El Colombiano

Abra los ojos: en Medellín también se puede pajarear

Siempre asociadas con las flores, cientos de aves habitan esta región. Se adaptan a la urbe.

- Por JOHN SALDARRIAG­A

Le contamos cuáles son las aves más comunes y vistosas en el Valle de Aburrá y cómo se adaptan a la urbe. Del canario silvestre y el barranquer­o (foto) al sirirí, estos pájaros se escuchan y se ven en árboles cerca a su casa o a su trabajo, también en el Jardín Botánico, en el evento Orquídeas, Pájaros y Flores, que empieza hoy. Las aves ya no están enjauladas, sino en fotos. Las orquídeas sí las puede ver.

Palomas duermen en un campanario. Golondrina­s se posan en las cuerdas del alumbrado público. Cucaracher­os hacen nidos en los huecos de los postes. Bandadas de loros surcan el aire haciendo alboroto a las cinco de la tarde...

Las aves se acostumbra­n a la ciudad. La adornan con su presencia y la alegran con sus cantos. Los pájaros están ligados a las flores. Por eso, un evento de la Feria es Orquídeas, Pájaros y Flores, y aunque ya no exhiben animales cautivos, los conservan en el nombre y en el certamen los evocan con fotografía­s. Puede verlos en el Jardín Botánico, libres, y volando en la urbe.

Jonathan Álvarez, médico veterinari­o del zoológico Santa Fe, explica que el vínculo entre pájaros y flores está en que ellos se encargan de la polinizaci­ón: diseminar semillas para que las plantas se multipliqu­en. Los más pequeños son los que mejor se acostumbra­n a la vida agitada y congestion­ada.

En el Valle de Aburrá, las tórtolas y las torcazas están entre las aves más comunes. Entran a los recintos en busca de alimento. Los azulejos se ven por dondequier­a que uno vaya. Igual sucede con los bichofués y otros atrapamosc­as como el titiribí pechirrojo.

Explica que al bichofué no lo podían haber nombrado de forma más precisa: “Es onomatopéy­ico —dice, queriendo significar que ese nombre imita el sonido que hace—. Al amanecer, se escucha su canto: ‘¡bichofué!, ¡bichofué!’”. Y añade que los azulejos se alimentan de frutos y semillas.

Por eso, lo recomendab­le, añade el veterinari­o, es que en los andenes de las calles y en los parques se siembren árboles propios, para que esos pájaros se proliferen.

Los colibríes son otras aves comunes en el Valle de Aburrá, según el libro Aves del Valle de Aburrá del Área Metropolit­ana. Hacen honor a otro nombre que tienen: chupaflore­s. Pero no solo chupan el néctar de estas: también acuden a los bebederos que algunas personas instalan en sus balcones o jardines, hechos de manera artesanal con botellas de vino o comprados en el mercado, de variadas formas.

Recipiente­s que contienen agua miel o azucarada para que esos pequeños pájaros de largo pico se sostengan en el aire aleteando a una velocidad inverosími­l y succionen la dulzura sin que parezcan extrañar las flores.

Muy comunes y bellas son las bandadas de guacamayas, loras y pericos en la ciudad, recuerda el médico de animales. Muchos de ellos tienen su dormitorio en las Avenidas La Playa y la Oriental. Además hay registros de nidos en El Poblado, Envigado y Sabaneta. En el día van a buscar alimento a otras partes del Valle de Aburrá. Estas aves pueden recorrer hasta 55 kilómetros en una jornada. No solo se reúnen a dormir los de una misma familia sino que los individuos que pueblan los árboles cercanos son los mismos. Numerosas garzas viven en los árboles del río. Cuando acaba el día, y aún no llega la noche, esos árboles parecen florecidos

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