A redescubrir los pulmones verdes
La ciudad no tiene un gran parque arborizado y expertos consideran que faltan más espacios como estos.
A falta de grandes parques, Medellín muestra orgullosa sus siete cerros tutelares y el Jardín Botánico. Sin embargo, no son sufientes para contrarrestar el crecimiento urbano. Así se proyecta el plan verde.
Medellín tiene 186 hectáreas de espacios verdes dentro de la parte urbana, algo así como 230 canchas del estadio Atanasio Girardot.
¿Suficientes? El componente de zonas verdes está enmarcado dentro del espacio público, y la ciudad, según su director de Planeación, César Hernández, tiene 3,64 metros cuadrados por habitante, pero el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) proyecta que ese indicador debe ser 7 metros cuadrados por persona.
Hay conciencia de que falta mucho para, tan siquiera, contrarrestar el crecimiento urbanístico de esta urbe de 2,5 millones de habitantes.
Sin embargo, no hay que menospreciar lo que existe: los cerros La Asomadera (33 hectáreas), Nutibara (33) y Volador (107), así como el Jardín Botánico Joaquín Antonio Uribe, (13,2) son tesoros que se mantienen en medio del crecimiento urbano, atenúan el calor y ayudan a la calidad de vida de sus habitantes.
Paraísos verdes de la urbe
Los contrastes afloran entre las montañas que rodean a Medellín. Es la percepción de Luis Fernando González, urbanista y docente de la Universidad Nacional sede Medellín y quien advierte una mala planeación y un desarrollo urbano que no contempla lo ambiental.
“Aquí no tenemos un gran parque. Nuestro Central Park (Nueva York) es el Jardín Botánico y eso es una proporción ínfima frente a lo que significa ese espacio, y es la misma desde 1913 hasta 104 años después. No existe un gran parque, como por ejemplo el Simón Bolívar de Bogotá, un gran escenario verde y de recreación pasiva”, apunta.
Medellín tampoco tiene un parque como el Metropolitano de Santiago de Chile (1.785 hectáreas). En esta ciudad colombiana hay senderos, corredores ecológicos y cerros esparcidos por sus 16 comunas.
El director de Planeación, hace un recorrido por las zonas verdes con que cuenta la ciudad y comienza por las comunas 1 y 2, en el nororiente, donde, acepta, son muy escasas por el asentamiento en zonas de preservación y terrenos inestables.
A diferencia de este espacio de la ciudad, Hernández considera que “al frente, en las comunas 5 y 6 (noroccidente), el componente ecológico está pensado desde la década del 80 cuando se crearon corredores ambientales entre el río Medellín y el cerro Picacho. Está bien marcado y allí hay consolidación ambiental”.
En el occidente, sector Robledo, el verde empieza a ser protagonista. Aparecen el cerro El Volador, la parte alta de Aures, Pajarito y el corredor de La Iguaná. “Ahí están
las transversalidades de las quebradas Santa Elena e Iguaná, que son los corredores bióticos más fuertes de Medellín”, aclara.
El recorrido del funcionario continúa por las comunas 8 y 9, en el centro oriente. Allí, considera Hernández, existe un óptimo componente ambiental del que son protagonistas los cerros Pan de Azúcar y La Asomadera.
El lunar, recalca, está en la comuna 10, centro de la ciudad, la zona más densamente poblada. En el sur, está el cerro Nutibara, como epicentro ambiental y forestal de la ciudad. “Articula los cerros en Medellín”, enfatiza.
El Poblado, revela Hernández, en tres décadas dejó de ser una gran despensa ecoló- gica y le dio paso a los edificios y avenidas.
“Se privilegió la ocupación inmobiliaria. Fue más la demanda comercial que la contención, pero se debió planificar con mayor preservación forestal. Allá se ven corredores marcados como la Aguacatala, La Presidenta. (...) Eran las zonas verdes más grandes de la ciudad”, asevera.
Pero no a todos los que viven la ciudad y han estudiado su urbanismo, como el arquitecto González, se convencen de las estructuras verdes con que se cuenta, principalmente de los cerros Volador y Nutibara, de 107 y 33 hectáreas, respectivamente.
“Nunca hemos terminado de definir qué son: no son suficientemente arborizados. Desde que se formularon en el plan de parques del año 1964, les tiraron una carretera para subir, a uno le hicieron balcones, parque de esculturas, pueblito paisa, un teatro abandonado, senderos verdes con circuitos inadecuados y problemas de seguridad”, dice.
Espacios sin apropiación
No es que se haya renunciado a los parques con preponderancia ecológica. Los espacios verdes de Medellín combinan lo ambiental con la recreación y el deporte, Así justifica el secretario de Ambiente, Óscar Hoyos, la importancia de los cerros Nutibara, El Volador y La Asomadera que, dice, han sido intervenidos para apropiación de la comunidad.
“Son sitios tranquilos para relajarse, compartir con la familia y disfrutar de la naturaleza. Hacer deporte”, anota.
Lo que más extraña de San José, Costa Rica, Alfonso Cabarique son los parques y, por eso, al compararlos con los de Medellín, se queda con los de la ciudad centroamericana.
“No existe un gran bosque en la ciudad. Hay que salir de la parte urbana, por ejemplo al parque Arví, en Santa Elena, para encontrarse con la naturaleza. También me gusta el cerro de las Tres Cruces (entre Belén y Altavista)”, comenta.
Para el secretario Hoyos, los espacios verdes son de calidad, aunque falta más sentido de apropiación hacia ellos. “Los que más visitan son los cerros Nutibara y El Volador, que carece de empoderamiento ciudadano, pues mucha gente ni lo conoce”, concluye