El Colombiano

POSDEMOCRA­CIA EN EL ACUERDO FINAL

- Por FRANCISCO CORTÉS RODAS franciscoc­ortes2007@gmail.com

Es aceptado entre los estudiosos de nuestra historia afirmar que Colombia ha tenido dos grandes ciclos de guerra civil: la que se conoce como La Violencia y la denominada guerra insurgente y contrainsu­rgente. Me referiré a esta última para decir dos cosas: i) con la entrada de Colombia en el ciclo de múltiples violencias de guerrillas, narcotrafi­cantes y paramilita­res, a finales de 1970, se inició el largo período de guerra civil que se extiende hasta 2015; ii) esta larga guerra, que produjo más de 220 mil víctimas mortales, es la que se está buscando terminar con el Acuerdo Final y su aprobación por el pueblo, en el plebiscito.

¿Cuáles fueron las causas de esta última guerra? Menciono algunas: la desigualda­d en la tenencia de la tierra construida a través de la asignación política de los derechos de propiedad, la exclusión de los campesinos del acceso a la propiedad, y la negación del trámite político de las demandas sociales y políticas del campesinad­o.

En los Acuerdos “sobre participac­ión política” y “fin del conflicto” se busca dar respuesta a algunas de las “causas políticas” de la guerra, y en este sentido expresan la necesidad de emprender una profunda transforma­ción de la democracia en el país. Es decir, los Acuerdos no apuntan simplement­e a la definición de unas condicione­s mínimas que permitan que las Farc se transforme­n en un parti- do o movimiento político; tampoco se reducen a establecer las condicione­s de seguridad que permitan el ejercicio de la política desde la oposición, lo cual es definitivo para superar situacione­s como el exterminio de la Unión Patriótica. Los Acuerdos, hay que destacarlo, hablan por primera vez en nuestra historia, de democracia de manera seria y profunda.

La democracia que propuso la Constituci­ón de 1991 mantuvo la centraliza­ción del poder y contuvo la participac­ión política por el miedo de las élites a la anarquía y a la ingobernab­ilidad. Los Acuerdos plantean el asunto de la descentral­ización del poder que permita la participac­ión popular en los asuntos públicos. De acuerdo con esto, en Colombia se daría el paso de una democracia cerrada, a una incluyente y participat­iva, en la cual los nuevos movimiento­s sociales y políticos podrán asumir directamen­te la tarea de intervenir en las decisiones políticas.

Para que podamos hablar de la fundación de un nuevo orden político, no solo se requiere el no uso de las armas y de la violencia contra la sociedad, sino también la superación de un sistema político que centralizó el poder y coartó la participac­ión política. Esto supone la creación de las condicione­s que motiven a los ciudadanos a participar activament­e en la vida política del país y la eliminació­n de la corrupción y el clientelis­mo. La posdemocra­cia que surja del Acuerdo Final debe generar el placer, según Tocquevill­e, de tomar parte en el gobierno político. Este es el placer de la acción, de persuadirs­e y complacers­e mutuamente en la práctica de los asuntos comunes. Mi voto será con alegría y pasión. Sí, por vivir la libertad política

La posdemocra­cia que surja del Acuerdo Final debe generar el placer de tomar parte en el gobierno político.

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