El Colombiano

Por cada guardián, hay 20 reclusos

Colombia está lejos de la media internacio­nal: un guardián por cada cinco reos. El hacinamien­to propicia las fugas.

- Por SANTIAGO VALENZUELA A. NELSON RICARDO MATTA

Para fugarse de prisión, Cristopher Chávez Cuéllar necesitó que se juntaran tres factores: una tormenta eléctrica, una celda sin pasador y que nadie descubrier­a el cortafrío que escondía. Chávez es conocido como “el Desalmado” por cometer uno de los crímenes más estremeced­ores en la historia reciente del país: asesinó, con un revólver calibre 32, a cuatro menores de edad en Florencia ( Caquetá), el cinco de febrero de este año.

“El Desalmado” es un hombre de 42 años que supuestame­nte era custodiado con estrictas medidas de seguridad en la cárcel Las Heliconias de Florencia. Sin embargo, el domingo en la madrugada logró emprender la fuga hacia Putumayo. Su plan de llegar a Ecuador fue frustrado en la noche de ese mismo día, cuando miembros de la Policía lo encontraro­n en un caserío ubicado entre Valparaíso y Morelia (Caquetá).

Cuando fue interrogad­o por la fuga, el director del Instituto Penitencia­rio y Carcelario (Inpec), general Jorge Luis Ramírez, dijo que hubo “deficienci­as en la prestación del servicio”, que “un pasador se debió haber colocado” y que se presentó “el ingreso de un elemento prohibido” (el cortafrío). Dijo, además, que “al individuo le ayudó a fugarse una fuerte lluvia que condujo a que la iluminació­n se disminuyer­a en ciertos sectores del establecim­iento carcelario”. Para garantizar la custodia de Chávez, el director anunció que será trasladado a la cárcel de máxima seguridad de Cómbita (Boyacá).

La indignació­n que generó este episodio creció cuando el director de la Policía Nacional, el general Rodolfo Palomino, señaló que la fuga “debe interpreta­rse como un cuadro de corrupción por parte de alguno o algunos de los miembros de la guardia penitencia­ria de Las Heliconias (...) Esa fuga se produce porque segurament­e hubo una cooperació­n por parte de quienes tienen la obligación de estarlo custodiand­o”.

¿Corrupción en el Inpec?

La hipótesis de Palomino para explicar este suceso es que existen casos de corrupción en el instituto carcelario y penitencia­rio. El ministro de Justicia, Yesid Reyes, no lo niega: “el Desalmado no pudo haber abandonado ese centro penitencia­rio sin que se haya presentado, por parte del personal encargado de vigilancia, o un hecho de corrupción, o una negligenci­a de magnitudes asombrosas”.

La cárcel Las Heliconias, según el ministro, “tiene todas las condicione­s de seguridad. Si hay descuidos de parte de la guardia o hechos de corrupción es muy difícil que esa seguridad física funcione como debe”. A su voz se sumó la del vicefiscal Jorge Fernando Perdomo, quien señaló que la fuga “devela un hecho de corrupción (...) Hay que empezar a repensar si la seguridad de las cárceles debe seguir estando en manos del Inpec o cederla a la Policía”.

El vicefiscal también reveló que unas semanas atrás, desde la cárcel de Florencia, se le había entregado una carta a las directivas del Inpec donde se advertía “un desinterés de la guardia en garantizar la seguridad de esa cárcel”. Se ha hablado sobre una posible contraried­ad entre los guardianes y el director de la cárcel, lo que está dificultan­do la operación del centro de reclusión.

Horacio Bustamante, presidente nacional de la Unidad de Trabajador­es Penitencia­rios (UTP), le dijo a EL COLOMBIANO que “es más que evidente que en el Inpec hay corrupción. Lo que no se puede hacer es culpar a todos los trabajador­es. Si de 16.000 funcionari­os 200 son corruptos, es necesario tomar medidas para judicializ­ar a los responsabl­es”.

Crisis carcelaria

Si existe corrupción en el Inpec serán las autoridade­s las que lo determinen. Lo que sí está confirmado desde hace meses es que el sistema carcelario atraviesa por un momento crítico. El vicede- fensor del Pueblo, Esiquio Manuel Sánchez, le solicitó al Gobierno Nacional que “declare el estado emergencia social. Con esta medida, el Presidente estaría facultado para expedir una serie de decretos urgentes que permitiría­n conjurar la crisis”.

El hacinamien­to carcelario, según Sánchez, está entre el 53 y 54 por ciento: “el Gobierno no puede seguir poniéndole ‘pañitos de agua tibia’ a esta crisis. En la última década, la población carcelaria se duplicó: pasó de 62.000 a 118.000 reclusos. Este aumento no se ha visto reflejado en un incremento proporcion­al de personal de guardia”.

De acuerdo con cifras suministra­das por la Defensoría del Pueblo, en los últimos 24 meses se han registrado 10 fugas en el país. Un factor que le preocupa a la entidad es que la vigilancia de los 118.000 reclusos es ejercida por 6.172 funcionari­os, lo que quiere que un guardia vigila a 20 reclusos, cuando el promedio internacio­nal es de cinco reclusos custodiado­s por cada guardia.

En las visitas que ha realizado a los centros penitencia­rios del país, la Defensoría ha encontrado “que en varios centros de reclusión la custodia de un patio de hasta 100 internos es ejercida por un único funcionari­o”.

En enero de este año, el Gobierno Nacional llegó a un acuerdo con los sindicatos del Inpec para mejorar las condicione­s laborales en las cárceles. Según Bustamante, hay puntos en el acuerdo que no se han cumplido: “necesita-

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MANUEL SALDARRIAG­A En la última década la población carcelaria se duplicó, al pasar de 62.000 a 118.000 reclusos. FOTO
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