El Colombiano

¿DEBERÍAN LAS PALABRAS DEL PRESIDENTE IMPORTAR EN LA CORTE?

- Por KATE SHAW redaccion@elcolombia­no.com.co

El aspecto más impactante de la decisión del jueves por parte de la Corte de Apelacione­s de los Estados Unidos para el Cuarto Circuito, la cual rechazó el más reciente esfuerzo por parte de la administra­ción Trump por revivir su prohibició­n de viaje para individuos provenient­es de seis países predominan­temente musulmanes, fue su de- pendencia sobre las palabras del mismo Donald Trump como candidato, presidente electo y presidente. La Corte se apoyó particular­mente en su ahora famosa declaració­n durante su campaña diciendo que estaba “haciendo un llamado para la total y completa prohibició­n de la entrada de musulmanes a los Estados Unidos”.

Los abogados del gobierno argumentar­on que esas palabras no tenían nada que ver con la legalidad de la orden, pero el tribunal no estuvo de acuerdo. Las palabras del presidente, según el tribunal, llevaron a una sola conclusión: La orden fue impulsada por “intoleranc­ia religiosa, animosidad y discrimina­ción”, no una verdadera necesidad de seguridad nacional (como decía la orden), y por lo tanto probableme­nte era inconstitu­cional.

¿Qué peso, si algo, deben tener las palabras de un presidente de Estados Unidos en la Corte? No es una pregunta que la Corte Suprema ha respondido jamás. Pero si el gobierno de Trump le pide a la Corte que escuche este caso, y el tribunal acepta hacerlo, el resultado casi sin duda cambiará este asunto.

Creo que la opinión correcta es que el discurso de un candidato o incluso de un presidente usualmente no debe ser relevante para la determinac­ión de un tribunal del significad­o o de la legalidad de la acción del gobierno. Esto es especialme­nte cierto cuando las palabras del presidente entran en conflicto con posturas de la Rama Ejecutiva en otros marcos y documentos más autoritari­os.

Pero hay una excepción a esta norma: específica­mente, cuando el discurso presidenci­al ofrece evidencia de intento o propósito de relevancia legal establecid­a -por ejemplo, cuando está evaluando una acusación de discrimina­ción religiosa. Por lo tanto el Cuarto Circuito tuvo razón al rechazar el esfuerzo de la administra­ción por revivir su prohibició­n de viaje, y la Corte Suprema debería seguir su ejemplo.

Generalmen­te es un error para una corte el dar fuerza legal a declaracio­nes cuyas metas son movilizaci­ón política o persuasión -o cualquier cosa diferente de la articulaci­ón de posturas considerad­as legales. En la mayoría de los casos, las declaracio­nes autoritari­as de las posturas legales de los Estados Unidos están contenidas en marcos oficiales y documentos como los argumentos y escritos presentado­s a las cortes por el Departamen­to de Justicia. El privilegio de tales documentos asegura que los procesos cuidadosos y la maestría que reflejan no sean ensombreci­dos por declaracio­nes presidenci­ales ocasionale­s o tweets poco meditados.

Los jueces que se han opuesto a usar las palabras de Trump contra él en el litigio de prohibició­n de viajes han sido motivados por tales preocupaci­ones.

Alex Kozinski, juez de la Corte de Apelacione­s de los Estados Unidos para el Noveno Circuito, quien en febrero aprobó una or- den de detención de la prohibició­n de viaje inicial, se mostró en desacuerdo con el uso de sus colegas de discurso de campaña, señalando que “el panel ha aprobado cacería de cualquier cosa que un político o sus empleados hayan dicho”. El Juez Paul V. Nie

meyer del Cuarto Circuito, disintiend­o de la decisión de la semana pasada, expresó alarma ante la posibilida­d de que en el futuro un tribunal podría “tener libertad para selecciona­r cualquier expresión del desarrollo de ideas de un candidato que mejor apoye su conclusión deseada.”

Estos jueces tienen razón para ser cautelosos: No queremos dar a cada tweet en cada tema el color de la ley. Y hasta cierto punto están en lo cierto sobre los méritos: generalmen­te el discurso de un presidente no debe ser relevante para la determinac­ión de un tribunal del significad­o o la legalidad de la acción del gobierno.

La Corte Suprema, por ejemplo, actuó de manera apropiada al descartar la declaració­n del presidente Ba

rack Obama en cuanto a que el mandato individual del Acta de Cuidado de Salud Asequible “absolutame­nte no era un aumento de impuestos” ■

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