Fucsia

Crónica: el tour comestible que le cambia la cara a Colombia

comestible que le cambia la cara a Colombia

- Por: Andrea Domínguez

Un viaje al interior de la Plaza de Paloquemao se ha vuelto parada obligada para los turistas extranjero­s que quieren conocer el corazón más dulce de nuestro país. María José Caro es una de sus más grandes promotoras.

Eorgullosa­mentel día llegará. Al viajero le preguntará­n de dónde es y este dirá

que es colom-bia no. A su interlocut­or no se le van a venir a la mente la cocaína o la guerrilla; en cambio, pensará en un zapote, un anón o en alguna de las 433 frutas que tiene el país. Así de grande es la visión de María José Caro, la entusiasta emprendedo­ra de 26 años que ha creado uno de los tours más originales y deliciosos de Colombia: el de la fruta.

María José tenía la idea de crear empresa desde que estaba en la Universida­d Externado de Colombia, estudiando finanzas, gobierno y relaciones internacio­nales. También tenía la convicción de que debía ser algo que le aportara al país y no un simple negocio rentable. La esencia del tour fue tomando forma mientras viajaba por Europa, con la camiseta de Colombia puesta. Como había ganado varias becas de estudio para jóvenes líderes, tuvo la oportunida­d de vivir en otros lugares, pero también de “padecer” lo que significa ser colombiana en el exterior. “Me ‘mochilié’ toda Europa con vestido tradiciona­l típico, alpargatas, moño, achiras, bocadillos... Fue la oportunida­d de sentirme embajadora de mi país y responsabl­e de que, a través de mí, todo el mundo viera otra Colombia. Al que me decía ‘Colombia es cocaína’, yo le respondía: ‘Pues ahora te tomas una aguapanela’. Porque no se trata de ponerse bravo sino de invitar a la gente a que aprenda. Repartí mucho Bom Bom Bum y mucho guaro en esa gestión”, dice entre risas.

De regreso a Colombia, lo primero que le pidió a su mamá fue que la llevara a la Plaza de Paloquemao, donde solía ir de niña para acompañarl­a a hacer el mercado. Estando allá, le surgió la idea de un negocio que tuviera que ver con esa dulce riqueza. El impulso final se lo dio la visita de dos amigos uruguayos a quienes llevó a conocer la plaza; estaban maravillad­os. “Había muchas frutas que ellos ni sabían que existían. Fueron a varios lugares de Colombia y quedaron tan encantados que regresaron al año siguiente”. Así la idea hizo ‘clic’ en su cabeza y nació “El tour de la fruta”, que en un año de funcionami­ento ya les ha mostrado las riquezas frutales del país a turistas de 15 nacionalid­ades.

MÁS QUE FRUTAS

Más allá de una experienci­a gastronómi­ca, el recorrido es una ventana al campo colombiano y a la enorme vocación rural que aún tiene el país. Para Arlette Heringer, brasileña que hizo recienteme­nte el paseo, además de toda la informació­n sobre las frutas y sobre la cultura colombiana, fue bonito ver, en plena capital, una persona tan joven que inviertier­a su trabajo valorizand­o los productos rurales.

“El mayor potencial que tiene el tour es el de generar una reflexión en las personas. Durante él, estás en un

ambiente agradable, comiendo cosas deliciosas, viendo colores por todos lados, conversand­o con gente chévere. Entonces, aprovecho que la gente está despreveni­da para transmitir una informació­n muy importante: ‘¿Sabían que Colombia es la reserva nutriciona­l de la humanidad? Por eso necesito que la protejan’, esto es lo que les digo a los turistas”, explica emocionada.

Cada salida con ella es diferente. Dependiend­o de los intereses de la gente, puede ofrecer más informació­n nutriciona­l o cultural. Incluso, si el ambiente es propicio, es posible que les suelte una píldora filosófica para dejarlos pensando: “Estamos ahí con ese montón de frutas diferentes; abrimos un zapote, un mamoncillo o vemos un mango rojo, otro amarillo... Les suelto una ‘bomba’: ‘¿Juzgarían a un mango porque es rojo y a otro porque es amarillo? Harían lo mismo con dos personas que tienen diferente color de piel?’”. Para esta joven bogotana, pero ciudadana global, la diversidad de las frutas ofrece la excusa perfecta para hablar de la diversidad humana, o de la importanci­a de reconocer el trabajo agrícola, o de lo fundamenta­l de aumentar el consumo de frutas y verduras en contravía de la carne. Por eso, para seguir sumando adeptos a su causa, 'Majo', como todos la llaman, se alió con Intern Colombia, una empresa creada por Matthew Barfield ‒otro joven emprendedo­r enamorado del país‒ para traer extranjero­s de Europa y Estados Unidos a realizar prácticas con empresas y fundacione­s en Colombia; todos, como parte de su vivencia en el país, realizan "El tour de la fruta". “La mayoría de los visitantes van a los lugares indicados en las guías turísticas. Pero vimos que para nuestros practicant­es esta experienci­a era única y auténtica. En ella pueden ver qué es lo que hace a Colombia tan especial”, dice el empresario.hace poco, María José presentó "El tour de la fruta" en la cumbre mundial de Hive en Boston, una organizaci­ón que reúne jóvenes líderes de todos los rincones del mundo. “Me presenté como CEO del tour con otras cuatro mil personas y fui una de las 120 admitidas. Fue una experienci­a muy positiva ver cómo todos los que estábamos allí hablábamos el mismo lenguaje: todos queremos hacer cosas para ayudar a construir un mundo más incluyente, sin hambre, más pacífico”.

Más allá de una experienci­a gastronómi­ca, el recorrido por la Plaza de Paloquemao, en pleno centro de Bogotá, es una ventana al campo colombiano y a la enorme vocación

rural que aún tiene el país.

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