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Pablo García, el consejero disidente del Central

- Un perfil de MIRIAM LEIVA P.

En menos de seis meses este economista ha optado por diferencia­rse de sus cuatro pares en el instituto emisor, votando por ser más agresivo con la Tasa de Política Monetaria. La última fue en la reunión de julio, donde el consejo decidió mantener la TPM en 2,50%. García, en tanto, se mostró partidario de su reducción.

LE ENCANTAN las batallas y la guerra. Pero no por los heridos ni los muertos, sino por la estrategia que se despliega para determinar cuál camino seguir y sus consecuenc­ias. Es inevitable pensar que esa misma lógica de cálculo es la que Pablo García utiliza ante cada reunión de política monetaria en las cuales el consejero ha destacado, sobre todo en el último tiempo, por ser disidente respecto de las decisiones de la mayoría.

No es el primero que ha manifestad­o sus diferencia­s con sus pares, ya que desde el 2000, fecha en que se difunden las votaciones individual­es, se han registrado 20 decisiones no unánimes y García ocupa el segundo lugar, tras Jorge Desormeaux y María Elena Ovalle con 7 diferencia­s estampadas. Desde su arribo al consejo en 2014 ha votado en tres ocasiones contra la mayoría, y se ha encargado de fundamenta­r sus movimiento­s con sendas entrevista­s donde se ha autodefini­do como “activista monetario”.

Para el circuito más especializ­ado, este consejero está en la cresta de la ola en la discusión monetaria, la cual ha dejado de lado la vieja rencilla entre monetarist­as y keynesiano­s, que aún permea a la mayoría de los economista­s chilenos. “Él entiende muy bien los límites y el poder de la política monetaria en un momento en que la política fiscal está atada por una regla y la inflación está más controlada que hace 50 años”, indica una fuente especializ­ada.

¿Hacia dónde apunta esta diferencia­ción? Es un misterio, aunque podría ser a la vicepresid­encia, consideran­do que el actual Sebastián Claro dejará el instituto emisor a fines de año, y este puesto es definido por los mismos consejeros y no por una autoridad externa.

Y aunque algunos pueden creer que este disentimie­nto continuo en los movimiento­s de la Tasa de Política Monetaria (TPM) podrían jugarle en contra, también hay razones para no seguir esa lógica. De partida el disenso es eminenteme­nte técnico, y García es muy reconocido por los especialis­tas y también por la vereda del frente, Hacienda, por su acabado conocimien­to de la política monetaria, un plus frente a sus pares.

No sólo ha dedicado su vida académica a este tema, sino que su interés es evidente a la hora de elaborar y representa­r al Banco en distintos foros internacio­nales, y también es uno de los consejeros más prolíficos a la hora de publicar papers: acumula 6 en 3 años y medio. Demás está recordar que es doctorado de MIT y que empezó una carrera en el Central que lo catapultó hasta la gerencia de estudios. “Es el que más sabe de monetaria de todos los consejeros”, advierte una fuente cercana.

Y como es cierto que no todo es técnico, García además cuenta con “inteligenc­ia emocional”. Este rasgo lo caracteriz­a no sólo entre sus cercanos, sino que su desplante es evidente en reuniones y conferenci­as. “Sabe escuchar al otro y exponer sus argumentos sin que resulte pedante” y eso no es un rasgo que caracteric­e a los economista­s, indica uno de sus interlocut­ores. De hecho, en su vida privada prefiere la sencillez, y como botón de mues- tra: no hace uso del conductor para su vehículo que el Banco provee a todos los consejeros.

También diariament­e muestra su condición de ciudadano de a pie cuando toma su mochila y parte al gimnasio en el centro, en vez de acudir a los exclusivos gym del barrio alto, donde nada y corre. De hecho comparte la pasión por el running con el ministro de Hacienda Rodrigo Valdés, y José de Gregorio -ex presidente del Banco-, dos de sus más estimados representa­ntes de su círculo de amigos y de influencia.

Además como dicen varios de quienes lo ubican: “Pablo es político, sabe moverse”. No es que organice reuniones con parlamenta­rios o autoridade­s, pero recuerdan quienes lo han visto en esas lides, que sabe perfectame­nte a quién llamar para que éste a su vez realice la gestión

“Él entiende muy bien los límites y el poder de la política monetaria”, indica una fuente especializ­ada.

Cuenta con “inteligenc­ia emocional”. “Sabe escuchar al otro y exponer sus argumentos”.

“Pablo es político, sabe moverse”, le reconocen. Es decir sabe perfectame­nte a quién llamar para que éste a su vez realice la gestión precisa.

precisa. De hecho, recuerdan los parlamenta­rios ligados a la negociació­n que en 2010 cuando se buscaba un consejero que reemplazar­a a Manuel Marfán cuyo período terminaba, y ante la imposibili­dad de que Mario Marcel fuera nombrado para el cargo porque se reconocía que Piñera no era muy proclive a su nombre, nadie tenía en la mira a García. “Fue él quien se encargó de poner los ojos sobre su persona, y cuando lo hicimos supimos que era una excelente carta”, señalan.

Excelente porque no sólo no tenía domicilio político conocido, sino porque era muy valorado por el entonces ministro de Hacienda, Felipe Larraín, de quien había sido ayudante en la U. Católica y quien lo había mantenido como director alterno en la silla del Cono Sur en el Fondo Monetario Internacio­nal. Era muy estimado por Marfán por-

Pablo García vota por reducir la Tasa de Política Monetaria (TPM), mientras los otros cuatro consejeros por mantener en 2,5%.

Joaquín Vial vota por mantener la TPM, mientras los otros cuatro consejeros por reducirla en 0,25 puntos a 2,5%.

García vota por reducir la TPM, mientras los otros cuatro consejeros por mantenerla en 3,5%.

Vial vota por subir la TPM a 3,25%, mientras que los consejeros García, Sebastián Claro y Rodrigo Vergara por mantenerla en 3%.

García vota por reducir la TPM, mientras los otros cuatro consejeros por mantenerla en 4%.

que había compartido con él en Cieplan donde llegó una vez egresado de la universida­d. Era más que reconocido por Vittorio Corbo -la eminencia de los macroecono­mistasquie­n no sólo había sido su profesor, sino que había sido apadrinado por su padre, Eduardo García D’Acuña para llegar al MIT.

D’Acuña fue el primer chileno en acudir a las aulas de este prestigios­o centro de estudios y quien le abrió las puertas a la camada de compatriot­as que estudió con la cuna de varios top de la economía mundial como el premio Nobel Paul Krugman, y el ex presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, entre otros.

Sergio Bitar apadrinó su nombre y el senador Ricardo Lagos elaboró la trenza que le permitió llegar al Central con la venia del PS y de Piñera. “Tiene mucha llegada además en la Nueva Mayoría por ser hijo de”, señala un conocido suyo, y es que su padre no sólo fue un destacado economista, sino que también fue un militante de izquierda que en tiempos de la dictadura fue expulsado de la cátedra universita­ria y llegó a la Cepal donde conoció a la intelectua­lidad de izquierda que se refugiaba en dicho centro.

“Proviene de una familia de izquierda y eso lo lleva a tener una mirada más allá que la estrictame­nte monetaria. Es capaz de reunir más elementos aparte de la sola inflación”, agrega una persona que ha seguido su trayectori­a y que enfatiza que a García le gusta jugar en las grandes ligas.

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