La Nacion (Costa Rica) - Revista Dominical
III
Volví donde mi abuela y le expliqué que la iban a llevar en ambulancia al hospital, que allí, probablemente, le iban a realizar la prueba de la covid-19, pues tenía varios síntomas que alertaron a los doctores.
“Yo no tengo el coronavirus. Dios me cuida, además, yo evito el contacto con las personas. Su mamá me protege mucho”, dijo.
Esperamos unos minutos. El doctor dijo que él y un enfermero tenían que prepararse para acompañar en el recorrido a mi abuela, que ellos “tenían que vestirse de blanco”.
Cuando llegaron el doctor y el enfermero, habían cubierto su uniforme verde quirófano con enterizos blancos protectores que tienen gorro y les cubren hasta la frente. En los pies llevaban botas especiales y en las manos guantes de látex; sobre el rostro un tapabocas y una careta. El conductor de la ambulancia también siguió el protocolo de vestimenta. Iban a transportar a una señora sospechosa de coronavirus y las medidas se extreman.
En ese instante sentí escalofríos y empecé a pensar lo peor. Mi abuela se fue sola con ellos en la ambulancia porque yo no podía dejar mi