LOS FALSOS CIENTÍFICOS
Muchos de los problemas por el sucio aire metropolitano y las causas de este, se hubieran prevenido si se hubiera acudido desde el comienzo a estudios científicos serios.
Dicen que estudios técnicos habían alertado sobre posible desbordamiento de ríos en Mocoa. Y si no hubiera sido por los líos de Odebrecht, estaría en obra la llamada por el gobierno navegabilidad del río Magdalena, sobre todas las evidencias aportadas por decenas de investigadores.
A nuestra ciencia, cuando se da, no se le hace caso. Pueden más el poder y la arrogancia del gobernante, del político. Cuando quiere, se respalda en supuestos estudios que cita de corridas sin profundizar (el caso de la señora V. Morales tergiversando investigaciones sobre homosexualidad).
Y resulta paradójico. “Vivimos en una sociedad exquisitamente dependiente de las ciencias y la tecnología, en la cual prácticamente nadie sabe nada acerca de la ciencia o la tecnología”, decía el célebre astrónomo Carl Sagan.
En esa ignorancia se incluye al político, al gobernante, al funcionario que encerrado en su oficina se cree en capacidad de entender el mundo como es y decidir en consonancia. Y ‘ordena estudios’ a conveniencia que seguirá si las conclusiones van acordes con sus propósitos. Más tarde lo pagarán los demás.
Mañana en más de 500 ciudades del mundo habrá una Marcha de la Ciencia. Mi- les de científicos se reunirán para demostrar que la ciencia importa, que merece apoyo, que es vital no solo para el desarrollo sino para el bienestar humanos.
“La ciencia no es perfecta, con frecuencia se utiliza mal, no es más que una herramienta, pero es la mejor herramienta que tenemos, se corrige a sí misma, está siempre evolucionando y se puede aplicar a todo. Con esta herra- mienta conquistamos lo imposible”, decía Sagan.
No es una creencia ni una fe, tampoco verdad revelada, pero acerca a la verdad más que cualquier otra actividad del intelecto humano. Se corrige a sí misma con nuevos entendimientos, contrario a políticos y gobernantes que se empecinan en mantener lo que las evidencias niegan, y recogen o ignoran aportes científicos a conveniencia.
La ciencia nos permea, mejora nuestras vidas pero se ignora, se desprecia y, peor, se desconoce cómo funciona.
Maullido: el alcalde dice que habrá 41 ooo vehículos eléctricos en pocos años, pero no que en ese lapso entrarán otros 600 000 a la zona metropolitana. Insostenible
La ciencia importa, merece apoyo, es vital para el desarrollo y el bienestar humanos.