El tiempo se acaba
Desde que se publicó nuestra última edición, ha sido un tiempo desafiante y turbulento tanto para mí, personalmente, como para Chile. En agosto, tuve graves problemas de salud que nos llevaron a cerrar temporalmente la revista durante unos meses. En octubre, Chile se puso patas arriba. El otrora estable Chile se vio inundado de protestas violentas por cuestiones de desigualdad económica de larga data. En todo el país, literalmente millones de chilenos mostraron vociferantemente que ya no podían soportar aumentos constantes de precios, abusos políticos, programas sociales deficientes y, sobre todo, la gran brecha entre ricos y pobres.
El descontento social en Chile fue tal que hizo que el país cancelara los planes para organizar en diciembre la COP25, la cumbre anual sobre cambio climático de las Naciones Unidas, y esa reunión es sobre la mayor crisis de todas. Las escenas producidas por las recientes tormentas de fuego en Australia son como luce el infierno ambiental; los científicos dicen que más de mil millones de especies pueden haber perecido. Esos incendios forestales en Australia se vinculan definitivamente a olas de calor récord (las temperaturas se han disparado a cerca de 50 grados centígrados) y una sequía sin precedentes en una región ya seca. Es un cóctel peligroso servido por el cambio climático que también llegará a una región cercana a ti si la sociedad no abandona su adicción al petróleo, el gas y el carbón.
¿Cuál es la relación entre el cambio climático y la crisis social de Chile? Por un lado, los más pobres sufren más en un mundo en calentamiento. Seis de las regiones de Chile, desde Atacama en el norte hasta el Maule en el sur, han experimentado una “mega sequía” desde 2010, que ha provocado muertes masivas de ganado y que los agricultores abandonen los cultivos. La ONU advierte que si no reducimos a la mitad las emisiones de carbono para 2030, la temperatura media mundial aumentará más de 1,5 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales y, por lo tanto, intensificará, entre otros impactos negativos, fenómenos meteorológicos extremos como sequías, inundaciones, incendios y huracanes.
El tiempo se acaba. La década anterior fue la más cálida de la historia de la humanidad. Esta nueva década debe vernos girar hacia un futuro mejor.