El Colombiano

LO QUE NOS ENSEÑÓ JOHN MCCAIN SOBRE LA TORTURA

- Por MATT WELCH redaccion@elcolombia­no.com.co

Fue ese otro senador convertido en prisionero de guerra, el incansable­mente valiente Jeremiah Denton, quien primero señaló a la inteligenc­ia militar de los Estados Unidos -señalando “Tortura” en código Morse durante un video de propaganda- que nuestros prisionero­s de guerra en Vietnam del Norte estaban siendo tratados en flagrante violación de la Convención de Ginebra. Pero fue John McCain quien introdujo ese maltrato visceralme­nte en las salas estadounid­enses, a través de una angustiosa entrevista en una cama de hospital transmitid­a por CBS News en el otoño de 1967.

Ojos temibles que se salían de su cabeza, McCain habla vacilante, con obvio dolor físico, mientras lucha en una batalla perdida para evitar que sus labios tiemblen. “Me gustaría decirle a mi esposa”, dice al final, apenas manteniénd­ose en calma, “me pondré bien”. La predicción no inspiró confianza.

McCain, que murió el 25 de agosto a los 81 años, pasó más de medio siglo tratando de enseñarnos sobre la tortura, que produce inteligenc­ia defectuosa, que “cada hombre tiene un punto de quiebre”, que el personal militar obtiene un orgullo motivacion­al del hecho de que EE. UU. tiene estándares morales superiores a los de sus corruptos adversario­s. “Su última resistenci­a”, escribe en su último libro, “The Restless Wave” (escrito como siempre con Mark Salter), “la que se pega, la que hace que la víctima sea superior al torturador, es la creencia de que si las posiciones fueran invertidas us- ted no los trataría como lo han tratado a usted”.

Esa lección se está desvanecie­ndo en 2018, ignorada tanto por un presidente que cree que la tortura “funciona absolutame­nte” como por un cuadro de resistenci­a de exoficiale­s de seguridad nacional cuyas mentiras descaradas sobre la práctica aún no han dejado una marca notable, ya sea en ventas de libros o contratos de televisión por cable.

Cuando Osama bin Laden “finalmente se encontró con el destino que merecía, los apologista­s de la tortura apareciero­n en los noticieros de cable y periódicos afirmando que no habría sido encontrado sin inteligenc­ia obtenida mediante el uso de EIT” -técnicas de interrogat­orio mejoradas, McCain gruñe en The Restless Wave. “En verdad, la mayoría de las afirmacion­es de la CIA de que los interrogat­orios abusivos de detenidos habían producido pistas vitales para ayudar a localizar a Bin Laden fueron exageradas, engañosas y, en algunos casos, completa m...da”.

Para su gran mérito, McCain no solo hizo estas críticas con una retrospect­iva de siete años, sino en tiempo real, cuando los estadounid­enses todavía se estaban felicitand­o por la tan esperada captura de bin Laden. “En última instancia, esto es más que un debate utilitario”, escribió en su momento en The Washington Post. “Este es un debate moral. Se trata de quiénes somos”.

Gran parte de lo que sabemos sobre el uso de la tortura en el país después del 11 de septiembre llegó como resultado del informe del Comité Selecto de Inteligenc­ia del Senado en 2014 sobre el programa de detención e interrogac­ión de la CIA. Ese documento, del cual sólo un resumen de 525 páginas se ha puesto a disposició­n del público, detalla no sólo un nivel psicótico de brutalidad sino también una indiferenc­ia burocrátic­a hacia la tortura infligida en personas inocentes.

Solo un republican­o en el comité, Susan Collins de Maine, votó para aprobarlo; el resto dio a conocer un informe de minoría refutando sus conclusion­es. La de McCain era una voz solitaria de alabanza republican­a. “Este informe fortalece el autogobier­no y, en última instancia, creo que la seguridad y la estatura de EE. UU. en el mundo”, dijo en el pleno del Senado.

En su libro reciente, McCain destacó por desdén a una serie de exdirector­es de la CIA que en estos días se pueden encontrar en un gran escándalo por la falsedad del presidente Donald Trump. “George Tenet, Porter Goss y Michael Hayden engañaron a la Casa Blanca, al Congreso y al director de Inteligenc­ia Nacional acerca de la efectivida­d del programa”, escribe.

A los republican­os que se oponen a los Trump por estos días se les critica con frecuencia justificad­amente que no se oponen de manera significat­iva a las políticas o al personal del presidente.

Pero uno de los últimos actos de McCain como senador fue instar a sus colegas a votar en contra de la nominación de Gina Haspel para convertirs­e en directora de la CIA. Su papel en “supervisar el uso de la tortura por parte de los estadounid­enses es inquietant­e”, escribió desde su lecho de enfermo en Arizona. “Su negativa a reconocer la inmoralida­d de la tortura es descalific­ante”.

Al final, solo dos senadores republican­os encontraro­n el argumento persuasivo. La política contra la tortura está pasada de moda

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