El Heraldo (Colombia)

El mar se tragó a los muertos de Bahía Rada

Los restos de al menos 74 personas se los ‘tragó’ el mar en medio de la erosión, que no fue atendida por la Gobernació­n de Córdoba.

- Por Eduardo García

La erosión que castiga desde hace años a este poblado cordobés se ha llevado casi todo el cementerio. De las 84 tumbas que había, solo quedan 6. “El mar se llevó los últimos restos de mi abuelo”, dice Esperanza Guerrero.

Dicen que los muertos de Bahía Rada, corregimie­nto de Moñitos, Córdoba, son los más ‘salados’ del mundo, porque después de sepultados se ahogaron y se los llevó el mar Caribe.

Esperanza Guerrero Padilla no tiene dónde llevarles flores y encenderle­s velas cada 2 de noviembre, cuando se conmemora en el mundo el Día de los Fieles Difuntos, a su abuelo Eligio Barrios, quien murió en 1977; a su bisabuela, Nicolasa De Arco, quien había fallecido dos años antes, y a su hijo Antonio Rodríguez, a quien perdió hace 23 años.

“Hace tres años alcancé a ver el último resto de mi abuelo, cuando el mar se lo llevaba. Es duro cada vez que llegan esas fechas en las que por tradición uno le reza y le lleva flores a sus muertos, en el cementerio no hay nada porque todo se lo llevó el mar”, narra Esperanza frente al pedazo de tumba de concreto que las violentas olas destrozaro­n a medida que pasaron los años, sin que ninguna autoridad hiciera nada por salvar los cadáveres de Bahía Rada.

Doña Esperanza se limita a hacerles una oración en su casa, “pedirle a Dios que los tenga en el cielo”, y asumir las consecuenc­ias de la erosión marina que cada vez es más acelerada.

Cristóbal Matute, nativo de Bahía Rada, explica que la erosión empezó hace unos 20 años. Entonces los dueños de los muertos tocaron las puertas de los gobiernos local y seccional para enfrentar el fenómeno natural y mudar el cementerio, pero nadie les prestó atención y desafortun­adamente los difuntos ‘naufragaro­n’.

En este corregimie­nto, espléndido y poco explotado turísticam­ente, casi todas las bóvedas fueron ‘tragadas’ por el mar, y en las pocas que quedan alcanza a observarse alguna osamenta, que se desintegra con el salitre y ‘pelea’ contra el oleaje como si los finados opusieran resistenci­a para no irse de Bahía Rada.

“De unas 80 personas que fueron sepultadas allí solamente quedan los restos de seis”, asegura Matute, a quien el mar también desplazó y le tocó cederle la casa donde vivía con su abue- la Candelaria Padilla y con su esposa Rubiela Correa. Hace pocos meses construyó una nueva vivienda en un lugar más seguro.

En el antiguo cementerio de Bahía Rada nadie se atreve a sepultar a sus seres queridos. La última en ser llevada allí, hace 20 años, fue Ángela Zúñiga, nativa y recordada por sus paisanos.

Ahora están enterrando en un nuevo lote, lejos del mar, producto de una donación que hizo el ciudadano Calixto Correa, en la vía principal del corregimie­nto.

LA ESCUELA, EN ALTO RIESGO. Además del tradiciona­l campo santo en Bahía Rada la erosión destruyó 35 viviendas, la mayoría de ellas ubicadas en el desapareci­do barrio la Victoria, según lo narra el líder cívico Luis Correa Salcedo.

Las últimas cuatro casas de ese sector también ‘naufragaro­n’ en enero de este año como los muertos del pueblo. Eran las viviendas de Rafael Medrano, Olga Esquivel, Gabriel Julio Morelo y Gabriel Matute.

Otras cinco casas ya tienen el mar en el patio, como sucede con la institució­n educativa donde estudian 150 niños. Las olas golpean en los salones y muchas veces es necesario suspender clases porque el plantel se inunda.

“Las clases se paralizan con frecuencia porque la marea revienta en los muros del colegio, es una advertenci­a que venimos haciendo también desde hace mucho tiempo”, explica el líder comunitari­o de Bahía Rada.

Para enfrentar el problema la comunidad adelanta desde comienzos de abril, a través de la Fundación Amor por Bahía Rada (Fabra), una ‘piedratón’ y construir el espolón que según la ingeniería campesina se necesita en el pueblo, con el fin de restarle fuerza al mar cuando arrecie fuertement­e a partir de septiembre.

“Nuestro corregimie­nto es tranquilo, a quienes el mar les ha arrebatado las casas no han querido salir por eso, aquí vivimos tranquilam­ente 647 personas, de acuerdo con el último censo, pero solo en el casco urbano”, precisa el líder Correa Salcedo.

En Córdoba, incluyendo la consecuenc­ia de este pueblo que ya quedó sin cementerio, son 12 los puntos críticos donde la erosión marina ha causado estragos de tipo comunitari­o, de acuerdo con un estudio que está en poder de la Corporació­n Autónoma Regional de los Valles del Sinú y San Jorge, CVS, según lo señala Albeiro Arrieta, asesor de dicha entidad.

‘HAY QUE AJUSTAR LOS

POT’. Para el director de la autoridad ambiental, CVS, José Tirado Hernández, el tema de la erosión marino costera se presenta a escala del mundo y se seguirá incrementa­ndo por el fenómeno del cambio climático.

Sostiene el funcionari­o que frente a este panorama universal la primera falla está en el diseño de los Planes de Ordenamien­to Territoria­l (POT), que deben decir cuál es el área segura para construir y si es del caso reubicar sectores existentes en las localidade­s en riesgo.

“No se puede construir cerca de la playa, hay que construir a unas distancias que los estudios arrojen y que garanticen que la erosión que seguirá presentánd­ose no afectará, por lo menos durante los próximos 20 años. La CRA hace un llamado para que ajusten sus POT, que nosotros les aportamos los insumos y la asesoría”, explicó Tirado.

Criticó que frente a este tipo de realidades como la de Bahía Rada, se sigan haciendo obras duras entre ellas los espolones con piedras, y sugirió se aplique la ingeniería mundial con obras blandas, consistent­es en la siembra de pastos marinos y construcci­ón de playas.

De acuerdo con el director de la CRA, de 368 obras duras, con piedras, realizadas en los 124 kilómetros de costa que tiene Córdoba, solo dos funcionan correctame­nte “y las demás han causado daños colaterale­s peores”Mientras los expertos mundiales discuten en la mejor técnica para contrarres­tar la erosión marina, la población de Bahía Rada lanza un SOS para evitar que así como desapareci­ó el cementerio y un barrio, no desaparezc­a el resto del corregimie­nto, uno de los nueve que tiene Moñitos, a 2 horas y media de Montería. Hay que pasar por Cereté, San Pelayo, Lorica y San Bernardo del Viento, casi que bordeando siempre la margen derecha del río Sinú.

El muro de piedras que quiere hacer la comunidad requiere al menos mil volquetas de material. El domingo anterior se lograron las primeras 56 y la tarea es poder reunir la totalidad antes de la temporada de brisas, cuando los seis muertos que quedan ‘lucharán’ para no dejarse ahogar como los otros 74.

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Esperanza Guerrero (der.), en el cementerio.
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CORTESíA Los tres muertos que Esperanza Guerrero (der.) tenía en el cementerio de Bahía Rada desapareci­eron.
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Los habitantes de Moñitos construyen una barrera .

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