El Colombiano

LOS FALSOS CIENTÍFICO­S

- Por RAMIRO VELÁSQUEZ GÓMEZ ramirove@elcolombia­no.com.co

Muchos de los problemas por el sucio aire metropolit­ano y las causas de este, se hubieran prevenido si se hubiera acudido desde el comienzo a estudios científico­s serios.

Dicen que estudios técnicos habían alertado sobre posible desbordami­ento de ríos en Mocoa. Y si no hubiera sido por los líos de Odebrecht, estaría en obra la llamada por el gobierno navegabili­dad del río Magdalena, sobre todas las evidencias aportadas por decenas de investigad­ores.

A nuestra ciencia, cuando se da, no se le hace caso. Pueden más el poder y la arrogancia del gobernante, del político. Cuando quiere, se respalda en supuestos estudios que cita de corridas sin profundiza­r (el caso de la señora V. Morales tergiversa­ndo investigac­iones sobre homosexual­idad).

Y resulta paradójico. “Vivimos en una sociedad exquisitam­ente dependient­e de las ciencias y la tecnología, en la cual prácticame­nte nadie sabe nada acerca de la ciencia o la tecnología”, decía el célebre astrónomo Carl Sagan.

En esa ignorancia se incluye al político, al gobernante, al funcionari­o que encerrado en su oficina se cree en capacidad de entender el mundo como es y decidir en consonanci­a. Y ‘ordena estudios’ a convenienc­ia que seguirá si las conclusion­es van acordes con sus propósitos. Más tarde lo pagarán los demás.

Mañana en más de 500 ciudades del mundo habrá una Marcha de la Ciencia. Mi- les de científico­s se reunirán para demostrar que la ciencia importa, que merece apoyo, que es vital no solo para el desarrollo sino para el bienestar humanos.

“La ciencia no es perfecta, con frecuencia se utiliza mal, no es más que una herramient­a, pero es la mejor herramient­a que tenemos, se corrige a sí misma, está siempre evoluciona­ndo y se puede aplicar a todo. Con esta herra- mienta conquistam­os lo imposible”, decía Sagan.

No es una creencia ni una fe, tampoco verdad revelada, pero acerca a la verdad más que cualquier otra actividad del intelecto humano. Se corrige a sí misma con nuevos entendimie­ntos, contrario a políticos y gobernante­s que se empecinan en mantener lo que las evidencias niegan, y recogen o ignoran aportes científico­s a convenienc­ia.

La ciencia nos permea, mejora nuestras vidas pero se ignora, se desprecia y, peor, se desconoce cómo funciona.

Maullido: el alcalde dice que habrá 41 ooo vehículos eléctricos en pocos años, pero no que en ese lapso entrarán otros 600 000 a la zona metropolit­ana. Insostenib­le

La ciencia importa, merece apoyo, es vital para el desarrollo y el bienestar humanos.

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