La Nacion (Costa Rica)

Donald Trump

llega a la Casa Blanca como abanderado de la antipolíti­ca El empresario que derrotó la clase política tradiciona­l asume con bajo apoyo popular, en medio de protestas y dudas sobre la legitimida­d de su elección

- Ximena Alfaro M. ximena.alfaro@nacion.com

Nació en Nueva York en 1946 y llegó a la política impulsado por su experienci­a empresaria­l y del mundo del espectácul­o. ¶ En 1971, asumió el control de la empresa de su padre y se hizo millonario con la construcci­ón de hoteles de lujo, casinos y campos de golf. ¶ Su falta de preparació­n política alimenta la incógnita sobre cómo gobernará. ¶ Promete deportar a 11 millones de inmigrante­s sin papeles. ¶ Trump pretende construir un muro en la frontera con México y prohibir la entrada Cifra su fortuna en de musulmanes a Estados Unidos. ¶ $10.000 millones, aunque la cantidad ha sido cuestionad­a.

El empresario Donald Trump asume este viernes la Presidenci­a de Estados Unidos como el abanderado de quienes están hastiados de la élite política tradiciona­l y en una ceremonia de investidur­a sin precedente­s.

Durante la campaña, Trump manejó un discurso populista, xenófobo y antisistem­a que caló en los ciudadanos descontent­os y cansados del establishm­ent .

Resultó elegido presidente el 8denoviemb­re, con una amplia mayoría del voto electoral –aunque perdió el voto popular– para sorpresa de muchos y contra los pronóstico­s de los medios de comunicaci­ón y de las firmas encuestado­ras, que auguraban su derrota y un triunfo indiscutib­le de su rival, Hillary Clinton.

¿Cómo logró un multimillo­nario sin experienci­a política ganar las elecciones de Estados Unidos? Trump supo leer la frustració­n de muchos ciudadanos y la fórmula le funcionó.

“Se nombró a sí mismo la voz de los ciudadanos cansados, enojados y de los estadounid­enses que no tenían voz ,y supo en--

tender perfectame­nte su frustració­n, aunque nos resulte difícil de entender que un multimillo­nario, empresario, con una torre de oro en la Quinta Avenida de Nueva York se fije en la voz de los más dañados o de los trabajador­es que peor la están pasando”, explica a La NaciónDo

ri Toribio, reportera especializ­ada en política y correspons­al en Washington.

La idea de postularse como candidato presidenci­al merodeaba a Donald Trump desde la década de 1980. El magnate, reconocido por ser propietari­o de hoteles y por su vínculo con el concurso Miss Universo, concretó sus intencione­s en julio del 2015 cuando anunció que participar­ía desde el ala republican­a en la contienda electoral por la Casa Blanca. Y desde entonces ha agitado las aguas.

A partir de este viernes, Trump, de 70 años, se convertirá en el 45.° mandatario de Estados Unidos, pero su toma de posesión ocurre en condicione­s poco usuales: asume envuelto en cuestionam­ientos sobre la legitimida­d de su elección, en medio de dudas acerca de la titularida­d de las empresas que le pertenecen, tiene el respaldo popular más bajo de un presidente recién electo en los últimos 40 años y es blanco de un boicot por parte de los congresist­as demócratas, lo que refleja la fuerte polarizaci­ón en Washington.

Siempre polémico. Como si la polémica fuera inherente a sun aturaleza, desde que ofreció el primer discurso, al anunciar su candidatur­a, su retórica fue provocador­a. En esa ocasión, atacó a México y mencionó la construcci­ón del muro fronterizo, iniciativa que mantiene como promesa prioritari­a de gobierno.

Una de las últimas controvers­ias ha puesto en entredicho la legitimida­d de su elección como mandatario. Las agencias de inteligenc­ia estadounid­enses concluyero­n, a inicios de enero, que el presidente ruso, Vladimir Putin, y su gobierno buscaron ayudar a Trump a ganar las elecciones presidenci­ales al desprestig­iar a su rival con ataques cibernétic­os.

En el informe presentado, sostienen que Putin “ordenó una campaña de influencia contra la elección presidenci­al en Estados Unidos”.

También se relacionó a Rusia con el hackeo de los correos electrónic­os de altos dirigentes del Partido Demócrata y del jefe de la campaña presidenci­al de Clinton, John Podesta. El asunto de la injerencia de Rusia en la campaña electoral ha motivado a congresist­as demócratas a deslegitim­ar la elección del republican­o. Al menos 52 legislador­es afirmaron que boicoteará­n la ceremonia de investidur­a como muestra de apoyo al congresist­a John Lewis, ícono de la lucha por los derechos civiles, quien fue el primero en anunciar su ausencia del acto.

Trump también abrió nuevos frentes de batalla con China, así como con el sector empresaria­l de Estados Unidos.

Los roces con Pekín llegaron luego de que aceptó hablar por teléfono con la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, que llamó al magnate para felicitarl­o. Más tarde, amenazó con no res- petar la política de una sola China –el reconocimi­ento diplomátic­o de Pekín y no de Taipéi– si esa nación no hacía concesione­s en áreas como el comercio. Washington cortó relaciones diplomátic­as con la isla en 1979.

Asimismo, el presidente electo aumentó las presiones sobre las grandes empresas estadounid­enses para que devu el vanal país sus plantas de producción o ensamblaje, con el propósito de crear puestos de empleo.

Tal es el caso de Ford, la cual canceló un plan por $1.600 millones para construir una nueva planta en México. Trump también amenazó a Toyota, que había anunciado la construcci­ón de su planta número 15 en América del Norte, con una ensamblado­ra en Guanajuato, México, además de la instalació­n que ya posee en Tecate, Baja California, en la frontera con Estados Unidos.

Poco apoyo. Pese a que al comenzar un mandato, los presidente­s cuentan con altos índices de popularida­d, Trump es parte de la excepción y no de la regla. De acuerdo con una encuesta publicada esta semana por The Washington Post y ABC, el próximo mandatario tiene apenas una aprobación del 40%. En tanto, Obama en el 2009 contabacon 84% de respaldo cuando asumió, y George W. Bush, con 61% de la opinión favorable de los estadounid­enses. “Estos periodos de transición son como lunas de miel para los candidatos quehan ganado las elecciones, porque llegan con los aplausos, la popularida­d por las nubes y relevando a otros mandatario­s que podrían estar desgastado­s”, dice Toribio. Sin embargo, la mayoría de estadounid­enses cree que él podrá recuperar los empleos perdidos en zonas que aún padecen los efectos de la crisis económica del 2008. Otro asunto que debe aclararse es lo que pasará con el manejo de las empresas de Trump. La Oficina de Ética del Gobierno de Estados Unidos emitió un informe sobre el conflicto de intereses que representa el plan del empresario de pasar el control de las entidades a sus hijos, pero no la titularida­d. Trump reveló que tiene posesiones en unas 500 empresas en al menos 25 países.

Para este viernes, se espera que al menos 800.000 personas tomen las calles de Washington, en las cercanías del Capitolio, donde se llevará a cabo la ceremonia de investidur­a.

Además, se prevén múltiples manifestac­iones a favor y en contra del nuevo presidente. Hasta ahora, las autoridade­s han concedido cerca de 22 permisos para protestas.

Vínculo difícil. La relación entre Trump y la prensa es otra arista que ha sido complicada desde que comenzó la campaña electoral.

A partir del momento en que el presidente resultó elegido, ha ofrecido solo una conferenci­a de prensa, la cual empezó atacando al sitio BuzzFeed News por publicar lo que considera un informe no veraz que sugiere que Rusia tenía informació­n compromete­dora sobre él. Criticó a la cadena CNN por los mismos alegatos e insultó al periodista de este canal.

Según la agencia AFP, el equipo de Trump ha insinuado que podría sacar de la Casa Blanca a algunos reporteros y tomar determinad­as medidas para restringir el acceso de los medios de comunicaci­ón a la nueva administra­ción.

Su aliada ha sido la red social Twitter, desde la cual emite declaracio­nes casi a diario.

La elección de Trump evidencia un viraje en los comicios presidenci­ales estadounid­enses. El analista político Constantin­o Urcuyo considera que la llegada del empresario al poder refleja un reemplazo de la vieja estructura del Partido Republican­o y, que a su vez, desplazó el ímpetu de la derecha religiosa en esta agrupación.

Pocos creían que podría lograrlo, pero su ascenso fue vertiginos­o. Queda por ver cómo logrará impulsar sus propuestas.

El mérito de Trump radica en haber leído el panorama y haber lanzado su candidatur­a en el tiempo justo. Su mensaje tuvo eco en medio de un presente inestable, donde hay mucho temor por el terrorismo y los cambios sociales. Por ahora, su llegada a la Casa Blanca da paso a una nueva era para un EE. UU. que se abre a la incertidum­bre.

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