CLAROSCUROS
Un fan de Billie Holiday (1915-1959) tiene una obligación ineludible más allá de sus grabaciones: la autobiografía Lady Sings the Blues despejó hace ya sesenta años, y con inesperada franqueza, las tribulaciones y las conquistas que fueron por igual parte del talento y el drama de la mujer a la que Frank Sinatra consideró su mayor influencia vocal. Entre las varias investigaciones posteriores sobre la vida de la cantante, este trabajo de dos argentinos (el dibujante José Muñoz y el escritor y guionista Carlos Sampayo) ya había motivado elogios en su publicación original, hace 25 años, recuperada ahora en una edición mejorada y con introducción entusiasta, en la que un crítico de Le Monde define a Lady Day como “una artista excepcional, comparable a Mozart y Stravinski”. El libro vale como ejercicio gráfico mucho más que como biografía. La historia es una ilación libre y en parte ficticia de momentos de la vida de la cantante transcurridos entre el humo y la droga de los clubes nocturnos en los que uno se imagina que el tiempo se detenía cuando ella comenzaba a cantar. Son ilustraciones precisas para recrear una cierta atmósfera —urbana, doliente, noir— fiel al claroscuro que determinó su vida breve y atormentada. Si no se acompaña de música, no vale.
“Billie Holiday”, de Muñoz y Sampayo.