BANCO AGRARIO, ¿MAYORES RIESGOS?
Se ha conocido que el presidente de la República, Juan Manuel Santos, designó a Rafael Pardo, ministro para el Posconflicto, como representante del Gobierno Nacional en la junta directiva del Banco Agrario.
Muy seguramente, con este nombramiento se busca garantizar los recursos de crédito agropecuario que va a demandar el cumplimiento del Acuerdo de Paz y, en particular, lo relacionado con la provisión de los subsidios establecidos en el punto uno del Acuerdo.
Allí se indica que, entre otras cosas, el Gobierno deberá asegurar la provisión de líneas de crédito blandas, ágiles, oportunas y subsidiadas para la economía campesina, familiar y comunitaria con subsidios progresivos para los medianos productores.
También se deberá proveer de recursos de capital semilla no reembolsables y se deberá adoptar un sistema de garantías que facilite el acceso de la economía campesina, familiar y comunitaria al crédito agropecuario. Igualmente, se deberá promover el acceso y el uso subsidiado de los seguros de cosecha.
Como el Banco Agrario es la principal fuente de recursos de crédito para los pequeños pro- ductores y además viene promocionando la utilización del seguro agropecuario por parte de este tipo de productores, muy seguramente el Gobierno recurrirá al Banco (y a Finagro, que maneja el Fondo Agropecuario de Garantías) para cumplir con lo establecido en el Acuerdo.
Aunque ello suena lógico, las autoridades gubernamentales deben ser muy cuidadosas para evitar que un esquema de subsidios generalizados como el consignado en el Acuerdo termine asfixiando financieramente al Banco Agrario, que precisamente se concibió para que no se repitiera la historia del estruendoso fracaso de la Caja Agraria.
En un estudio del Banco de la República se estableció cómo los programas PRA y Fonsa (puestos en marcha por el Gobierno a través del Ministerio de Agricultura) de prórroga de pagos, compra de cartera y refinanciación de deudas han crea- do incentivos perversos alrededor de los instrumentos crediticios, que han llevado a que la recuperación de la cartera no supere ni siquiera el 20 por ciento de los recursos prestados.
Respecto al impacto que este tipo de medidas tiene sobre el Banco Agrario, en un estudio de Fedesarrollo se indica que ellas han ido en detrimento de la calidad de la cartera del Banco y que, a pesar de ser programas motivados por el Gobierno, no se ha tenido “una reposición de las pérdidas de cartera por parte del Presupuesto Nacional”.
Para evitar que este tipo de situaciones se repita en los eventuales programas que se apliquen para cumplir con el Acuerdo, y en los que muy seguramente los potenciales beneficiarios serán productores sin mayor experiencia crediticia o productiva, el estudio de Fedesarrollo recomienda “la reposición de capital al Banco Agrario con recursos del Presupuesto Nacional”.
Esta reposición deberá cubrir el costo de “las decisiones que provengan de la política agropecuaria para establecer condiciones de tasas o de plazos especiales a los agricultores por medio de instrumentos o medidas específicas”.
Ojalá que una recomendación tan básica y pertinente se aplique para evitar que mañana estemos lamentando el eventual descalabro del Banco Agrario o del FAG
Con Rafael Pardo como ministro para el Posconflicto, se busca garantizar los recursos de crédito agropecuario que va a demandar el cumplimiento del Acuerdo de Paz.