Nuevas acusaciones del Presidente Morales
El mandatario boliviano insiste con una estrategia exterior cruzada por sus problemas internos.
EL PRESIDENTE boliviano, Evo Morales, persiste en tensionar la relación con Chile. En los últimos días ha acusado a Chile de instalar una base militar a quince kilómetros del río Silala, curso de agua internacional por cuyo uso pretende llevar de nuevo a nuestro país a la justicia internacional. La Cancillería nacional lo ha desmentido con clara evidencia, precisando que tanto las FFAA como las policías solo han aumentado el control de una frontera que, como tampoco ignora el Gobierno paceño, es permeable al contrabando, el narcotráfico, robos e inmigración ilegal. La sostenida ofensiva de Morales solo dificulta lo que según su discurso él mismo promueve: diálogo bilateral. No deja de ser absurdo que ayer incluso haya afirmado que “no habrá guerra”, en circunstancias que Chile no ha hecho ni un solo gesto en esa dirección. Los ataques del mandatario se han agudizado en un escenario interno que se le ha vuelto complicado: a su derrota en el plebiscito para intentar una nueva reelección se suma la confusión en torno al supuesto hijo con una mujer acusada por el propio Ejecutivo de tráfico de influencias. En este contexto es imposible disociar los problemas locales de Morales del reiterado recurso, político y mediático, de acudir a un supuesto adversario externo para recomponer su nivel de apoyo sobre la base de una fantasmal amenaza o agresión exterior.