GASTRONOMÍA
boca. Lo que hay es un líquido filoso, lineal, seco, pero de verdad. A la boca entrega un gusto de fondo a manzana y pera, como si se tratara de un calvados, pero casi de inmediato llegan las oleadas herbales profundas, a pasto, a laurel, pero también a paja húmeda y tierra de bosque. En ese sentido se emparienta con el gin, sin las bayas de enebro que son su base; o con algunos aquavit centroeuropeos en eso de su potencia y su verdor frío. La diferencia: este tiene un regusto largo y mucho más elegante. Se puede beber solo o con hielo para domarlo un poco, porque puede ser un tanto agresivo de buenas a primeras; mejor hacer el camino largo y apostar a versiones sui géneris de martini, o darle una vuelta con infusiones dentro de una copa balón. La coctelería le sienta bien. Una cosa es cierta, no deja indiferente a nadie que lo saboree.[