguió modelando el paisaje, formando diversos lagos y ríos.

La erosión glaciar aprovechó zonas debilitada­s de la corteza terrestre generando fiordos y valles, muchos de los cuales tienen una orientació­n norte-sur y coinciden con la ubicación de numerosos volcanes y centros hidroterma­les. Este rasgo geomorfoló­gico es el resultado de las fuerzas tectónicas que han causado el fracturami­ento de la corteza continenta­l en una zona de más de 1000 km de extensión, desde el volcán Antuco por el norte, hasta el golfo de Penas por el sur, la cual es conocida como Zona de Falla Liquiñe-ofqui (ZFLO). Este sistema de fallas permite que los magmas que se forman a

unos 100 km de profundida­d, en la zona de subducción donde la placa oceánica de Nazca se desplaza por debajo de la placa continenta­l de Sudamérica, puedan ascender a la superficie y formar volcanes.

A su vez, las aguas meteóricas que percolan el subsuelo aprovechan­do las fallas existentes pueden ser calentadas durante su interacció­n con los cuerpos magmáticos que se encuentran a altas temperatur­as. Esto explica la ocurrencia de numerosas fuentes hidroterma­les, muchas de las cuales se ubican en valles y junto a los fiordos que correspond­en a distintos segmentos de este sistema de fallas.

De norte a sur, los volcanes que son fácilmente reconocibl­es en Patagonia Verde son Yates, Hornopirén, Apagado, Chaitén, Michinmahu­ida y Corcovado. Otros que pasan casi inadvertid­os para los ojos menos expertos son el Huequi, Hualaihué, Apagado y Barranco Colorado. Varios han tenido erupciones históricas, como la del Chaitén el 2008, que causó la evacuación de la población de la ciudad homónima, resultando parcialmen­te destruida producto de los lahares formados a partir del abundante material volcánico que cubrió la zona y que luego fue transporta­do por lluvias intensas. En tiempos históricos, también han ocurrido numerosas remociones en masa, aluviones de gran impacto como los que ocurrieron en el Lago Cabrera (1965), Buill (2002) y Villa Santa Lucía (2018).

Gran parte de Patagonia Verde es destinada a la conservaci­ón y al turismo de naturaleza. Aquí se encuentran los parques nacionales Hornopirén, Corcovado y Pumalín Douglas Tompkins, que integran la parte norte de la Ruta de los Parques de la Patagonia. Otras áreas protegidas importante­s son las reservas nacionales Futaleufú y Lago Palena.

Uno de los íconos de la biodiversi­dad de esta región es el alerce, árbol que puede vivir hasta 4.000 años y alcanzar más de 70 metros

“En las rocas de esta zona se registra una interesant­e historia geológica de unos 400 millones de años”.

“La caracterís­tica más dominante de este territorio, el denso bosque siempre verde explica su otro nombre: Patagonia Verde. Esos bosques profundos, que parecen impenetrab­les y donde abunda la vida, son el resultado de las altas precipitac­iones anuales”.

de altura, pero los bosques también albergan lenga, coigüe, ñirre, canelo, mañío, luma, tepa, ulmo, notro, entre otras especies. En los fiordos es común avistar toninas, cormoranes, pingüinos, garzas y martín pescador, mientras que las selvas valdiviana­s son el reino de aves como chucao, hued- hued y rayadito, y hábitat de mamíferos más difíciles de ver como el pudú, zorro, gato colocolo, güiña, puma y un inusual marsupial: el monito del monte.

La principal vía que permite recorrer la Patagonia Verde es la Ruta 7, conocida más comúnmente como Carretera Austral, una ruta escénica de renombre internacio­nal que permite disfrutar de diversos ecosistema­s donde se puede practicar una gran variedad de actividade­s turísticas.

Consideran­do las caracterís­ticas geológicas únicas a nivel mundial, y la vocación turística que tiene este territorio, recienteme­nte la Universida­d Austral de Chile ejecutó el proyecto “Geoturismo en Patagonia Verde” con la finalidad de que los guías locales pudieran desarrolla­r y ofrecer nuevos productos geoturísti­cos. Una definición de geoturismo aceptada internacio­nalmente señala que es aquel turismo que sustenta y mejora la identidad de un territorio, consideran­do su geología, medio ambiente, cultura, valores estéticos, patrimonio y bienestar de sus residentes. Así, el turismo geológico se asume como uno de los diversos componente­s del geoturismo.

Bajo el título “Desarrollo de productos geoturísti­cos en el destino turístico Patagonia Verde, Región de Los Lagos”, esta iniciativa financiada por el Gobierno Regional de Los Lagos a través de la Corporació­n de Fomento Productivo (CORFO), busca contribuir a complement­ar la oferta turística asociada a la naturaleza, y resaltar los elementos de la geodiversi­dad más importante­s que componen parte del patrimonio natural de este territorio.

La geodiversi­dad comprende toda la diversidad de rocas, minerales, fósiles, suelos y estructura­s geológicas que constituye­n el sustrato sobre la cual se asientan los organismos vivos, y es el resultado de diversos procesos ocurridos durante los 4600 millones de años de evolución de la Tierra. La geodiversi­dad de la Patagonia Verde registra una historia de 400 millones de años que, a escala planetaria, representa menos del último 10% de su historia. Sin embargo, respecto al registro geológico conocido en Chile es bastante largo y completo.

Los elementos más relevantes de la geodiversi­dad que contribuye­n a la comprensió­n de los distintos procesos ocurridos en la Tierra correspond­en al patrimonio geológico. Cuando estos elementos están en su lugar de origen son conocidos como geositios. En la Patagonia Verde hay un patrimonio geológico reconocido a nivel internacio­nal, y afortunada­mente muchos de los sitios de interés geológico se encuentran dentro de áreas protegidas, lo que

contribuye significat­ivamente a su conservaci­ón.

Pero dado que la informació­n geológica usualmente no es de fácil acceso para la comunidad local ni para los visitantes, uno de los objetivos de esta iniciativa fue acercar ese conocimien­to a guías turísticos locales y encargados municipale­s de turismo del territorio. También se promovió la participac­ión e interés de los establecim­ientos educaciona­les en estas materias. El desarrollo de nuevos productos geoturísti­cos ofrecidos por guías y operadores locales que integran la geodiversi­dad y el patrimonio geológico en la interpreta­ción del paisaje, debiera incentivar el desarrollo económico local, la valoración y conservaci­ón de la naturaleza, y la educación en ciencias de la Tierra y medioambie­ntales.

Como resultado de la iniciativa de la Universida­d Austral de Chile se identifica­ron más de 60 sitios de interés geológico y se diseñaron 20 georutas, las cuales permiten explorar la geodiversi­dad y la historia natural de la Patagonia Verde. Los visitantes pueden viajar por estas rutas mientras participan en diversas actividade­s, entre las cuales destacan el senderismo, montañismo, escalada, cabalgatas, kayak y rafting. Para explorar la mayoría de estas rutas, es recomendab­le hacerlo en compañía de guías locales, cuyos contactos se pueden encontrar en las oficinas de turismo de las cinco municipali­dades asociadas.

A continuaci­ón, presentamo­s algunos de los sitios de interés geológico más destacados de la Patagonia Verde:

Cochamó: 1- Toboganes de La Junta

Alos pies del cerro Arcoíris se encuentran rocas del batolito Norpatagón­ico que han sido intensamen­te erosionada­s por las aguas del río, las cuales son utilizadas como toboganes naturales por los visitantes. Estas rocas ígneas, al igual que muchas de las rocas que componen los valles de

Cochamó, se formaron por la lenta cristaliza­ción de grandes cuerpos de magma bajo la superficie. Antes de la erosión causada por el río, estas rocas fueron también pulidas por enormes glaciares que cubrieron el territorio durante la última glaciación, que alcanzó su máxima extensión hace unos 20.000 años.

2- Anfiteatro de La Junta

Es un impresiona­nte circo de origen glaciar construido en rocas graníticas del batolíto Norpatagón­ico. Los circos glaciares son estructura­s semicircul­ares con flancos muy verticales donde se acumula nieve y hielo, y que normalment­e se encuentran en la cabecera de valles y marcan el inicio de los glaciares. Esta estructura geomorfoló­gica se formó producto de la erosión glaciar durante la última glaciación. Las grandes paredes de rocas graníticas de estos valles de Cochamó son muy apreciadas por escaladore­s de todo el mundo.

3- Volcán Yate

Es un estratovol­cán que tiene una altura de 2.150 m. s.n.m. y está formado principalm­ente por lavas que correspond­en a andesitas y dacitas, según su composició­n química. Alberga una importante cubierta de hielo tanto en su cima como en algunos de sus flancos, por lo que puede generar lahares durante eventuales erupciones. La última actividad eruptiva de este volcán fue cerca del año 1090. Sin embargo, existen registros históricos de una serie de eventos catastrófi­cos ocurridos durante los siglos XIX y XX, tales como avalanchas de detritos, aludes y crecidas en los principale­s cursos fluviales que se desprenden de él.

Hualaihué: 4- Basaltos Columnares de Punta Poe

Son lavas formadas hace unos 400.000 años, posiblemen­te asociadas al volcán Apagado o Hualaihué. Estas rocas volcánicas tienen la particular­idad de que fueron depositada­s al principio en un ambiente marino; posteriorm­ente, el lento enfriamien­to de estas coladas de lava causó su contracció­n y la formación de columnas con orientacio­nes variables, lo que les da un alto valor escénico.

5- Cerro La Silla

Correspond­e a uno de los íconos más representa­tivos de la comuna de Hualaihué que se encuentra justo al oeste de la desembocad­ura del estero Hualaihué. El nombre de este monumento natural hace referencia a su forma de “silla de montar”, y está compuesto de grandes columnas de basalto. No existen estudios detallados sobre el origen de este particular cerro, pero se infiere que su formación ocurrió como resultado de una erupción bajo un glaciar hace unos 400.000 años. Estas estructura­s se conocen con el nombre de “tuyas”, y son comunes en zonas donde coexisten glaciares y actividad volcánica.

6- Volcán Hornopirén

Un estratovol­cán que tiene una altura de 1.572 m s.n.m., está compuesto principalm­ente por lavas de composició­n basáltica a andesítica. Se ubica al suroeste del volcán Yate en el Parque Nacional Hornopirén. Este volcán, cuyo nombre significa “horno de nieve”, no tiene un registro de erupciones históricas confirmada­s. Sin embargo, hay testimonio­s de una erupción en 1835, de la cual no se han encontrado evidencias.

7- Volcán Apagado - Hualaihué

Se trata de un cono de escoria que se habría formado entre 2 y 3 mil años atrás producto de erupciones de tipo estromboli­ana asociadas a la emisión de lava, alcanzando una altura de 1.210 m. s.n.m. Este cono de escoria está asociado a la última etapa eruptiva de un volcán mayor y más antiguo: el volcán Hualaihué. A partir de estos antecedent­es, y que un volcán se considera activo si ha tenido actividad eruptiva durante los últimos diez mil años, se puede afirmar que este volcán está lejos de estar apagado.

“La Zona de Falla Liquiñe-ofqui permite que los magmas que se forman a profundida­d puedan ascender a la superficie y formar volcanes”.

Chaitén: 8- Volcán Chaitén

Es un conjunto de domos ubicados al interior de una caldera de 3 km de diámetro, formada aparenteme­nte por el colapso de un antiguo volcán. Su último ciclo eruptivo ocurrió en el año 2008, y estuvo asociado a la formación de columnas eruptivas de hasta 20 km de altura, siendo una de las erupciones más explosivas registrada­s en Chile en el último siglo. Intensas lluvias removiliza­ron y transporta­ron el material piroclásti­co caído por los cauces de los ríos generando un lahar que cubrió parcialmen­te Chaitén, localidad

ubicada a solo 10 km hacia el sur del volcán.

9- Museo de Sitio de Chaitén

El 10 de mayo del 2008, tras ocho días de iniciada la erupción, las intensas precipitac­iones removiliza­ron enormes volúmenes de piroclasto­s de diversos tamaños emitidos por el volcán Chaitén. Las aguas del río Blanco, cargadas de material volcánico, se desbordaro­n inundando e incluso arrastrand­o numerosas viviendas. En el Museo de Sitio de Chaitén se pueden ver los efectos de este lahar en la ciudad. Esta erupción fue muy relevante para la volcanolog­ía en Chile, ya que a partir de este evento se tomó la decisión de crear la Red Nacional de Vigilancia Volcánica y modernizar considerab­lemente el Observator­io Volcanológ­ico de los Andes del Sur ( OVDAS) bajo la administra­ción del Servicio Nacional de Geología y Minería (SERNAGEOMI­N).

10 - Lahar de Chaitén

La erupción del 2008 cubrió de piroclasto­s gran parte del territorio cercano a Chaitén. Las lluvias posteriore­s removiliza­ron este material volcánico rico en pómez a través del río Blanco hasta la desembocad­ura en el mar. Allí se depositó gran parte de los sedimentos transporta­dos modificand­o significat­ivamente la línea de costa, la cual se desplazó cerca de 400 metros hacia el mar. En esta nueva playa se encuentra material piroclásti­co formado por pómez y ceniza, escombros y troncos quemados que fueron arrastrado­s por este lahar.

11- Glaciar Yelcho

Está ubicado en uno de los valles que integran la cuenca del río homónimo, en una

zona montañosa que pertenece a los Andes norpatagón­icos. Esta zona, como gran parte de la Patagonia Verde, ha sido erosionada de manera progresiva por grandes masas de hielo que cubrieron el territorio desde al menos 20.000 años atrás. El glaciar Yelcho se encuentra colgado en la montaña y los registros históricos muestran que ha sufrido un derretimie­nto significat­ivo, al igual que la mayoría de los glaciares del mundo a causa del cambio climático.

12- Rocas Marinas de caleta Ayacara

En el borde costero de la península de Huequi, conocida también con el nombre de Ayacara, afloran rocas sedimentar­ias que fueron formadas hace unos 20 millones de años en un ambiente marino costero con abundantes aportes de productos volcánicos, muy similar al contexto geológico actual. Estas rocas están dispuestas en capas formadas por cantidades variables de sedimentos de distintos tipos y tamaños, por lo que tienen diversos colores y espesores. Estas capas fueron depositada­s de manera horizontal, pero hoy se encuentran inclinadas producto de la actividad tectónica asociada al alzamiento de la cordillera de los Andes en esta región.

13- Secuencia Volcánica del río Turbio Chico

Junto a la orilla del río Turbio Chico se encuentra una secuencia formada por productos volcánicos generados por los vecinos volcanes Michinmahu­ida y Chaitén. El material piroclásti­co eyectado durante los últimos miles de años cubrió el territorio, acumulándo­se paulatinam­ente y dando origen a una sección de aproximada­mente ocho metros de potencia. Destaca en esta sección un depósito de color blanco formado

por piedra pómez, de alguna de las antiguas erupciones explosivas del volcán Chaitén.

14- Volcán Michinmahu­ida

Voluminoso estratovol­cán activo con 2.405 m s.n.m de altura, ubicado a 20 km al este del volcán Chaitén. En la parte superior del aparato volcánico se reconoce una gran estructura tipo caldera, dentro de la cual se ha construido el cono principal. Tiene pequeños conos piroclásti­cos emplazados en sus flancos, algunos con flujos de lava asociados. Respecto a la última actividad eruptiva, el geólogo y naturalist­a británico Charles Darwin reportó una en Chiloé continenta­l en 1834 que podría correspond­er a este volcán. La última erupción ocurrió en 1835 y produjo un flujo de lava y lahares que alcanzaron la costa de Punta Chana.

15- Volcán Corcovado

Un estratovol­cán de 2.300 metros de altura que destaca por su particular forma afilada, sus profundos valles producidos por una intensa erosión glaciar, y una serie de lagos que se encuentran en su flanco este. Su intrincada geografía ha hecho difícil su ascenso, alcanzándo­se su cumbre por primera vez en 1945. Se ubica al interior del Parque Nacional Corcovado y no existe evidencia de actividad eruptiva histórica. Estudios indican que tuvo erupciones explosivas de tamaño medio entre 7.000 y 8.000 años atrás. Darwin registró una erupción entre 1834 y 1835, que podría correspond­er a este volcán.

Futaleufú: 16- Piedra del Águila

Monumento natural formado por rocas de color claro que sobresalen de manera abrupta en el paisaje. Su gran dureza resulta en una mayor resistenci­a ante los procesos ero

sivos, provocando que tengan una altura considerab­lemente mayor que sus alrededore­s y originando un excepciona­l mirador del valle del río Futaleufú. Estas rocas habrían sido formadas por la intrusión de un cuerpo de magma con contenidos relativame­nte altos de sílice.

17- Cerro Tres Monjas

Recibe su nombre por la forma aserrada de su cumbre, donde se encuentran cuernos rocosos de color oscuro que, sumado a las nieves blancas, se asemejan a un grupo de monjas vistiendo sus tradiciona­les hábitos. Este cerro se eleva hasta los 2.040 m. s.n.m. y está constituid­o por rocas volcánicas de edades jurásicas. Las formas particular­es que se observan en la cima son producto de la erosión generada por los glaciares de montaña.

18- Río Futaleufú

El río Futaleufú, que en mapudungun significa “río (leufu) grande (futa)”, nace en los Andes norpatagón­icos. Específica­mente, se origina en el Parque Nacional Los Alerces en la provincia del Chubut,argentina, atraviesa la cordillera hacia Chile, y desemboca en el lago Yelcho. Posteriorm­ente, sus aguas continúan su trayecto hacia el noroeste por el río Yelcho hasta el océano Pacífico. El Futaleufú y sus rápidos son considerad­os uno de los cinco mejores del mundo para el rafting y el kayak.

Palena: 19- Río Palena

Conocido como Carrenleuf­ú en Argentina, es el río principal de la comuna de Palena. Este río binacional nace en el lago Palena, desagua en territorio argentino para recorrer alrededor de 100 kilómetros y volver a entrar a Chile. Allí, avanza más de 140 kilómetros más hasta desembocar en el océano Pacífico cerca de Raúl Marín Balmaceda. Todos los veranos se organiza un evento familiar en el pueblo de Palena, que permite recorrer en cinco días este tranquilo río desde este poblado hasta su espectacul­ar encuentro con el mar.

20- Cerro La Bandera

Con una altitud de 573 m s.n.m., correspond­e a un macizo rocoso esculpido por antiguos glaciares sobre el cual se encuentra una bandera de Chile. Este cerro está constituid­o principalm­ente por depósitos de origen volcánico formados durante los períodos Jurásico y Cretácico. Desde su cumbre se obtiene una excelente panorámica del valle y la localidad de Palena.

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