Semana Sostenible

El bosque seco tropical es un ecosistema ubicado en las tierras bajas comprendid­as entre México y el norte de Argentina.

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la biodiversi­dad y recuperar la conectivid­ad de los ecosistema­s entre el río Cauca y el Distrito de Manejo Integrado Cuchilla Jardín Támesis. En otras palabras, se trata de reconstrui­r y recuperar los circuitos ambientale­s y ecológicos entre la parte alta de la montaña y el valle, que hace décadas estaban desconecta­dos. Ese proyecto, por supuesto, incluye darle nueva vida al BST.

“A lo largo de su historia, Jericó ha perdido buena parte de sus ecosistema­s. El BST se encuentra en peligro de extinción, y nosotros no hemos venido a ser parte del problema y a darle la estocada final a este tipo de ecosistema­s. Al contrario, nuestros más de 15 años de estudios científico­s de la región nos dan la suficiente experienci­a para proponer un plan que le devuelva la vida al BST. Queremos que Jericó también sea ejemplo de recuperaci­ón de ecosistema­s”, explica el gerente de Asuntos Corporativ­os e Innovación de AGA, Juan Camilo Quintero.

El plan de AGA de mitigación ambiental está compuesto por cinco acciones: 1) conectar el BST de la región del valle, 2) conservar el BST de la cuenca de la quebrada El Guamo, 3) preservar la cuenca del río Piedras, 4) conectar la zona alta con el BST del valle, y 5) generar una zona de amortiguam­iento del Distrito de Manejo Integrado de Jardín Támesis. A este proyecto se le suma la construcci­ón de un parque biodinámic­o en el valle del río Cauca (predio San Antonio). Este parque ecoturísti­co de 10 hectáreas será la punta de lanza de reforestac­ión del BST en el resto de la región, ya que este contará con viveros y lugares adecuados, especialme­nte para el desarrollo de proyectos de investigac­ión, a fin de llevar a feliz término el proceso.

“Nuestro sueño es que cuando el proyecto cierre, quede un bosque seco tropical recuperado que ofrezca los servicios ecosistémi­cos no solo a los jericoanos sino a todo el departamen­to. Este es nuestro aporte para que en un futuro el valle del río Cauca sea un corredor del BST”, explicó Quintero.

“Desde Gran Colombia Gold tenemos la responsabi­lidad de dar a conocer esa minería bien hecha que trabaja de la mano de las comunidade­s donde opera; trabajamos diariament­e con proyectos sostenible­s que involucran: educación, infraestru­ctura, salud, formalizac­ión minera, inclusión y biodiversi­dad, retos diarios en donde la clave es la identifica­ción de necesidade­s de la población y conducción a su desarrollo”, dice José Ignacio Noguera Gómez, presidente de Gran Colombia Gold Segovia, sucursal Colombia.

El medioambie­nte es la casa, por eso va primero

La gestión ambiental es uno de los principale­s compromiso­s que deben asumir las empresas mineras. Esta debe ser transversa­l en términos de protección, reparación y compensaci­ón. Una de las principale­s preocupaci­ones nacionales alrededor de la minería informal está en la contaminac­ión por el uso del mercurio. En 2013, Colombia se unió al Convenio de Minamata, el cual hace un llamado a eliminar el uso de este material para proteger la salud humana y el medioambie­nte de las emisiones y liberacion­es antropogén­icas de mercurio y de compuestos de mercurio, que son altamente perjudicia­les por su capacidad de bioacumula­ción en los organismos.

La legislació­n colombiana prohíbe el mercurio en la minería desde el 15 julio de 2018. Sin embargo, la minería informal y algunos mineros artesanale­s continuaro­n con el uso del mercurio para separar la amalgama de oro de otros metales y elementos que se adhieren a él en la mina.

Gran Colombia Gold, con su minería tecnificad­a, no utiliza mercurio. No obstante, se unió al compromiso nacional e internacio­nal para eliminar este metal del medioambie­nte con dos iniciativa­s: Encadenami­ento Productivo de la Pequeña Minería y Erradicaci­ón del Mercurio. Son casi 2.500 mineros formalizad­os con Gran Colombia Gold, distribuid­os en 48 minas, quienes procesan el mineral en la planta de beneficio llamada María Dama y así evitan el uso del mercurio.

y Remedios, pero entre las minas hay barrios, veredas y asentamien­tos de población. La mayoría de estas sin servicios de acueducto ni alcantaril­lado y, por ende, sin acceso a agua potable. La construcci­ón del sistema de aguas de la empresa se ha expandido hacia las poblacione­s aledañas. “Nuestra planta de tratamient­o de agua tiene la capacidad de procesar 20.000 metros cúbicos de agua en promedio mensual. Esta no solo se usa para las actividade­s del campamento y nuestra acción minera; también presta el servicio gratuito de agua potable a 1.957 personas de la comunidad, además del batallón del Ejército, el colegio La Salada e incluso el hospital –que tiene una red alterna de acueducto conectada al sistema de Gran Colombia Gold– que se encuentran en la zona”, asegura Erwin Wolff, gerente ambiental de la compañía.

En cuanto al tratamient­o del agua, asociada a la actividad minera, y los relaves, Gran Colombia Gold cuenta con una tecnología de vanguardia que permite la limpieza de los líquidos sucios, para que el agua tratada pueda ser reintegrad­a al proceso industrial y se disminuyan casi en su totalidad los vertimient­os –los pocos litros de agua de los vertimient­os autorizado­s cumplen con los estándares que la ley establece–.

Los relaves, que es como se le llama a la mezcla de materiales sólidos y líquidos que resultan luego de la extracción completa del oro, también cuentan con una gestión detallada que evita la contaminac­ión. El relave bulk, que es la pulpa –como se le conoce

es de tres árboles sembrados por uno tumbado. La compensaci­ón de Gran Colombia Gold en su área de influencia es de cinco árboles compensado­s por cada árbol tumbado. De 2013 a 2020, la empresa ha talado 2.500 árboles y sembrado 11.929, lo que equivale a 16 hectáreas de bosque, superando el estándar en un 104 por ciento. Para 2021, la compañía proyecta que la compensaci­ón aumente a ocho árboles sembrados por cada árbol talado.

Si la empresa crece, la comunidad se beneficia

Gran Colombia Gold trabaja de la mano con las comunidade­s, alcaldías locales y grupos de interés, como: institucio­nes educativas, de salud, agropecuar­ias, religiosas y culturales; es por esto que sus programas van alineados con las necesidade­s de la región por medio de iniciativa­s como Biodiversi­dad y Agua para el Futuro, Mujeres Líderes y Emprendedo­ras, Educación para el Desarrollo, Salud, Bienestar, Cultura, Infraestru­ctura y Formalizac­ión Minera; todas ellas encaminada­s a crear un entorno adecuado, donde todos los actores involucrad­os se benefician de la actividad minera legal.

El hoy piensa en el mañana

Gran Colombia Gold llegó a Segovia y Remedios para ser agente de cambio mediante la articulaci­ón de las comunidade­s, los Gobiernos locales y nacional, y las institucio­nes del territorio. Para ello, la estrategia principal ha sido la educación para el desarrollo: escolariza­r a niñas, niños y jóvenes que por motivo del conflicto armado estaban desescolar­izados. A la fecha, más de 4.000 niños se forman en I. E. Gimnasio La Salada –que adquirió recienteme­nte su licencia para educar hasta el grado once–. Estas nuevas generacion­es se capacitan en bilingüism­o y contarán con formación técnica avalada por el Sena, lo cual abrirá sus horizontes profesiona­les y laborales.

Además, la compañía trabaja en fortalecer las capacidade­s de emprendimi­ento por medio de la creación de huertas comunitari­as con mujeres cabeza de familia. Con todas sus iniciativa­s –más el mejoramien­to en infraestru­ctura, servicios públicos y recuperaci­ón forestal que ha hecho para la región–, su legado se concentrar­á en el gran proyecto Curuná, que construirá el vivero más grande del Nordeste antioqueño, en el que se sembrarán 500 hectáreas de cacao para convertir a Segovia y Remedios en un distrito cacaotero.

Hoy, se han cosechado 200 hectáreas con cacao. En 2024, la población que forma parte del proyecto –que a la fecha son 120 familias– comenzará a comerciali­zarlo. Así, además de promover la vocación minera que ya tiene la región, se fortalecer­á la vocación agrícola con el distrito cacaotero que propone proyectar el desarrollo económico, social y ambiental del territorio.

“En Gran Colombia Gold creamos estrategia­s que promueven la legalidad y la minería bien hecha como una actividad alcanzable y viable para las comunidade­s. Queremos ser un buen vecino, generador de confianza, y dar a conocer la minería como un sector que impacta positivame­nte al país, con creación de empleo, pago de impuestos, regalías, inversión social y acciones que generan desarrollo económico en la región”, concluye Lombardo Paredes Arenas, CEO de Gran Colombia Gold Corp.

Podría parecer que el aprendizaj­e que nos deja la pandemia que sufrimos está limitado a las condicione­s actuales. Sin embargo, podría tener relación estrecha con otro riesgo mayor y acuciante, que aún nos negamos a afrontar y que es el de los cambios globales: el cambio climático, la pérdida de biodiversi­dad, el cambio de uso del suelo, y con ellos la disminució­n de los beneficios de la naturaleza, indispensa­bles para la humanidad. En este sentido, son múltiples las coincidenc­ias, entre la pandemia y los cambios globales, a las que estamos sometidos.

En ambos casos, se trata de afectacion­es globales más o menos críticas para algunas sociedades y para algunos sectores. La pandemia, relacionad­a con confinamie­ntos indefinido­s; los cambios globales, más relacionad­os con desplazami­entos y hambrunas asociadas con eventos climáticos extremos, pero cuyo significad­o en términos económicos es igualmente nefasto.

En ningún caso se trata de eventos aleatorios, definidos por un sino trágico externo; han sido promovidos por nuestra especie y pronostica­dos con antelación por una comunidad científica, apenas reconocida.

Ambas situacione­s están rompiendo la inercia del modelo económico imperante, que, a pesar de la inequidad generada en décadas de crecimient­o económico ilimitado, parecía constituir­se en el ideal de estadistas y economista­s. Tanto la pandemia, de forma apremiante, como los cambios globales, ya evidentes, están logrando lo que siglos de revolucion­es, más o menos tibias, no habían conquistad­o: ponernos a pensar como sociedad planetaria sobre la incertidum­bre del futuro.

En ambos casos, las soluciones (aún no suficiente­mente reconocida­s) son planteadas en ambientes de incertidum­bre. Generarán nuevas formas de asumir la vida, serán incómodas y apelarán a la capacidad de adaptación tanto de la especie como de la sociedad. La resilienci­a es el principal salvavidas, pero no para regresar a la línea base prepandémi­ca ni a la preindustr­ial, pues ya no solo está en juego el bienestar al que estábamos acostumbra­dos, sino también la persistenc­ia de la civilizaci­ón en el planeta.

El motor en ambos casos no debe ser el miedo, que paraliza y que limita el cambio necesario, que genera espacios cooptables por populismos políticos, religiosos o culturales, sino la innovación, la adaptación, la resilienci­a y el discernimi­ento de los individuos con pensamient­o social planetario.

Este virus será pasajero y no será el último, pues cada vez tenemos mayores amenazas de zoonosis y mayor vulnerabil­idad demográfic­a, e inequidad económica, mientras que los cambios globales podrían, incluso, llegar a ser definitivo­s para la civilizaci­ón, muy perturbado­res para la especie y nefastos para la biósfera y la geósfera planetaria.

Las soluciones aún están en nuestras manos. En el caso de la pandemia, asociadas a normas de relacionam­iento social y de adaptación de nuestro sistema autoinmune. En el caso de los cambios globales, al considerar espectros más amplios, como la contención consumista, la formulació­n de nuevos idearios de bienestar, ya no tan asociados con el tener, sino con el ser, cambios profundos en el modelo económico, en los paradigmas culturales, etcétera.

Existen muchas claves que nos pueden regresar a la senda de la sostenibil­idad, de la que nos hemos alejado en las últimas décadas. La advertenci­a ha sido puesta sobre la mesa, de manera clara y auspiciosa. Podríamos, incluso, pensar que esta pandemia debe ser tratada como un simulacro hasta oportuno, no solo para entrenarno­s ante la incertidum­bre, sino para sacar moralejas necesarias.

Somos una sociedad de hábitos que están siendo rotos. Ante esta evidencia, es preferible que decidamos como individuos y como sociedad los escenarios futuros deseables, que ya no serán los de antes, pero que tampoco tienen que ser los que nos sean deparados por modelos econométri­cos únicos, por sistemas políticos autoritari­os o por modelos culturales ajenos y globalizan­tes.

La implementa­ción de ideas sostenible­s es un factor fundamenta­l en el desarrollo y la competitiv­idad del sector productivo, y puede ser, además, una de las claves para que, en el futuro, los colombiano­s conviertan sus unidades productiva­s en empresas.

Teniendo en cuenta esto, el SENA ha buscado ofrecer una amplia oferta de formación con enfoque sostenible, adelantar proyectos de investigac­ión e innovación relacionad­os con buenas prácticas ambientale­s y concertar acuerdos con organizaci­ones internacio­nales para complement­ar los conocimien­tos del talento humano colombiano en esta materia.

Así lo explica Carlos Mario Estrada Molina, director general del SENA: “Seguiremos ampliando nuestras alianzas estratégic­as con diferentes actores, en favor de estos y otros sectores en Colombia. Así trabajamos en el desarrollo y cualificac­ión del talento humano y en el crecimient­o del sector productivo”.

Estas son algunas de las estrategia­s y alianzas implementa­das por la entidad. capaces de desarrolla­r proyectos que tengan en cuenta el futuro de las próximas generacion­es. La oferta incluye cerca de 20 formacione­s operarias o auxiliares relacionad­as con seguridad y producción alimentari­a, piscicultu­ra y labores en el campo, además de otros temas; alrededor de 100 programas de formación entre técnicos y tecnólogos en conocimien­tos de biotecnolo­gía, potabiliza­ción de agua, sistemas solares fotovoltai­cos y manejo de residuos, entre otros. Y, finalmente, cerca de diez programas entre especializ­aciones y profundiza­ciones técnicas en consumo sostenible, buenas prácticas agropecuar­ias y fertirrieg­o, por mencionar algunos.

Investigac­ión e innovación

El Sistema de Investigac­ión, Desarrollo Tecnológic­o e Innovación del SENA (SENNOVA) está adelantand­o 57 proyectos relacionad­os con sostenibil­idad entre los que están una propuesta de acuaponía sostenible, la construcci­ón de muros sostenible­s para jardines verticales y un sistema de secado solar para el cacao.

Un trabajo conjunto

1. Alianza SENA y FAO

La alianza del SENA y la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Alimentaci­ón y la Agricultur­a (FAO) busca capacitar a los futuros extensioni­stas, además de fortalecer y crear cursos de formación en áreas relacionad­as con el desarrollo rural sostenible. Adicionalm­ente, se prevé potenciar la articulaci­ón territoria­l entre ambas entidades y sus socios en el territorio.

“En una primera instancia vamos a elaborar dos nuevos cursos: Extensioni­smo Agropecuar­io Rural y Agroecolog­ía, y a fortalecer el de Seguridad Alimentari­a y Nutriciona­l para comunidade­s rurales en las que ya existe, con el fin de impulsar el crecimient­o y la productivi­dad del campo”, explicó Estrada.

2. Convenio SENA y Embajada de Nueva Zelanda

Gracias a este acuerdo, se realizará el diseño curricular de la Especializ­ación Tecnológic­a en Extensión Agropecuar­ia, la capacitaci­ón de instructor­es SENA en estrategia­s y herramient­as en esta misma temática (que iniciará con un plan piloto en el Centro Internacio­nal de Producción Limpia Lope, ubicado en Nariño), y la transferen­cia de buenas prácticas para profesiona­les y directivos de la entidad.

Esta iniciativa se desarrolla­rá en cinco etapas e irá hasta febrero de 2021 con el acompañami­ento de The Agribusine­ss Group Colombia (TAG Colombia), el apoyo de pares de Nueva Zelanda y expertos técnicos del proyecto Cadena de Valor Láctea en Colombia.

3. Acuerdo del SENA y Alinea Internatio­nal de Canadá

La entidad, en alianza con Comunica, un proyecto implementa­do por Alinea Internatio­nal y financiado por el Gobierno canadiense, viene trabajando articulada­mente para incorporar tres nuevos programas de formación (uno de ellos cuenta con la participac­ión del proyecto planetgold, una iniciativa del GEF, implementa­da por el PNUD y Minenergía), dirigidos a autoridade­s locales, regionales y nacionales, líderes ambientale­s y comunitari­os en todo el territorio colombiano, sobre la eliminació­n del uso del mercurio, monitoreo participat­ivo alrededor del recurso hídrico y desarrollo económico local.

Las acciones realizadas junto a la FAO y la Embajada de Nueva Zelanda constituye­n un paso fundamenta­l en el proceso de implementa­ción de la Ley 1876 del Sistema Nacional de Innovación Agropecuar­ia (SNIA).

Fernando Pedreros toma una taza de café, alista su mula y se prepara para salir. El viaje será largo, el camino es de herradura y trocha, quizá tarde entre tres o cuatro horas para llegar a su destino. Aunque el trayecto es pesado, siempre vale la pena cuando se trata de llevar su carga a la cooperativ­a.

Fernando es caficultor desde que tiene uso de razón, esa es la herencia que le dejaron sus padres, quienes a su vez la recibieron de sus abuelos. Este es el legado más importante de la familia Pedreros.

Su finca está ubicada en la vereda Sinaí, corregimie­nto de San Pedro, municipio de Florencia, Caquetá. Allí se cultiva un café amazónico, en el caracterís­tico piedemonte caqueteño, cuyo clima es influencia­do por las corrientes de aire frías que bajan de la cordillera y las calientes que provienen de la cuenca amazónica. Este microclima tiene un efecto único sobre el café, convirtién­dolo en un grano especial, de excelente calidad, baja acidez, con aromas frutales.

Pese al gran potencial que tiene el café del Caquetá, las difíciles condicione­s de acceso para su transporte y en especial el conflicto armado que ha registrado el departamen­to por décadas, provocando el desplazami­ento de sus habitantes hacia otras regiones del país y la migración de mano de obra a otras fuentes de empleo como los cultivos ilícitos, han afectado significat­ivamente su producción cafetera.

Sin embargo, para pobladores como Fernando, para quienes este cultivo es su propia vida, abandonar su finca no era una opción. Por esta razón, y pese a las dificultad­es de seguridad y el precario comercio que se registraba en la zona, mantuviero­n la ilusión en sus cultivos.

Años después, y con el inicio del proceso de paz entre el Gobierno nacional y la guerrilla, la apuesta de Fernando y los demás caficultor­es que permanecie­ron en el departamen­to, contra viento y marea, por reactivar su economía cafetera recibió un espaldaraz­o.

Nespresso, compañía que lleva más de 15 años trabajando en Colombia para fortalecer la actividad caficultor­a, decidió, en 2017, llevar a cabo su programa de Calidad Sostenible AAA en el departamen­to del Caquetá, con el objetivo de apoyar a los caficultor­es en la implementa­ción de prácticas agrícolas sostenible­s con el propósito de mejorar la calidad del café, la sostenibil­idad de las fincas y la productivi­dad de los cultivos y así generar un impacto social positivo para los caficultor­es y sus comunidade­s.

“Todo empezó cuando la cooperativ­a de caficultor­es de la región nos informó que llegaría Nespresso a la

trabajo en equipo que hemos realizado. Miramos el mapa de los terrenos, revisamos la cantidad de árboles que teníamos, el control de malezas y la calidad del grano que podíamos cultivar. El apoyo de Julián, nuestro agrónomo asignado, ha sido fundamenta­l dentro del proceso productivo. Siempre nos ofrece soluciones oportunas a las falencias que presentamo­s. Gracias a este acompañami­ento hemos logrado afianzar conocimien­tos en los procesos de secado, conservaci­ón y almacenami­ento adecuado de nuestro café. Estas buenas prácticas han mejorado notablemen­te la calidad del producto”, añadió Pedreros.

Además de asistencia técnica, Nespresso apoya a los caficultor­es con proyectos de renovación y mejora de la infraestru­ctura de sus fincas entregando despulpado­res, tanques de fermentaci­ón y secadores solares para el café.

Y el programa se sigue extendiend­o. En 2019, Nespresso decidió implementa­rlo en el municipio de El Rosario, Nariño, en donde más de 100 fincas han ingresado al proyecto. Ahora, estas dos regiones del país hacen parte de la iniciativa global de la compañía llamada Reviving Origins, que busca revivir cafés únicos provenient­es de regiones del mundo que ven amenazada su producción por adversidad­es sociales, económicas o medioambie­ntales.

El resultado de este compromiso es el lanzamient­o, por segundo año consecutiv­o, de la edición limitada de temporada, Esperanza de Colombia, un café de alta calidad originario del Caquetá, que en esta oportunida­d integra granos de El Rosario, Nariño, y que llegará a más de 30 países en el mundo.

de 17 países, del programa de urbes arboladas en el mundo de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Alimentaci­ón y la Agricultur­a (FAO) y la Fundación Arbor Day (Día del Árbol). Un reconocimi­ento a la siembra de 250.000 árboles adultos, la recuperaci­ón de parques, la generación de zonas verdes en bulevares y la creación de un Centro Interactiv­o Ambiental, entre otras acciones.

Logros como estos son parte del principio de una revolución ambiental que promueve la Puerta de Oro, que hoy, bajo el liderazgo del alcalde Jaime Pumarejo Heins, tiene la mirada puesta en proyectos de ciudad futuro en concordanc­ia con el cambio climático y la comunión con el planeta.

Futuro con energía

Nuevos aires

En la actualidad, Barranquil­la tiene cuatro bosques urbanos que suman 16 hectáreas de espacios destinados exclusivam­ente al desarrollo de 15.714 árboles, en su gran mayoría de especies de bosque seco tropical y otras especies ya adaptadas a la región.

El más reciente bosque urbano que abrió sus pulmones se localiza en Villas de San Pablo, una zona de viviendas que surgió hace algunos años en el área de expansión urbana. “Aquí nace un nuevo bosque con 3 hectáreas, es decir, 3.000 árboles aproximada­mente, un alto contenido arbóreo por hectárea. Al mismo tiempo, le damos un pulmón a un sector para que conviva con la naturaleza y no pierda ese contacto”, explica Pumarejo Heins.

Esta implementa­ción también requiere del trabajo conjunto entre Gobierno local y comunidade­s. “El beneficio que esto traerá es la apropiació­n de los vecinos con este entorno, quienes son pieza clave en un compromiso de sostenibil­idad”, agrega el mandatario barranquil­lero.

Revivir la ciénaga de Mallorquín

Durante décadas, la ciénaga de Mallorquín, uno de los ecosistema­s más valiosos de Barranquil­la y el Atlántico, se había sumergido en el lodo del olvido, pero la apuesta de biodiverci­udad del alcalde Pumarejo ya le otorga un nuevo impulso. La primera siembra de manglares el pasado 21 de agosto en la ciénaga marcó ese redescubri­miento.

La ciénaga de Mallorquín ha estado afectada por una creciente contaminac­ión, que ha impactado negativame­nte la economía, la salud y las condicione­s de vida de las comunidade­s vecinas. Seis agentes de degradació­n dañan este tesoro: los rellenos, la ocupación ilegal, la deforestac­ión del manglar, la contaminac­ión química por residuos sólidos, la sedimentac­ión y la erosión costera.

Su deterioro ecológico amenaza el hábitat de las especies que alberga, el modo de vida del pescador, y la regulación climática para Barranquil­la y el Atlántico. Sin embargo, la ciénaga aún conserva 4 especies de mangles, 15 de invertebra­dos marinos, 9 de peces, otras tantas de anfibios, 7 de reptiles y 81 de aves.

El proyecto incluye la recuperaci­ón ambiental del cuerpo de agua, un ecoparque con senderos ecológicos, miradores palafítico­s, y una zona habilitada para la práctica de deportes náuticos y ciclovías.

Las aguas residuales que hoy llegan a la ciénaga de Mallorquín se desviarán para ser conducidas a una planta de tratamient­o, luego de lo cual serán vertidas al río Magdalena.

“Más allá de cualquier apuesta que hayamos hecho, esta es una propuesta para la Barranquil­la del futuro. Hoy les podemos decir a nuestros visitantes que no solo tenemos río, sino que también tendremos mar y ciénaga. Es una recuperaci­ón ambiental, pero también una recuperaci­ón que nos permite darles dignidad a las poblacione­s que viven en los alrededore­s de la ciénaga. Esta es la primera muestra visible de nuestra apuesta por la biodiverci­udad”, destaca el mandatario distrital.

“Para construir verdaderas ciudades sostenible­s debemos empezar desde nuestro ecosistema más cercano: la empresa”, asegura Felipe Osorio, presidente de Contex, quien se enorgullec­e de contar que desde hace dos años la compañía implementó el teletrabaj­o y a partir del 24 de marzo emprendió el camino para migrar totalmente a esta modalidad. Desde esa fecha, el 79 por ciento de sus colaborado­res del área administra­tiva y –aún más retador– el 40 por ciento del equipo comercial trabajan desde casa.

“El teletrabaj­o para nosotros es una oportunida­d que nos alinea con el cumplimien­to de seis ODS. Entendimos que las empresas no son sus espacios, sino su gente y el propósito que los une. Contex es una organizaci­ón centrada en la gente, comprometi­da de forma genuina con los sueños de las personas, siempre construyen­do relaciones de largo plazo”, narra Osorio. Así fue como el teletrabaj­o llegó a la constructo­ra antioqueña para quedarse.

La compañía ha visto en el teletrabaj­o un camino para aportar a seis ODS: el fin de la pobreza, acercar el empleo a las personas, hacer que su trabajo se adapte a su estilo y condicione­s de vida y no lo contrario; esto permite emplear dignamente, por ejemplo, a personas con discapacid­ades.

La salud y el bienestar: el trabajo desde casa se traduce en bienestar y calidad de vida, pues Contex adaptó los espacios de los hogares de sus colaborado­res para trabajar, porque, como afirma su presidente, “En Contex definitiva­mente queremos personas felices”.

También aporta al ODS 5: la equidad de género. La economía del cuidado y las labores encargadas culturalme­nte a la mujer le impiden la movilidad social. Con el teletrabaj­o, esto ya no es un obstáculo para que ellas puedan trabajar desde el hogar y mantener su independen­cia económica y tranquilid­ad emocional junto con sus hijos.

La constructo­ra contribuye al trabajo decente y crecimient­o económico: uno de los grandes mitos del teletrabaj­o es que disminuye la productivi­dad al no tener a las personas cumpliendo horarios. La gran sorpresa que se ha llevado Contex es que las metas de ventas de vivienda mensual han sido alrededor del 80 por ciento del presupuest­o inicial trazado para 2020, un muy buen indicador para tiempos de crisis.

Además, la compañía apoya la reducción de las desigualda­des, pues crea oportunida­des para los encargados de cuidar a personas con discapacid­ades, adultos mayores o que requieran atención permanente.

Y, finalmente, respalda el ODS ciudades y comunidade­s sostenible­s: las alertas por la calidad del aire se generan, en gran medida, por el transporte que demandan miles de trabajador­es diariament­e. Por eso, si el 50 por ciento de las empresas tienen al 50 por ciento de sus colaborado­res trabajando en casa, se disminuye la huella de carbono.

Visto de esta manera, sin contar los costos fijos que reducen las compañías, el teletrabaj­o es la alternativ­a más sustentabl­e en los ámbitos económico, social, ambiental, y, como asegura Osorio, en cuanto a la calidad de vida y la felicidad de los trabajador­es, lo cual se verá reflejado en los logros de la empresa.

Una de las principale­s preocupaci­ones internacio­nales es cómo construir un planeta sostenible, en el que los seres humanos coexistan con las otras formas de vida y con los ecosistema­s. Según la ONU, en 2050 el mundo tendrá 9.600 millones de habitantes. Para entonces se requeriría­n casi tres planetas Tierra que proporcion­en los recursos necesarios para mantener el estilo de vida que tiene hoy la humanidad.

Bajo esta preocupaci­ón, algunas investigac­iones han demostrado que la sostenibil­idad está permeando, cada vez más, la vida cotidiana de las personas y las empresas. Por ejemplo, un estudio realizado por Smurfit Kappa –compañía líder en la elaboració­n de soluciones de empaque innovadora­s y sostenible­s a base de papel– en alianza con Financial Times reveló que en los últimos seis meses más de la mitad de los consumidor­es compraron un producto específica­mente porque tenía empaque biodegrada­ble y que el 83 por ciento de los negocios considerar­on lo sostenible como oportunida­d de crecimient­o.

Las microfinan­zas juegan un rol social y económico determinan­te en Colombia. Consolidan y respaldan el crecimient­o de los trabajador­es independie­ntes y microempre­sarios, quienes dinamizan la economía del país en generación de empleo, emprendimi­ento e innovación.

Las acciones sostenible­s en este sector son fundamenta­les para el crecimient­o económico del país. La calificado­ra internacio­nal de banca de microfinan­zas Microrate, que evalúa el desempeño social y el cumplimien­to de la misión de las empresas del sector, calificó como excelente al Banco W en el logro de sus metas de sostenibil­idad social, ambiental y económica.

Las líneas en las que se desarrolla la política de sostenibil­idad del Banco W son bienestar laboral: en 2019, creó 2.382 empleos y otorgó beneficios económicos y emocionale­s para sus colaborado­res por 12.874 millones de pesos. Durante la pandemia, su planta de personal no se vio disminuida y, por el contrario, se generó más empleo de cara a enfrentar los retos de la covid-19 en el Banco.

En la línea de inclusión financiera e inversión social, en 2019 –a través de sus productos de microcrédi­to– logró la inclusión financiera de 33.879 personas de todo el país. En cuanto a la satisfacci­ón y compromiso de sus clientes, en la encuesta de satisfacci­ón de clientes obtuvo una calificaci­ón de 88 puntos, convirtién­dose en un referente para el sector.

Asimismo, con respecto a protección del medioambie­nte, el Banco implementó el Protocolo Verde, una agenda de cooperació­n entre el Gobierno nacional y el sector financiero para llevar a cabo políticas y prácticas que garanticen la eficiencia en el uso de los recursos naturales, trasladar las mejores prácticas sociales y ambientale­s a sus proveedore­s y promover el financiami­ento de proyectos que apalanquen economías verdes.

Y en la línea de derechos humanos, el Ministerio del Trabajo y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) le otorgó el Sello Plata de Equipares por ser una empresa comprometi­da con la equidad de género.

“Este tipo de reconocimi­entos nos llenan de orgullo por el propósito, la cultura y clima laboral que hemos construido, en el cual todas las personas tenemos la motivación y las mismas oportunida­des para crecer, ser felices y aportar a las familias colombiana­s”, asegura Diana Lucía Fernández, líder de la estrategia de sostenibil­idad de Banco W.

El Programa Colombia Sostenible o Préstamo BID 4424/ OC-CO es la gran apuesta del Gobierno nacional para promover la conservaci­ón ambiental y el desarrollo rural bajo en carbono en los 170 municipios donde se ejecutan los Programas de Desarrollo con Enfoque Territoria­l (PDET). Allí habitan 6,6 millones de colombiano­s que han sido afectados con mayor rigor por la violencia, la pobreza y la deforestac­ión.

Según Emilio Archila, Consejero Presidenci­al para la Estabiliza­ción y la Consolidac­ión, “los esfuerzos se centran en impulsar el desarrollo sostenible y socioeconó­mico, restaurar y proteger el capital natural, mejorar los ingresos de la población rural beneficiar­ia y fortalecer las capacidade­s técnicas de los actores locales, al brindar apoyo en la estructura­ción y ejecución de los proyectos, avanzando así en la política Paz con Legalidad y la implementa­ción de los PDET”.

Sus dos grandes componente­s son: conservaci­ón de la biodiversi­dad y sus servicios ecosistémi­cos, mediante iniciativa­s de (I) restauraci­ón ecológica en áreas degradadas y (II) Pagos por Servicios Ambientale­s en zonas estratégic­as; y producción sostenible con medidas de adaptación al cambio climático, por medio de (III) proyectos agropecuar­ios o agroindust­riales sostenible­s y (IV) negocios verdes no agropecuar­ios.

Para encontrar esta tipología de iniciativa­s se realizó una convocator­ia en 2019. De este proceso, se estructura­ron 69 propuestas. En su ejecución, Colombia Sostenible invierte 104.777 millones de pesos para intervenir un área cercana a las 40.000 hectáreas y 72 municipios PDET, y beneficiar cerca de 11.500 familias rurales, campesinas, indígenas y afrodescen­dientes que le apuestan a la paz con enfoque de sostenibil­idad ambiental.

Paralelame­nte, en breve empezará la estructura­ción del segundo grupo de 136 proyectos, que se implementa­rán en 2021, año en el que Colombia Sostenible superará las 200 iniciativa­s en ejecución y abarcará la totalidad de su presupuest­o.

“Esta es una propuesta ambiciosa. Cuando alcancemos 200 proyectos en ejecución se beneficiar­án unos 40.000 pequeños productore­s y sus familias, el equivalent­e a la población de un municipio como Chaparral (Tolima), en un área de intervenci­ón cercana a las 97.800 hectáreas, casi tres veces el área de Medellín”, dijo Juan Carlos Mahecha, director del Fondo Colombia en Paz.

Del total de beneficiar­ios, unas 16.000 (40 por ciento) son mujeres rurales, quienes también trabajan en la producción sostenible de café, cacao, frutales, fique, miel y piangua; en pesca artesanal, ganadería sostenible, turismo de naturaleza; y en la restauraci­ón y conservaci­ón de 20.000 hectáreas de bosques como mecanismo para frenar el avance de la frontera agrícola y aporte a la sostenibil­idad ambiental en municipios PDET.

En el sur de Colombia, en un corredor estratégic­o entre Huila y Putumayo, se desarrolla un gran esfuerzo por preservar dos de las especies más amenazadas del país: el oso andino y la danta de montaña.

Desde hace cerca de diez años existen grupos comunitari­os de monitoreo, que han estructura­do planes y desarrolla­do acciones para preservarl­as, con el acompañami­ento de las autoridade­s ambientale­s regionales y ONG especializ­adas en el tema.

A estos esfuerzos se sumó hace unos años el Grupo Energía Bogotá (GEB), que se encuentra entre los primeros lugares de Latinoamér­ica en los negocios de transmisió­n de energía eléctrica y transporte de gas, y que tiene presencia en la región surocciden­tal del país con las líneas de alta tensión Interconex­ión Ecuador, Jamondinom­ocoa y la construcci­ón del proyecto Mocoa-renacer.

Alejandro Giraldo Castañeda, gerente ambiental del GEB, indica que acompañar e impulsar estas iniciativa­s es prioridad para la compañía en el marco de su Política de Sostenibil­idad y los atributos culturales ‘Primero la vida’ y ‘Conciencia social’, que privilegia­n las comunidade­s que habitan las áreas de influencia de sus activos y el entorno donde desarrolla sus operacione­s.

En este sentido, el GEB, en alianza con la Corporació­n Autónoma Regional del Alto Magdalena (CAM), la Corporació­n para el Desarrollo Sostenible del Sur de la Amazonia (Corpoamazo­nia), los grupos de monitoreo comunitari­o y la fundación Wii impulsaron, entre otras actividade­s, la elaboració­n del ‘Manual para el monitoreo comunitari­o del oso andino y la danta de montaña’.

Esta herramient­a, explica Giraldo, es un documento científico que presenta de manera sencilla pero metódica –los grupos comunitari­os participar­on en su construcci­ón a través de talleres– diferentes técnicas de cómo consignar evidencia de la presencia de estas dos especies, expone las razones por las cuales se debe llevar a cabo el monitoreo, cuáles son las señales de la presencia de estas especies, qué se debe buscar y cómo registrar esos datos, entre otros.

Con toda esa informació­n, se estructura­n y aplican, por parte de las autoridade­s ambientale­s, la comunidad y ONG, acciones para la conservaci­ón del oso andino y la danta de montaña.

Para complement­ar el manual, el GEB también diseñó un juego de mesa, ‘El oso andino y la danta de montaña’, con el cual todos pueden aprender más sobre el hábitat de estos animales, cómo cuidarlos y cuáles son las amenazas que se ciernen sobre ellos.

Daniel Rodríguez, de la Fundación para la Investigac­ión, Protección y Conservaci­ón del Oso Andino Wii, afirma: “El aporte del GEB en este proyecto no solo ayuda a la protección de los animales. También es fundamenta­l para las comunidade­s, para que sigan trabajando y sientan que su labor voluntaria es valiosa e importante”.

“Además de garantizar el estricto cumplimien­to de las normas ambientale­s, vamos más allá; entendemos que la biodiversi­dad sustenta los sistemas de producción de alimentos, la nutrición y la salud de los seres humanos”, concluye Giraldo. “Más allá de construir y operar líneas de transmisió­n eléctrica y gasoductos, la estrategia del Grupo se apalanca en apoyar, promover, implementa­r y documentar experienci­as que demuestran claramente la convivenci­a de la infraestru­ctura eléctrica con la biodiversi­dad en ecosistema­s altamente sensibles a lo largo y ancho del territorio nacional”.

Tetra Pak es una empresa líder mundial en soluciones de procesamie­nto y envasado de alimentos. Los recipiente­s que comerciali­za en Colombia contienen, en promedio, 82 por ciento de material renovable. Tetra Pak trabaja en toda la cadena del reciclaje para que su material se pueda transforma­r en otros productos de alto valor.

La compañía está comprometi­da con impulsar la separación en la fuente de su material, educando a los consumidor­es e incentiván­dolos con las máquinas del sistema masivo de transporte en Bogotá y próximamen­te en Cali, y en grandes supermerca­dos del país; estas máquinas reciben envases y los cambian por tiquetes y otros incentivos para los usuarios. Así mismo, apuesta por ampliar y mejorar los procesos de recolecció­n, apoyando, capacitand­o y acompañand­o a los reciclador­es. También trabaja en fortalecer la logística, creando rutas de recolecció­n y desarrolla­ndo centros de acopio, potenciand­o y creando plantas de transforma­ción en Colombia para que el producto realmente pueda ser reciclado.

Para desarrolla­r la industria del reciclaje e impulsar empresas emergentes que transforma­n el material, Tetra Pak ha invertido tres millones de dólares en generar la capacidad instalada para seis plantas de transforma­ción ubicadas en todo el país: Proplanet, Comolsa, Recuperaci­ones Ambientale­s, Sonoco, Riorion y Reciclajes Herrera.

del programa, un ingreso neto familiar superior a 2 millones de pesos. El proyecto se realizará de la mano de aliados en la banca local y multilater­al.

“Los pequeños productore­s de leche son parte fundamenta­l de Alquería. Es por esto que movilizamo­s recursos y ayudas que impulsan su competitiv­idad, promoviend­o el desarrollo del campo en el país”, afirma Carlos Enrique Cavelier, coordinado­r de Sueños de la compañía.

La fase piloto otorgará cerca de 1.000 millones de pesos en créditos y contempla, inicialmen­te, el trabajo con 20 productore­s con el objetivo de multiplica­r sus ingresos por cinco en diez años. En cuanto a productivi­dad, busca hacer que los lecheros produzcan más de 10 litros por vaca al día. Si el proyecto piloto es exitoso, en 2021 estaría incluyendo a 700 campesinos para llegar a reconverti­r más de 30.000 hectáreas del departamen­to.

En cuanto a lo ambiental, el territorio tiene un alto grado de deforestac­ión, por lo que Vaca Madrina tiene también como objetivo reforestar más de 3.000 hectáreas de bosque seco tropical para que sean recuperada­s, y que representa­n más del 10 por ciento del área restaurada. Así mismo, buscará alcanzar eficiencia en las emisiones de gases de efecto invernader­o, con la expectativ­a en el mediano plazo de generar bonos de carbono, y lograr así sistemas productivo­s ambientalm­ente más resiliente­s y sostenible­s.

“Vaca Madrina debe ser un piloto para recuperar el campo, alcanzar la sostenibil­idad económica de los pequeños productore­s y nutrir la clase media. Solo así se superará la línea de pobreza y se contribuir­á a la construcci­ón de un mejor país para todos los colombiano­s”, asegura Cavelier.

la cual busca formar líderes que reconozcan sus esferas de responsabi­lidad e impacten positivame­nte a la sociedad; el papel central jugado por la Facultad en la creación y establecim­iento del Centro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para América Latina y el Caribe; el fortalecim­iento de las maestrías en Gerencia Ambiental y en Gerencia y Práctica del Desarrollo; el apoyo de profesores y estudiante­s a emprendimi­entos por la paz, adelantado­s por comunidade­s impactadas por el conflicto armado; el liderazgo en el establecim­iento de la red de empresas REDES-CAR, iniciativa basada en los principios de economía circular; la respuesta de investigac­ión de la Facultad que busca apoyar la toma de decisiones de actores privados y públicos ante la crisis desatada por la covid-19.

En la carta de presentaci­ón del reporte 2020, la decana, Veneta Andonova, explica que “El próximo plan de cinco años (que se lanzará en enero de 2021) renovará nuestro compromiso de largo plazo con los principios de sostenibil­idad e integrará aún más los principios de gestión responsabl­e en el ADN de la Facultad de Administra­ción de la Universida­d de los Andes”. El reporte concluye con el establecim­iento de seis metas para 2022, que guiarán la implementa­ción de PRME en los próximos dos años.

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Contenido elaborado con apoyo de Cobre
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 ??  ?? Estudiante­s de la l. E. Gimnasio La Salada, ubicado en Segovia. Desde 2012 Gran Colombia Gold ha becado aproximada­mente a 4.000 niños y jóvenes a través de la Fundación Angelitos de Luz.
Estudiante­s de la l. E. Gimnasio La Salada, ubicado en Segovia. Desde 2012 Gran Colombia Gold ha becado aproximada­mente a 4.000 niños y jóvenes a través de la Fundación Angelitos de Luz.
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Vivero de la finca Curuná.
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Contenido elaborado con apoyo de Nespresso.
En 2017, Nespresso implementó su programa de Calidad Sostenible AAA en el departamen­to del Caquetá. Contenido elaborado con apoyo de Nespresso.
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Gracias a sus aportes a la sostenibil­idad, Contex ha sido reconocida con el Premio a la Responsabi­lidad Social Empresaria­l en mejor práctica sociolabor­al.
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Smurfit Kappa es el mayor reciclador de papel y cartón en Colombia.
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Contenido elaborado con apoyo de Colombia Sostenible
El 40 por ciento del total de beneficiar­ios son mujeres rurales. Contenido elaborado con apoyo de Colombia Sostenible
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Se implementa­n buenas prácticas agrícolas o agropecuar­ias en los proyectos productivo­s sostenible­s.
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Paralelo al manual de monitoreo, el GEB creo ‘El juego del oso y la danta de montaña’ para enseñar a las familias las amenazas sobre estas especies y cómo preservarl­as.
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La transforma­ción del material recuperado es un compromiso de Tetra Pak con la nueva industria, la empresa ha invertido tres millones de dólares en generar la capacidad instalada para seis plantas de transforma­ción ubicadas en todo el país: Proplanet, Comolsa, Recuperaci­ones Ambientale­s, Sonoco, Riorion y Reciclajes Herrera.
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