Empresa y sociedad: pasar a la madurez
LOS CHILENOS estamos hartos, irritables, desilusionados y desafiantes, al igual que un joven con sus padres cuando entra en la adolescencia. Como diríamos coloquialmente, estamos transformados en una sociedad “púber” y lidiando con todo lo que eso significa. Estamos en un espiral de descontento social, de agresividad y destemplanza, haciendo oídos sordos a toda norma de disciplina o de tradición. Las reglas impuestas desde afuera que tan bien acatamos años atrás, hoy no nos hacen sentido. En definitiva, necesitamos entrar en una fase de madurez y volver a confiar en aquellos que alguna vez fueron nuestros referentes. Al igual que en la etapa adulta, podemos reconocer los errores de nuestros progenitores, pero también mirar con cierto aprecio y respeto aquello que nos entregaron. Necesitamos mirar con perspectiva los errores del pasado de nuestras instituciones y construir de manera conjunta una mirada de futuro.
En este nuevo escenario, es urgente y necesario que las empresas cambien la forma de relacionarse con sus grupos de interés: inversionistas, proveedores, clientes, trabajadores y vecinos. Se debe potenciar un círculo virtuoso, donde se fortalezcan los objetivos del negocio, agregando valor a cada uno de los grupos de interés, logrando que para todos sea mejor estar con la empresa que sin ella. De esto se trata la sostenibilidad, de hacer un buen negocio, pero para todos y en el largo plazo. La sostenibilidad debe ser parte integral de la estrategia de negocios, que involucre transversalmente a toda la compañía. La empresa no puede dejar de ser un motor de desarrollo social y económico, pero para ello debe partir refundando sus relaciones y potenciar la comunidad sobre el individualismo; la libertad sobre la obligación; la colaboración sobre la competencia; la confianza sobre la suspicacia; la empatía sobre la indiferencia; y el amor sobre el temor. La empresa debe humanizarse para transformar esa cólera adolescente en energía aceleradora del desarrollo.