Minería causa alteraciones irreversibles en ecosistemas
“La consulta popular de los habitantes de Cajamarca, Tolima, donde se opusieron al desarrollo minero, solo es otra evidencia del temor que sienten las comunidades, frente a las alteraciones y modificaciones que las actividades extractivas pueden desencadenar en el entorno. En lo físico, los cambios del paisaje son drásticos y radicales, pues hay movimientos en masa de las tierras, remoción severa de la vegetación y un impacto gigante en la biodiversidad. En el caso de los aspectos humanos, la mayor inquietud tiene que ver con los cambios en los modos de vida, por el paso de la agricultura a la minería y el miedo a que esta actividad atraiga fenómenos sociales como la violencia, la prostitución o las drogas, que tradicionalmente están asociados a esa actividad productiva. Las minas a cielo abierto hacen una afectación mucho más grande que las subterráneas, y por eso exigen una mayor atención en aspectos como el manejo de los escombros y de los residuos que se generan. La recomposición de las tierras dura lo mismo o más que el tiempo que está la mina en explotación, pues el plan de abandono debe asegurar la restauración de las áreas que fueron degradadas y garantizar que la vegetación y la fauna característica de la zona se mantenga. Pero eso es prácticamente imposible en una explotación a cielo abierto de gran escala. Aun en un escenario de minería bien hecha, como la que pregonan el Gobierno y el sector privado, resulta problemático porque la huella es notoria y la comunidad siempre se preguntará qué obtendrá a cambio. Aquí vale la pena mencionar que es necesario hacer una diferenciación de la minería ilegal, en la que no hay manera de hacer control. Pero, a su vez dentro de la ilegalidad hay dos categorías: la informalidad y la criminalidad. En resumen, la decisión tolimense refleja el temor macro de cualquier población frente a la explotación minera”.