Columna Adolfo Zableh
"En general, hacer las cosas es fácil, solo requiere de voluntad; por otro lado, tenerla es putamente difícil. Es una cosa rara, como si ella y nosotros fuéramos enemigos".
Me regalaron una foto. No es de amor, pero sí. En la imagen se ve una niña de unos cuatro años que está de espaldas contra una baranda intentando coger la hoja de un arbusto al que no llega por centímetros. La foto es la historia de la perseverancia. La persona que me la regaló es la misma que la tomó y la reveló. En épocas de fotos digitales tomadas de afán y sin cuidado, porque siempre se podrán tomar más, y de selfies que parecen espontáneas aunque hayan sido ensayadas una y otra vez, esta guarda la mitología del papel. Su autora se tomó el tiempo (el mismo de la niña tratando de alcanzar la hoja) para observar la escena y capturarla cuando tocaba, justo en el momento en que la pequeña rozaba la hoja que tanto anhelaba y con mucho esfuerzo lograba arrancar para quedarse con ella. Me dijo que me la regalaba porque la escena le hacía pensar en mí. Yo no entendí hasta cuando me explicó que había estado al menos una hora mirando a la niña y que sin importar el tiempo transcurrido y lo difícil o inalcanzable de esa hoja, ella nunca desistió. Lo que para cualquier adulto habría sido insignificante, lo era todo para la niña, en el mundo no existía nada más. Remató diciendo que mientras uno creyera que algo era posible, todo podía pasar. Yo seguí sin entender qué tenía que ver la escena conmigo porque necesito de obviedades. Fue ahí cuando me dijo que ella creía que yo podía hacerlo todo y esperaba que cada vez que viera esa foto pensara no en ella, sino en todo lo que puedo hacer posible así parezca inalcanzable. Cerró diciendo que, en el futuro, esperaba verme alcanzando todo lo que quería y tener la oportunidad de felicitarme por ello. Luego tomó un avión y desde entonces no la he vuelto a ver. A veces pasa que las personas hacen más fuerza por ti que tú mismo y hay que responderles como sea, más por ellas que por nosotros, porque confianzas de ese tamaño no se pueden traicionar. No sé de qué dependa, pero hay gente a la que conmovemos y solo quiere lo mejor para nosotros. Y así no podamos hay que mantenerse bien y darlo todo aunque el cuerpo no dé. Porque a veces estás mal y no sabes por qué. Y no pasa nada si lo estás, son los ciclos de la vida, la clave es no dejarse ir. Si puedes reparar aquello que no funciona, maravilloso; si no, con tenerlo controlado para que la vida siga andando con algo de normalidad, alcanza. Y aunque la buena energía que mande la gente es importante para seguir remando, a la larga todo depende de nuestra voluntad. La voluntad es lo que no te deja zafarte de la realidad y la que impide que el miedo te lleve por delante. Es lo que hace posible que te controles con la comida y pierdas peso, que te reportes con tus seres queridos y que des el primer paso para hacer las paces con las personas que te has peleado. En general, hacer las cosas es fácil, solo requiere de voluntad; por otro lado, tener voluntad es putamente difícil. Es una cosa rara, como si ella y nosotros fuéramos enemigos. Al final acepté la foto y la enmarqué; yo, que no soy muy dado a enmarcar cosas para la casa. Supongo que el mensaje me caló y que fue la voluntad lo que me hizo hacerlo. No será una gran obra, pero es un comienzo.